Infidelidad [Adaptación Minayeon]

Capítulo 29

―No me digas que estás pensando ir, ―Mina preveía la respuesta y se negaba a ella al mismo tiempo. ― ¿¡Estás loca!? ―alzó la voz sin haberlo notado.

―Sí, ¿Qué otra oportunidad crees que tengo? Vivir con miedo no es lo mío. ―bufó la omega, molesta por los reclamos de la alfa.

Mina llevaba alrededor de veinte minutos reclamando por su decisión, a cada minuto que pasaba su desaprobación crecía y Nayeon se sentía más histérica.

― ¿Qué es lo tuyo entonces? Claro, se me olvida que eres tan valiente, ser una suicida es lo tuyo. ―escupió cubriéndose el rostro con las manos.

―Cuida muy bien lo que sale de tu boca, ―La más baja la apuntó amenazante. ―Tengo miedo, ni te imaginas cuanto, pero no puedo ni quiero seguir así, necesito salir a la calle en paz, sin pensar que mi ex esposa aparecerá en alguna parte y me hará desear estar muerta.

Respondió sentada en la cama, haciendo su mayor esfuerzo por mantener la calma.

― ¿Crees que no te entiendo? Lo que más quiero es que seamos una maldita pareja normal, se te olvida que como alfa puedo batirme a duelo con ella, o tendré que defenderme si me ataca.

Nayeon debía reconocer que Mina tenía algo de razón en su argumento, pero bien, ella quería hacer las cosas a su manera, aun conociendo todos los riesgos de ello.

―No, no me olvido de eso, te recuerdo que las vi en mi casa apunto de pelear. ―cruzó los brazos sobre su pecho, ―Solo déjame hacer el intento, además puedes acompañarme en cubierto para que no te reconozca, ―la miró, conectando sus miradas. ―Prometiste protegerme, no moverte de mi lado, ¿Vas a desechar tu promesa ahora?

Myoui no respondió, se limitó a resoplar aún en desacuerdo con esa idea.

―Dime, ¿Vas a cumplir con tu palabra o no? ―Nayeon se estiró un poco para tocar su brazo.

La alfa se deshizo del agarre y volteó con brusquedad hacia ella.

― ¡NO, NO VAS A IR A ESE LUGAR! ¡NO VES QUE PODRÍA HACERTE DAÑO!

Su puño cerrado estalló contra la mesa móvil a unos metros de la cama, fue un golpe seco en el que por milagro nada resultó roto. Mina se observó a sí misma, su exabrupto y el cómo asustó a su omega.

―P-Perdón, y...yo no quería... ―habló temerosa.

Se acercó, lento, con la intención de darle una caricia, o un abrazo si es que se lo permitía. Nayeon le dio una bofetada con la mano abierta, como un acto reflejo por su propio miedo.

―Quiero estar sola. Por favor. ―pidió.

El corazón le latía desbocado, sus ojos se cristalizaron y el aire le faltó. Mina comprendió que había actuado mal, solo le quedaba darle espacio, rogando que más tarde la perdone.

―Yo...Vendré a verte cuando estés dormida... ―murmuró cabizbaja.

Nayeon asintió, esperó a que saliera y respiró hondo. Le dolía tener ese comportamiento, pero la mejor opción para ella era darse a respetar, la compasión no es algo que se puede ejercer todo el tiempo, y eso tenía que aprender respecto a Momo.

[...]

Mina decidió caminar al estacionamiento del hospital y permanecer allí un rato. Un par de lágrimas amargas rodaron por sus mejillas, deseando no haberse portado de esa forma. Ladeo su rostro a la izquierda y vio a Sana saliendo.

La chica mayor se percató de su presencia bastante rápido. Miró a donde estaba y caminó a su sitio.

― ¿Todo bien? ¿Qué sucede? ―preguntó inquieta.

La pelinegra le explicó todo, desde su llegada, el pequeño problema y la discusión.

― ¿Por qué reaccionaste así? ―se recargó en la pared imitando su acción.

―Falta de autocontrol, ―suspiró, ―A veces pierdo los estribos, hace varios años atrás solía discutir mucho con algunas personas, mi hermano, mi padre, luego de mi matrimonio frustrado me calmé, creí que ya no volvería a ser así, pero en la primer discusión con mi omega termino asustándola.

Respondió, avergonzada al recordar cómo Nayeon retrocedía, con los ojos cristalizados, deseando tenerla lejos.

Sana suspiró, por un lado quería golpear a Nayeon en la nuca, tal parecía que su amiga tenía gusto por las alfas descontroladas a su entender, o es que tenía una especie de mala suerte.

Comprendía que Mina y Momo eran niveles diferentes, pero eso no quitaba el hecho de que ambas debían trabajar mucho en sí mismas.

―Mira, aún no te conozco mucho, pero entiendo que solo quieres protegerla, perdiste el control porque estás asustada ¿No es así?

Mina asintió de acuerdo con sus palabras.

―Ahí tienes tu respuesta, no es algo malo, siempre y cuando procures que no se volverá a repetir. ―levantó la mirada hacia el cielo estrellado. ―Dahyun, mi alfa con personalidad de omega, es de tipo pasiva agresiva, solía estallar muy rápido por cosas pequeñas, iniciaba una conversación calmada y de repente levantaba la voz, hablaba muy rápido. ―sonrió. ― Si jugábamos algún juego de mesa podía incluso discutir con Tzuyu, ―la risa contagiosa inundó el silencio ―Recuerdo que, la primera vez que vinimos al hospital, el doctor no sabía que era por la pierna, la miró y le dijo "Luces enferma, tu cara es la de un enfermo", Dahyun le respondió, "¿Enferma? No, yo no luzco enferma, no estoy enferma, le estoy pagando para que revise mi pierna, no como se ve mi cara"

La menor le escuchó atenta, riendo por las anécdotas compartidas.

― ¿Cómo lograste calmarla? ―indagó mirándola de reojo.

―Tzuyu y yo lo hicimos, con amor y paciencia, le enseñamos a controlarse, ahora es una palomita de paz. ―suspiró. ―Dubu se siente tranquila andando en bicicleta, visitando museos, cuidando sus pequeñas plantas, incluso se ve adorable cuando la llevamos a la playa para buscar cangrejos.

A ojos de la alfa, su mayor irradiaba amor por la pálida en cada palabra.

―Lo que quiero decir, es que debes encontrar paz en algo o alguien para mantenerte tranquila ¿Entiendes?

La pelinegra asintió, agradecido con su sabia respuesta. Una vez que ambas se despidieron, Mina se marchó hacia la habitación de Nayeon.

Su omega dormía de costado, con las manos colocadas entre las piernas cerradas. Transmitía mucha paz, y ahí es cuando Mina encontró su razón.

Nayeon era su paz, amarla era la razón de su tranquilidad.

Avanzó despacio y se acostó en la cama, abrazando con cuidado el cuerpo que tanto amaba.