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Era de madrugada, y el joven Tomás seguía despierto. Era de esperárselo se había quedado dormido sobre las arenas del río del Sauce. «Que sueño más extraño» pensó. «Pero fue tan real que podría jurar que no fue un sueño».

—¿Fue real? —Se preguntó en voz baja, para sí mismo.

—Sí. —Se escucharon unas voces; débiles, distantes como quien grita en medio de una tormenta y apenas se le puede escuchar.

Entonces se levantó de un salto de la cama sorprendido, ahí en la oscuridad de su cuarto.

—¿Quién está ahí? —preguntó con la respiración agitada, su corazón comenzó a latir más rápido y en segundos comenzó a sudar.

—¿Acaso eso importa? —Respondieron las voces— desde ahora te ayudaremos en lo que necesites, pero deberás hacer lo que te pidamos. Tu alma fue aceptada bajo pacto.

El joven Tomás quedó estupefacto, las voces estaban dentro de él. En ese momento se dio cuenta que no había tenido un sueño; que lo que había vivido en el río con El caballero negro fue real... había pactado con el diablo. No lo dudó. 

En el umbral de la noche © (Martín Mizar I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora