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El ruido leve como un murmullo lo despertó, era el ruido del agua corriendo por el río; abrió sus ojos, pero sólo pudo divisar a primera vista un medio arco luminoso lejos de él, era la luna en su fase menguante, su claridad no era mucha, pero era suficiente para ver todo a su alrededor. Observó sus manos mientras estaba aún tendido sobre la orilla del río. Que sueño tan extraño había sido aquel, pensó ¡Era una locura!

Apoyó las manos en las arenas del río y se inclinó para incorporarse. No era posible que aquello fuese real. Pensó en ese momento que podía ser uno de esos sueños en los que despiertas en otro sueño y te confundes porque no sabes a ciencia cierta si has despertado o si sigues soñando. Se incorporó y se dio un pellizco en su antebrazo derecho, se dio cuenta que estaba totalmente despierto. Salió corriendo hacia su casa.

Llegó agitado. Sus padres lo habían estado esperando desde hacía horas, estaban preocupados por él. Se sacudió la arena del pantalón y se sentó a cenar. Sus padres le hicieron un par de preguntas, pero él se limitó a mover la cabeza para contestar, comió rápido y se fue a su cuarto. Esta vez no visitaría a su hermano menor como siempre antes de dormir porque ya estaba dormido, el pequeño Víctor se había quedado dormido esperándolo, pero él no lo sabía.

En el umbral de la noche © (Martín Mizar I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora