Capítulo 7

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The sun goes down,

The stars come out,

And all that counts,

Is here and now,

My universe will never be the same,

I'm glad you came...

—Será mejor que vayamos          con Alec —comentó Nate un tanto arrepentido por haber mostrado una secuencia de sentimientos frente a Viviana, y lo peor: sobre Viviana.

            —Seguro —respondió Viv girando entre sus manos el vaso casi vacío.

            No se apresuraron en levantarse de la mesa, cada uno estaba inmerso en sus propios pensamientos.

            Viviana quería preguntarle más cosas, pero le desconcertaban sus reacciones y no quería arriesgarse a perder la aparente y momentánea paz que se había empezado a crear entre ellos dos. Nate siempre había sido una persona volátil, y era cierto que él había marcado un poco su infancia, pero cuando los tres empezaron a crecer, él había optado por distanciarse solo un poco, porque aún seguía haciéndole la vida imposible a Alec, aunque por lo menos ya no se metía con ella. Y para cuando Nate fue a la universidad, ella ya era totalmente indiferente para él, y Viviana agradecía que hubiera sido así. Pero ahora no podía tentar al grandulón a que se enojara con ella, Viv no quería cargar con más culpas de las que ya llevaba encima.

            —¿Qué ha conseguido hacer tu madre? —preguntó Viviana, viendo cómo el pelirrojo deslizaba ambas manos en los bolsillos delanteros de su blue jean. Intentaba romper el incómodo silencio, y borrar de su mente el episodio pasado en el que ¡casi presenciaba como Nate empezaría a llorar! Sin embargo, en lo más profundo de su ser, sabía que eso iba a ser muy difícil de olvidar.

            —Varios médicos se han enterado de su caso, y se han puesto de acuerdo en un par de cosas —el tono de voz distante y condescendiente de Nate casi era apabullado por el murmullo de voces que arrullaban los pasillos del hospital.

            —Supongo que eso es bueno —Dijo Viviana.

            Quería acabar con la creciente tensión, pero aquél chico había subido sus muros de nuevo, y algo le decía que él podría encontrarse ciertamente a la defensiva.

            —Sí, supongo que sí.

            Y ahí terminó todo posible intento de aligerar las cosas.

            Nate no quería hablar, y mucho menos con ella. Estaba molesto con sí mismo por haber perdido el control sobre sus emociones. Aunque, el malestar iba disminuyendo conforme la zozobra de no saber qué pasaría con su hermanito iba en aumento. Trataba de no pensar en ello directamente, pero siempre volvía a ese mismo punto de partida.

            Para cuando llegaron a la habitación Nº20 el recorrido les había parecido eterno.

            Dentro del cuarto estaban cuatro figuras rodeando la cama donde yacía Alec aún inconsciente. Hablaban en murmullos como si creyeran que el castaño pudiera escucharlos en ese momento.

            Viviana reconoció a la persona menuda. Era una mujer e iba vestida con una blusa holgada blanca, pantalones negros y unos preciosos tacones de plataforma de color turquesa que la hacían ver más alta, llevaba el cabello corto y en su mano derecho resplandecían sus alianzas: era su madre.

            Cuando se percataron de la presencia de los jóvenes, Rose corrió tan rápido como los tacones se lo permitieron hasta llegar a su hija.

Por si mañana no estoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora