Capítulo 9.1

847 58 8
                                    

Capítulo 9.1 POV Alec 

Creo en ti,

Y en este amor

Que me ha vuelto indestructible,

Que detuvo mi caída libre.

            No sé cuánto tiempo ha pasado.

            Intento contar los segundos que me llevan a los minutos, y los minutos a las horas. Pero después de contar dos horas, me canso y pierdo el ritmo.

            La soledad y mis pensamientos empiezan a convertirse en mis mejores amigos, desplazando así a Viviana del lugar que, desde hace unos años, ella ya no debería ocupar.

            Ahora puedo distinguir las voces que me rodean con mucha precisión, lo que hace que me entere de las discusiones de mi madre y mi hermano, de las visitas molestas de los curiosos, de las palabras de aliento que entre el llanto pierden significado, pero lo más importante es que puedo escucharla a ella.

            Algunas veces puedo sentir su presencia, el calor de su cuerpo junto al mío, y también me percato de sus estados de ánimo. Es como si sus propias emociones se conectaran a las mías más allá de lo que la Ciencia puede explicar. Así, como sí estuviésemos todo el tiempo conectados, yo percibiendo lo que ella siente… Y ella, seguramente, sólo escuchando el sonido de mi respiración.

            Quiero ver con mis ojos, mover mis labios, emitir algún gesto que los advierta de que puedo escucharlos, ¿dictará alguna máquina que estoy teniendo actividad cerebral? ¡Quisiera poder hacer más!

            Pero cuando me concentro en lograr algo, me desconecto abruptamente. Sucumbo en un letargo en el que no puedo sentir, escuchar, pensar, en el que no puedo hacer nada que me indique que estoy viviendo.

            No puedo dejar de preguntarme cuánto tiempo estaré así. Si serán sólo días o meses, o quizás años. Y medito que no podría durar más tiempo en esta situación, escuchando y cuando mucho sintiendo pero sin hacer absolutamente nada, ¡es enfermizo! ¡incluso para la persona más tranquila en el mundo!

            Me pregunto constantemente qué he hecho mal para que una conspiración entre las casualidades y el destino me dejara en este estado. Hasta ahora el único error que encuentro en mis acciones es no haber dicho lo que necesitaba decir a tiempo. Actualmente, que no puedo hacerlo, quiero gritarlo con toda la fuerza con la que mi cuerpo y mis pulmones sean capaces de responder, quiero que todos lo sepan.

            Caigo en cuenta de que si logro salir de esta, me encargaré de haber aprendido bien la lección. O quizás Por si mañana no estoy ya lo haya hecho por mí.

            Estoy sonriendo, pero también estoy seguro de que ninguna de las comisuras de mis labios se ha curvado. Otra cosa que voy aprendiendo poco a poco, es verle el lado bueno de estar así, o por lo menos burlarme de ello.

            Viviana pasa casi todo el día conmigo, y la gente a la que probablemente nunca le interesé, ahora sí le importo. Y Nate, al que evito pensar con demasiada frecuencia porque aún no logro asimilar sus palabras, está más atento conmigo de lo que alguna vez pude imaginar.

            Puedo sentirla junto a mí en este momento, sin embargo no sé qué está haciendo. Pero la siento a mi lado, silenciosa. Y su silencio no hace más que distraerme. Siento como me pierdo nuevamente en mis cavilaciones pero abruptamente, una voz que no es el tono dulce de Viviana, interrumpe la paz de lo que deduje en un principio, era una habitación.

            —Ya puedes largarte —quedo estupefacto.¿Qué? ¿Eso es con Viviana? ¡No, ella no puede irse!

            No reconozco la voz al instante, así que espero.

            —Estoy aquí primero que tú, así que no me iré —¡Sí, eso es! No le hagas caso, Viv. Tú no puedes irte de mi lado, no otra vez.

            —Eres una estúpida, ¿Cómo puedes estar aquí? ¡Fue tú grandísima culpa!—me bastó sólo escuchar esa palabra y el tono acido de su emisor para saber quién era. Tenía unos cuantos meses sin verla. Ya no me extraña que trate así a Viviana.

            —Ni siquiera estabas allí, no te molestes en opinar —es verdad, no es culpa de ella. Es mi culpa por idiota e irresponsable.

            —No fue necesario, ¡todos nos enteramos, pequeña zorra! —me lleno de coraje al escuchar la última oración. Tanto es mi enojo que intento despertar nuevamente.

            Mi cerebro trabaja con rapidez y mi mente hila todos los acontecimientos, corriendo a través de las paredes de mi cabeza para buscar una salida de aquel lugar. Quiero defenderla, porque algo dentro de mí me dicen que más comentarios como ese iban a llegar.   Por unos segundos creo que abriré mis párpados, pero tan rápido como el impulso llegó a mí, todo se volvió negro. De nuevo.

            *Creo en ti – Reik.

N/A: Corto, pero espero que les guste. Ya estoy de vacaciones, pero las tendré un poco agitadas. Así que intentaré escribir en los ratos libres, ¡porque espero terminar esto pronto! 

Por cierto, ya tengo a mi Alec perfecto jijiji, ¿Saben quién es Colton Haynes? Ese tipo bello de lindos ojos, bueno, así me imagino al menor de los O'Conner. Colocaré una fotito en la ficha de la historia. 

Besos, y si les ha gustado, ¡comenten! sino, también comenten jajajaja. 

Por si mañana no estoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora