Capítulo 9

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I’m falling for your eyes,

But they don’t know me…

Yet.

            La situación era incómoda.

            Sabrina, la prima de Alec, se plantó posesivamente junto a la cama, retando a Viviana a acercarse con solo la mirada. En cambio, su hermana Jules, les tecleaba a sus padres al móvil ya que ellos no habían podido ir hasta Londres porque tenían que encargarse del negocio familiar.

            Pasado cinco minutos Viviana invitó a Jules al cafetín a ir por un café, dejaron a Sabrina sola con su mal humor y caminaron en silencio al cafetín.

            Había poca gente esparcida dentro del lugar, y a todas se les reflejaba lo mismo: cansancio. Ya Viviana ni se molestaba en detallar a las personas que pasaban junto a ella, la mayoría tenía escrita su propia historia en la cara, nadie estaba feliz de estar en un lugar así, salvo las mujeres que daban a luz. Ese tipo de casos era el único en el que veía la felicidad rondar los familiares, lo que ellos en realidad ignoraban es que mientras esa vida nacía, otra a unos cuantos metros se desvanecía.

            Viviana pidió un café doble y Jules un late de vainilla, se sentaron en la mesa más cerca de la barra por si les apetecía pedir algo más.

            —¿Qué tal estás? —preguntó Jules dejando el late sobre la mesa luego de darle un sorbo, pensando en qué preguntas hacerle a su amiga sin parecer una pesada como su hermana.

            —¿Por qué todos preguntan eso? ¡No soy yo la que está en coma! —resopló Viviana, luchando con mantener su genio bajo control.

            Sabrina rió suavemente, acompañado el sonido de su risa con una negación, creía que definitivamente Viviana podría cambiar un poquito, era demasiado testaruda.

            —Por suerte, no creo que tú resistirías tanto como él, eres muy debilucha —respondió Sabrina divertida.

            —¡Oye!

            —Vale, está bien. Si aguantarías un poquito.

            —Un poquito en esa situación suena eterno —murmuró Viv, llevándose la tasa a sus labios.

            —Me han dicho que pasas mucho tiempo con él, eso me parece genial porque…

            —También te han dicho que es culpa mía, y aunque no me creas, no estoy aquí por sentir culpa —Viviana la interrumpió enseguida—… del todo.

            —Tú no tienes la culpa, Viv. E iba a decir que me parece genial porque así él no se siente tan solo.

            Los ojos de Jules, un poco más oscuros que los de su hermana, se reflejaban solidarios, con la intención de prestarle otro hombro de apoyo sin juzgarla.

            Ambas se habían conocido hacían unos cinco años en un paseo a Brighton en el que Viviana acompañaba a los O’Conner, se hicieron muy amigas rápidamente y se veían cada cierto tiempo para salir con Alec, o cuando ellas venían a Londres. Pero ella no había corrido la misma suerte con la hermana mayor, quien aparentemente la odio desde el primer instante en que la vio, aunque seguía sin entender por qué, si ni siquiera le ofreció la oportunidad de conocerla o de tener una charla decente donde no hubieran miradas asesinas, resoplidos o malas respuestas. Sabrina lo más que había llegado a dirigirse a Viviana era con una inclinación de cabeza y eso porque sus padres, tan decentes como los O’Conner, la habían obligado.

Por si mañana no estoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora