Capítulo 11

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Capítulo 11

My pride, my ego, my needs and my selfish ways

Cause a good strong woman like you to walk out my life

Now I never, never get to clean out the mess I’m in

And it hurts me every time I close my eyes.

            Desde que había llegado Marie a emergencias, Nate y Viviana se habían separado como si la presencia de uno fuera el repelente del otro. Al nada más explicarle lo que había pasado se había puesto medio histérica, pero se calmó una vez que entre drama y quejidos cerraron la herida.

            Al parecer lo único malo que iba a quedar de ello era una cicatriz, aunque el médico le aseguró que existían muchas pomadas para borrarlas. La cicatriz y un recuerdo bastante incómodo.

            —¿Cómo está Alec? —preguntó Viviana saliendo de emergencias junto a Marie, atrás los seguía Nate.

            —Estable —contestó Marie, sonriendo un poco para librar la tensión.

            —¿Crees que pueda verlo ahora? —cuestionó Viv interesada. Verlo en ese momento la traería de vuelta a la realidad en sólo un instante. Además, ella lo necesitaba, aunque fuera solo su presencia, pero lo necesitaba. Se sentía despejada y tranquila cada vez que estaba cerca de él, muy contrario a lo que sentía cuando estaba con Nate.

            —No será posible, Viv. Salí un rato a caminar pero como no es horario de visita, si nos descubren nos metemos en un problema.

            —¿Por qué mejor no te llevo a casa? —sugirió Nate que se había mantenido en silencio— Debes descansar.

            El tono de autoridad que usó no pasó desapercibido para ella, su claro fastidio estaba enmarcado aún más en su rostro.

            —Sí, es mejor que descanses —dijo Marie mirando su reloj—. Ya es de madrugada, yo tengo que regresar.

            Se despidió de ambos y caminó en dirección contraria a la de ellos, dejándolos solos de nuevo.

            Viviana optó por caminar mirando el suelo, no tenía fuerza de voluntad para mirarlo a él y recordar los últimos treinta minutos. Ni siquiera quería recordar sus conversaciones. Debía eliminarlas de su subconsciente, como si nada hubiese pasado.

            Una vez en la puerta del edificio, de nuevo, Viviana ni se molestó en invitarlo a pasar. Sabía que la acompañaría.

            Nate al entrar vio el rastro de sangre que habían dejado saliendo de allí, se había preocupado mucho por ella. Eso no estaba bien.

            —¿Quieres que te acompañe hasta tu habitación? —preguntó él sin decirlo en serio— Puede que no haya un psicópata, pero tú eres más peligrosa que el mejor sicario armado —contuvo la risa mientras empezaba a subir las escaleras. El ascensor fue descartado otra vez.

            —Deja de burlarte, no te parecía gracioso cuando me encontraste —señaló Viviana tocando su brazo vendado, ahora sabía que definitivamente, la suerte nunca estaba de su lado.

            —Eres muy torpe —dijo Nate curvando sus labios—. Y a mi defensa, había mucha sangre.

            —Te pusiste más pálido que el papel, creí que vomitarías —Viviana empezó a burlarse de él, devolviéndole el golpe.

Por si mañana no estoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora