ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 7

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El trayecto en aquel transporte fue más de lo que imaginaba, habría tardado siglos en encontrar la Playa caminando. El silencio reinó junto a la incomodidad, excepto Ann todos me miraban con rabia o desconfianza, al menos eso me daba la seguridad de que no habían oído hablar sobre mí. El vació continuó hasta empezar a ser destruido por un gran ruido, música, gritos y disparos, un verdadero caos. Aquella ruta terminó delante de una gran fortaleza donde gente en bikini y coches salían de todas partes adentrándose en un mar de luces.

– Sal. – Me dijo uno de los que tenía al lado.

Cuando lo hice, me vi rodeada de varias personas apuntándome con diversas armas, "mi día de suerte" pensé para mí.

– Bajar las armas, la voy a llevar al sombrerero. – Ann seguía manteniendo su tempestad de hielo mientras me señalaba que la siguiera.

Volví a seguir sus pasos, sintiendo como las miradas se posaban en nosotras cuando entramos, estaban viendo como escoltaban a dos chicas apuntando a una fielmente, todo un espectáculo. Me mantuve callada todo el trayecto fijándome minuciosamente en la estructura del lugar y las posibilidades que tendría en caso de tener que huir. Los largos pasillos estaban llenos de puertas hasta que una logró llamar mi atención por su tamaño.

– Sígueme. – Abrió las puertas dejando a la vista un espacio bastante ancho con una mesa de reuniones larga, allí había varias personas que me miraban.

– Toma asiento. – Una sonriente chica de pelo negro habló.

– ¿Quién es? – Un frio chico con gafas le preguntó a Ann.

– Me preguntó por agrupaciones. – Se dispuso a un lado de las sillas.

– ¿No estará buscando a las serpientes? – Le respondió aquel hombre. ¿Así se llamaba la otra?

Ante el flujo de conversaciones, todas fueron opacadas cuando entró un nuevo personaje con una llamativa camisola.

– ¡Bienvenida a la playa! – Se fue al final de la sala y se sentó en la silla central.

–¿Eres el líder? – Hablé mirando de reojo como entraba más personas, uno parecía un soldado. Me miraba con indiferencia.

– Llámame el sombrerero. – Sonrió. – Me temo que si quieres seguir hablando tendrás que soltar tus armas.

Sentí como se acercaba aquel chico pelinegro con su fusil. – ¿O prefieres que te plante una bala en la cien? – Me miraba con asco de arriba abajo.

– Niragi detente. – Aquel soldado habló profundamente y con autoridad. ¿Ere el jefe de los armados?

Chasqueó la lengua y se apartó.

– Bien, no busco problemas. – La puerta se abrió dejando entrar aquel a quien reconocí enseguida, era Chishiya. – Toma. – Lancé sobre la mesa mi navaja y pistola. Lo miré despectivamente, no me hacía falta un arma para matarlo si quisiera.

– Niña, ¿por qué nos buscabas? – No sé inmutó ante mis actos, hacia honor a su nombre, estaba loco.

Crucé mis brazos. – Busco protección e información. – Sentía la mirada de aquel rubio sobre mí.

Una carcajada resonó en aquella sala. – ¡Viniste al lugar adecuado! Nosotros tenemos lo que buscas.

– ¿Quiénes son las serpientes? – Solté de golpe llamando la atención de todos.

Los ojos del sombrerero se afinaron. – Otra organización que busca derrocarnos y quedarse con nuestros suministros, como ves, no nos falta de nada. – Se apoyó en la mesa reforzando su mirada. – Aunque es mejor que no digas su nombre aquí, son muy peligrosos. – Alzó la voz. – Nosotros buscamos recolectar todas las cartas para que pueda salir uno, somos una utopía que prioriza la unión, la diversión y la libertad. En cambio, ellos buscan gobernar mediante la fuerza bruta toda la ciudad, buscan a jugadores para obligarlos y someterlos. – Sonrió. –Muchos no salen de ahí con vida.

𝕊𝕖𝕔𝕣𝕖𝕥𝕠 𝕔𝕒𝕣𝕞𝕖𝕤𝕚 ♡𝕔𝕙𝕚𝕤𝕙𝕚𝕪𝕒♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora