El trayecto en aquel transporte fue más de lo que imaginaba, habría tardado siglos en encontrar la Playa caminando. El silencio reinó junto a la incomodidad, excepto Ann todos me miraban con rabia o desconfianza, al menos eso me daba la seguridad de que no habían oído hablar sobre mí. El vació continuó hasta empezar a ser destruido por un gran ruido, música, gritos y disparos, un verdadero caos. Aquella ruta terminó delante de una gran fortaleza donde gente en bikini y coches salían de todas partes adentrándose en un mar de luces.
– Sal. – Me dijo uno de los que tenía al lado.
Cuando lo hice, me vi rodeada de varias personas apuntándome con diversas armas, "mi día de suerte" pensé para mí.
– Bajar las armas, la voy a llevar al sombrerero. – Ann seguía manteniendo su tempestad de hielo mientras me señalaba que la siguiera.
Volví a seguir sus pasos, sintiendo como las miradas se posaban en nosotras cuando entramos, estaban viendo como escoltaban a dos chicas apuntando a una fielmente, todo un espectáculo. Me mantuve callada todo el trayecto fijándome minuciosamente en la estructura del lugar y las posibilidades que tendría en caso de tener que huir. Los largos pasillos estaban llenos de puertas hasta que una logró llamar mi atención por su tamaño.
– Sígueme. – Abrió las puertas dejando a la vista un espacio bastante ancho con una mesa de reuniones larga, allí había varias personas que me miraban.
– Toma asiento. – Una sonriente chica de pelo negro habló.
– ¿Quién es? – Un frio chico con gafas le preguntó a Ann.
– Me preguntó por agrupaciones. – Se dispuso a un lado de las sillas.
– ¿No estará buscando a las serpientes? – Le respondió aquel hombre. ¿Así se llamaba la otra?
Ante el flujo de conversaciones, todas fueron opacadas cuando entró un nuevo personaje con una llamativa camisola.
– ¡Bienvenida a la playa! – Se fue al final de la sala y se sentó en la silla central.
–¿Eres el líder? – Hablé mirando de reojo como entraba más personas, uno parecía un soldado. Me miraba con indiferencia.
– Llámame el sombrerero. – Sonrió. – Me temo que si quieres seguir hablando tendrás que soltar tus armas.
Sentí como se acercaba aquel chico pelinegro con su fusil. – ¿O prefieres que te plante una bala en la cien? – Me miraba con asco de arriba abajo.
– Niragi detente. – Aquel soldado habló profundamente y con autoridad. ¿Ere el jefe de los armados?
Chasqueó la lengua y se apartó.
– Bien, no busco problemas. – La puerta se abrió dejando entrar aquel a quien reconocí enseguida, era Chishiya. – Toma. – Lancé sobre la mesa mi navaja y pistola. Lo miré despectivamente, no me hacía falta un arma para matarlo si quisiera.
– Niña, ¿por qué nos buscabas? – No sé inmutó ante mis actos, hacia honor a su nombre, estaba loco.
Crucé mis brazos. – Busco protección e información. – Sentía la mirada de aquel rubio sobre mí.
Una carcajada resonó en aquella sala. – ¡Viniste al lugar adecuado! Nosotros tenemos lo que buscas.
– ¿Quiénes son las serpientes? – Solté de golpe llamando la atención de todos.
Los ojos del sombrerero se afinaron. – Otra organización que busca derrocarnos y quedarse con nuestros suministros, como ves, no nos falta de nada. – Se apoyó en la mesa reforzando su mirada. – Aunque es mejor que no digas su nombre aquí, son muy peligrosos. – Alzó la voz. – Nosotros buscamos recolectar todas las cartas para que pueda salir uno, somos una utopía que prioriza la unión, la diversión y la libertad. En cambio, ellos buscan gobernar mediante la fuerza bruta toda la ciudad, buscan a jugadores para obligarlos y someterlos. – Sonrió. –Muchos no salen de ahí con vida.
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𝕊𝕖𝕔𝕣𝕖𝕥𝕠 𝕔𝕒𝕣𝕞𝕖𝕤𝕚 ♡𝕔𝕙𝕚𝕤𝕙𝕚𝕪𝕒♡
Romance"Encarcelada", era una bestia en una pálida jaula, donde la sangre deslumbraba consiguiendo amenazar mi futuro cada día. Sin embargo, desde aquel fatídico día todo cambió. Ahora, un nuevo mundo me despliega las alas de la libertad. Pero, ¿podré alz...