La playa era una utopía llena de libertades encadenadas, donde uno sentía una libertad controlada en las sombras, un dulce veneno y una bella mentira. Y cómo líder de tal zoológico, el sombrerero hacia justicia al lugar, un loco sediento por completar el propósito de esta discreta dictadura, y a mi favor, una marioneta con un poder útil para mis planes. Un perro a la espera de que lo domestiquen, capaz de babear al tentarle con su hueso favorito.
– Habla. – Dejó su copa sobre la mesa y enderezó la espalda.
– Es sencillo, pasé mi prueba y ahora pertenezco a la playa, cómo integrante, es normal que quiera colaborar con su meta. Por ello, estoy dispuesta a conseguirte las cartas que quieres, solo necesito que me facilites el ayudarte. – Puse la mano sobre mi pecho. – Has confiado en mí y ahora es mi turno de confiar en ti, si alguien puede escapar de este mundo eres tú.
Su respuesta se demoró, pero por su rostro supe que estaba complacido. – ¿Cómo lo lograrás?
– Eso no importa, te puedo asegurar el resultado. – Mis comisuras se inclinaron mostrando una ligera sonrisa.
– ¿Estás dispuesta a morir si me engañas? – Pensaría que estaba cayendo bajo su control, pero no se daba cuenta que era todo lo contrario, hasta sus palabras estaban escritas ya desde antes en mi cabeza.
– No hará falta llegar ahí, ya que nunca mentiría al líder. Soy consciente que en este mundo siempre se juega con la vida y no estoy dispuesta a morir fácilmente. – Incliné mi cuerpo hacia adelante. – ¿Estás dispuesto a confiar en mi juego?
A continuación, se levantó del sofá en el que reposaba y se acercó a una vitrina llena de licores, allí empezó a buscar entre las botellas. – Dime que necesitas y lo tendrás. Ninguno me ha demostrado más lealtad que tú y tengo curiosidad por ver que me traes.
– No te decepcionarás. – Optó por un wiski y volvió a sentarse en frente.
Mantuvimos la mirada fija en el otro hasta que la rompí al acercarme a la mesa, allí agarré un trozo de papel y un boli que reposaban esperando mi llegaba, y comencé a escribir con rapidez. Cuando terminé, el sombrerero lo cogió y mientras lo observaba detenidamente, me concentré en sus expresiones.
– Vaya, vaya, no me pides poco. – Sus ojos marrones recorrían mi letra disfrutando el momento.
– Es un bajo precio para conseguir el premio mayor. – Suspiré. – Pero sino estás dispuesto, hagamos que está conversación nunca haya existido.
– No, acepto.
Sonreí. – Me alegra poder ayudarte. Sin embargo, espero que esto se quede entre nosotros solo, no quiero que sepan quien está consiguiendo las cartas. – Crucé los brazos.
– Pero si hago eso, no podrás convertirte en ejecutiva. ¿Tampoco lo sabe Chishiya? – Tardó más de lo pensado en mencionarlo.
– No me interesa el cargo, me conformo con que tú sepas y tengas en cuenta mi aportación. – Intensifiqué mi presencia. – Esta es una conversación entre nosotros dos, yo decido donde recaigo mi confianza y que hago al respecto, ni Chishiya ni nadie puede decirme que hacer. Espero que mantengas tú parte del acuerdo.
– No me importa lo que hagas siempre que cumplas con tu parte, sino vuelves, él pagará tú deuda. – Cogió la botella que había traído y tras abrirla, empezó a servir un par de copas. – Confió en ti. – Extendió su brazo, acercándome uno de los vasos.
– La confianza es mutua. – Acepté la bebida y ambos brindamos. Aquel cálido liquido bajo por mi garganta provocando que relamiera mis labios.
– Sé que te estás recuperando, así que, ¿cuándo necesitarás todo listo? – Dejó caer su cuerpo en aquel colchón rojizo y extendió sus brazos sobre este.
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𝕊𝕖𝕔𝕣𝕖𝕥𝕠 𝕔𝕒𝕣𝕞𝕖𝕤𝕚 ♡𝕔𝕙𝕚𝕤𝕙𝕚𝕪𝕒♡
Romance"Encarcelada", era una bestia en una pálida jaula, donde la sangre deslumbraba consiguiendo amenazar mi futuro cada día. Sin embargo, desde aquel fatídico día todo cambió. Ahora, un nuevo mundo me despliega las alas de la libertad. Pero, ¿podré alz...