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Pedri

La final. Hoy, dieciocho de diciembre, era la final. Y tenía un acojone encima... Gavi se dio cuenta, obviamente, y vino junto a mi.

-No te preocupes, si no ganamos hemos llegado a la final.

-Tú eres tonto... Tenemos el peso de un país entero sobre los hombros. ¿Y aún me dices que no le preocupe? NOS VAN AL LINCHAR EN CUANTO PISEMOS ESPAÑA, GAVI -lo miro histerico. Él suspira, tratando de no meterme una hostia, y vuelve a mirarme.

-Entonces lesionemos a quien haga falta, hagamos todo por ganar, porque esto es la guerra. ESTO ES LA GUERRA -grita Gavi, y el vestuario se vuelve loco. Salimos afuera, con el miedo en el pecho y las ganas en las piernas, ardientes por la victoria. Los argentinos nos miraron con una mirada de mala muerte, y nosotros sentimos el miedo en nuestros cuerpos, pero íbamos a luchar por esa copa.

Por el fútbol, por España, y en mi caso, por ella.

En cuanto la cogió Messi se la robe, no se ni cómo lo hice, pero la robé. Avance entre Julián y Enzo, y al ver a Martínez burlándose en portería, me jugó una mala pasada, se la pasé a Morata, quien fallo el tiro a puerta, y la tensión se sintió tan fuerte que creí que podía cortarse con un cuchillo.

-A GOL CHICOS, A GOL -chilla una voz femenina. Era ella.

-YA LA HABÉIS OÍDO, A GOL -gritó Busi, él la adoraba tanto como yo, aunque no de la misma manera.

El balón pasaba por las piernas de los argentinos, y yo por más que trataba de robarla, se reían de mi. En mi puta cara. Y estaba empezando a cabrearme mucho. Sobre todo con El Dibu, quien se burlaba de cada tiro que fallabamos. Yo la tuve, estaba a tiro, nadie me impedía meter ese gol. Y tiré, vamos si tiré, y marqué. Celebré como si la vida me fuera en ello. Minuto 40, gol mío. Todos mis compañeros me abrazaron, y yo casi lloré. Un gol. Contra argentina. En la final del mundo. A mis veinte años. Añadieron tres minutos a la primera parte, y en ese lapso de tiempo cayó un gol de Messi y otro de Di María. 2-1. Estamos jodidos.

Al entrar a en el vestuario, todos estábamos tan tensos que se podía incluso respirar. La tensión era enorme. Y todos estábamos cagandonos en el defensa, en el central, en el arquero y en toda su puta madre. Menos en Messi. Messi no se toca.

-AÚN PODEMOS GANAR. QUEDAN CUARENTA Y CINCO MINUTOS, MAS LOS QUE AÑADA EL ÁRBITRO -dice Luis Enrique a voces-. Y NO QUIERO PESIMISMOS, ESTO ES LA GUERRA, EL JUICIO FINAL, AQUÍ SE VIENE A GANAR -motivacion por un tubo. El descanso termina, y nosotros salimos al campo de batalla de nuevo.

De Paul la había tomado conmigo, y yo trataba de esquivar sus embestidas y su fuerza de cualquier forma el la que pudiera. Era un tanque de guerra tremendo, con la magnitud de un soldado soviético, me da miedo. Igual que Gómez la había tomado con Morata y Martínez conmigo. El Dibu me miraba mal, siempre que me acercaba a portería, pero Gavi se la metió doblada. Yo no hice más que reírme.

"Un chaval que acaba de salir de 4to de la ESO te acaba de meter un gol en una final de Mundial, tócate la polla" pensé.

Pase tras pase, jugada tras jugada, hasta que Morata metió un gol de nuevo, una volea preciosa. Terminamos 3-3 por un gol de Messi, estábamos en prórroga. Mierda. Empezaba a cansarme, mucho, y yo no quería que me cambiaran. Cambiaron a Williams por Asensio, a Balde por Sarabia y a Ansu por Olmo. No estaba entendiendo las intenciones de Luis Enrique, pero al verla a ella a su lado, lo entendí todo. Veía al Papu y a Julián aproximándose, y el balón llegó a mis pies en el momento justo para meterle un caño a Julián. Recibió Asensio y de Asensio fue a Gavi. Yo avancé todo lo que pude y se la pasé a Olmo, Olmo de nuevo a mi, y lo tenía a tiro. La tire fuerte, incluso pensé que desviada, cerré fuerte los ojos, y empezó a sonar la canción de Rafael que sonaría cada vez que marcasemos un gol. Dios, me alivie y fui corriendo a la banda, en donde ella estaría, la abracé sin importar que, y luego abracé a Gavi, quien me estaba sonriendo. Toda la grada española silvo, se escuchaban chicas insultarla, a ella no pareció importarle, además, sus ojos solo se fijaban en los míos. Su sonrisa causo la mía. Seguí luchando junto con mis compañeros por la victoria, íbamos 3-4, era algo impresionante. Los gauchos luchaban a uñas y dientes, estaban entre la espada y la pared. Pero por otro gol de Messi, empatamos. En segunda parte de prórroga, eso significa, sí, penaltis.

Mi penalti fue el primero, Martínez trataba de jugar con mi mente, pero yo, que soy más difícil de desquiciar que un perro bien criado, tiré a la escuadra, metiéndosela al veintitrés. Eso ha sonado fatal... Bueno, siguió Julián, Unai trato de hacer el mismo juego que El Dibu, y lo mejor es que le funcionó. Gavi fue detrás de mí, y él chutó al centro, justo cuando Martínez iba hacia la izquierda para intentar parar. Ya íbamos 2-0 en los penaltis. Después de Julián, De Paul, y yo sabía las jugadas que hacía este hombre, me daba miedo... Tanto como a los demás. Unai parecía tranquilo, y eso descolocó al argentino. Al chutar Unai la paró, estaba haciendo el partido de su vida. Martínez volvió a la portería, y Sarabia se preparó para disparar. Le hizo el lío, y en vez de tirarla a la izquierda, como lo haría siempre, fue al centro. Y es después de chocar con una de las piernas del arquero, entró. Estaba eufórico. Messi fue el siguiente, metió el penalti, mierda, ahora tenía miedo. Si nosotros metíamos el siguiente, ganaríamos. Solo pido que entre. Por favor, Morata. Gavi y yo estábamos abrazados, rezandole a lo que fuera que hubiera allí arriba para que Morata metiera ese penalti en el territorio del veintitrés. Él lanzó, y cuando las gradas españolas se volvieron locas, yo lo supe, habíamos ganado. Ganamos el mundial.

-HEMOS GANADO. ¡¡HEMOS GANADO, PEPI!! -chilla Gavi en mi oído, me acababa de dejar sordo pero no me importaba.

Me puse a saltar, a chilla, a celebrar con toda la alegría del mundo. Nos abrazamos, os tiramos al suelo, todo el equipo estaba en el suelo. Todos estábamos volviéndonos locos por la victoria de España frente a un titán como Argentina. Nos llamaron para recibir los premios correspondientes, a Messi le dieron el Balón de Oro, a mí El Mejor Jugador Joven, ni yo me lo creía... A Morata la Bota de Oro, y a Unai, el Guante de Oro. Estábamos en euforia. Los argentinos se fueron despotricando y maldiciendo, mientras que nosotros disfrutábamos del triunfo. Busquets, el capitán, levantó la Copa del Mundo frente a todo el estadio. Celebramos como locos, besamos el trofeo, y a Luis Enrique lo lanzamos vitoreandolo. Y yo, oh, yo solo podía pensar en esos ojos marrones, y esa mirada coqueta, que me miraban orgullosos desde la distancia. Me acerqué a ella y sonreí.

-Me he ganado el premio, ¿no?

Ella no responde, simplemente estampa sus labios contra los míos, yo rodea los brazos en su cintura y ella en mi cuello. Siento que el mundo se para, que solo existimos nosotros. La pego a mi con fuerza, una vez más, no le importa el sudor y hunde la mano en mi pelo, poniéndose un poco de puntillas para sentir mejor mis labios, yo estoy en la gloria ahora mismo. Es como recibir la droga más satisfactoria del mundo, no sé si jugar después de besarla contaría como dopaje. Le haré la pregunta que tanto deseo, tengo que hacersela ahora que puedo...

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🅃🄴 🅅🄴🄾//𝑷𝒆𝒅𝒓𝒊 𝑮𝒐𝒏𝒛𝒂𝒍𝒆𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora