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Pedri

Estaba medio borracho, y loco por llegar a España para celebrar nuestro Mundial. Dejé otro beso en la boca de mi chica para después salir del avión con la copa del mundo en las manos. Nos subimos al autobús y empezamos a celebrar como locos nuestro triunfo. Quien me lo iba a decir. Un Mundial a los veinte. Estoy flipando. Me emborraché, celebré, hice locuras... Al día siguiente seguro que habrían millones de videos de mi haciendo el loco, el alcohol me hace mal. Me desperté en mi casa, mi hermano me miraba mal, y yo me preguntaba el por qué.

–Estas muerto. Estabas con dos chicas encima –¿Cómo?

–No... Yo no. Ese era Gavi.

–Gavi se lió con una, no sé cuál de los dos iba peor...

–¿Hice algo con alguna de las dos?

–Les tocaste el culo –por Dios...

–Joder.

–Tu novia está cabreadisima contigo.

–¿Elisa?

–Elisa –mierda. Decidí llamarla inmediatamente. Me dolía la cabeza como si me la hubieran pisoteado cinco veces, pero la llamé.

No me hables.

Eli... –me colgó. Me fui a mi habitación, me vestí y me fui directo a por las llaves de mi coche.

–No pretenderás ir a buscarla así, resacoso perdido.

–¿Se te ocurre algo mejor? –mi voz era ronca, me encontraba fatal, pero me daba igual, no iba a permitir que ella se pusiera así. No.

–No.

–Pues calla –me puse las gafas de sol y salí pitando a por mi coche, ni siquiera sabía dónde vivía, por lo cual decidí llamar a Victoria, sabía que ella me lo diría, o eso esperaba.

–¿Quién es?

–Soy Pedri, pásame la ubicación de la casa de tu mejor amiga.

–¿Cómo has conseguido mi número?

–Ni idea, ahora dame la.ubicacion, tengo que hablar con ella.

–Despues de lo que hiciste...

–¿Te crees que no lo sé? Por eso te llamo, Vicky.

–... No me la deprimas más ¿eh? –no. No no no. No me digas eso...

–¡Pásamela! –me estaba desesperando.

Me llega ese mensaje al móvil, y voy conduciendo como loco para allá. Me duele la cabeza, tengo la boca seca, y el sol es un suplicio para mi vista, pero me da igual. No puedo perderla, no ahora, acabo de besarla.  Toque al timbre, y me abrió su padre, me miro con mala cara.

–... Por favor, déjeme hablar con ella –estaba al borde del sollozo. Ese hombre suspiró y me dejó pasar.

–Está en su habitación, en cuanto le hayas dicho lo que le tengas que decir, lárgate –masculló. Entendía ese trato. Le había hecho daño a su hija. Corrí por el pasillo y toque su puerta.

–Déjame... –oí en una voz quebradiza. Se me hizo un nudo en la garganta.

–¿P-podemos hablar...? –oigo pasos rápidos hasta la puerta, la cual se abre con brusquedad, y posteriormente, una mano se estampa en mi cara. Dios... La cabeza ahora me daba vueltas, y me dolía el doble por la puta resaca.

–¡Capullo! –la miré, y vi como de sus ojos nacían lágrimas.

–Lo sé... –suspiré.

–¡¿Cómo coño te han dejado entrar?! ¡Pírate!

🅃🄴 🅅🄴🄾//𝑷𝒆𝒅𝒓𝒊 𝑮𝒐𝒏𝒛𝒂𝒍𝒆𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora