¿Le tendrá miedo a la lluvia? —pensé, viendo cómo el autobús doblaba en la curva, estacionando justo enfrente de mi casa.
A unos cuantos metros de la calle de tierra, un gran muro de piedra separa Derrwood de la Aldea de los Susurros. Ambos pueblos se veían desde la lejanía, pero ahora, luego de la existencia de este extraño muro de piedra, que alcanza una gran altura y además es muy empinado y peligroso de escalar, las personas que quieran visitar al pueblo vecino tendrían que viajar en bote y hacer un largo recorrido. Este muro se construyó hace décadas, pero lo más extraño y que todavía las personas no comprenden es cómo se creó. Las historias cuentan que apareció de la noche a la mañana, sin dejar siquiera algún rastro del porqué o para qué. Muchas preguntas viajan tras los años, sin embargo, no hay respuestas que aclaren todas las dudas sobre ese muro de piedra.
Muma estaba adentro; la vi cocinando por la ventana de la cocina. Se percató de la llegada del autobús, ya que elevó la mirada y me vio sentado en el asiento. Sonreí y la saludé con el brazo antes de pararme y caminar hasta salir. Por suerte, en Villa Finhymia, una amable señora me indicó cuál era la parada más cercana del autobús que me llevaría hasta Derrwood. No tuve que caminar tanto, pero sí fue complicado subir, ya que el chofer no me quería dejar entrar debido al uniforme mojado. Tuve que pagar más de lo habitual para que me llevara.
El cielo se encontraba nublado. Al parecer, aquí solo hubo una pequeña llovizna, esa que se encarga de mojar los árboles, el césped, el techo de las casas y las calles de tierra.
Cuando mi abuela abrió la puerta, me dio un beso en la frente y se asustó al verme completamente mojado. Le dije la verdadera razón por la que estaba así, y supuse que se molestaría con mis palabras.
—¿Y si te pasaba algo? —Me miró, poniéndose una mano en la frente, y su expresión era de absoluta preocupación.
—Tranquila, abuela, no fui solo —le dije mientras cerraba la puerta y me acercaba a ella, tomando sus manos—. Hacía mucho calor y pude desmayarme, así que no me quedó de otra que ir a algún lugar para esperar al autobús, que de hecho tardó demasiado —omití la parte del árbol que está plantado al frente de las escaleras de la escuela.
Ella procesó mis palabras y luego preguntó:
—Entonces ¿con quién fuiste?
Solté sus manos y comencé a despojarme de la ropa mojada. Caían pocas gotas de agua, pero no estaba chorreando como antes de subir al autobús.
—Con un compañero, se llama Yamil —dije, quitándome los zapatos.
Muma agarró el uniforme que lancé al suelo, y luego acarició mi cabello con sutileza.
—Entiendo, querido. ¿Cómo te llevas con ese amiguito tuyo? —cuestionó, curiosa de mi respuesta.
En realidad, no pasé casi nada de tiempo con Yamil. No conocía mucho sobre él, solo su nombre, su edad y que tal vez vive en algún pueblo lejano. Sin embargo, al parecer, también le atrae lo relacionado con investigaciones e historias de la antigüedad. Sería genial tener a un amigo con quien pueda compartir mis datos y opiniones sin ser juzgado.
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La estación del último latido
Fantasy"Esos ojos verdes, tan profundos como el bosque, me atan... me hacen desear llevarte al corazón de la oscuridad, donde nadie más pueda encontrarte." ━━━━⊱༒♡༒⊰━━━━ En una isla envuelta por mares profundos, existen varios pueblos que esconden historia...