1. Grimmauld Place Nº12

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No se en que momento se me había ocurrido que volver a Inglaterra era una buena idea

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No se en que momento se me había ocurrido que volver a Inglaterra era una buena idea. Julio ya había terminado y técnicamente era lo normal irme del campamento al no ser ya anual, pero con lo duro que había sido aquel verano y con el ejercito de Cronos aun por ahí, me había costado irme.

Sabía que no era la única. Percy también había vuelto a casa, entre otros. Y además, en el mundo mágico también parecía estar cociéndose algo desde todo lo sucedido con Voldemort a finales del último año en Hogwarts. Y sabía que me podían llamar en cualquier momento para volver. Teniendo los trasladores, no me costaría nada. De momento tenía que esperar, pero Beckendorf, Percy y yo teníamos un plan para atacar el Princesa Andromeda, lo que no teníamos aun era una fecha.

Como sabía que mi padre estaba ocupado con la Orden del Fénix, había decidido tomar un traslador por mi cuenta. Argos me había llevado en la furgoneta del campamento hasta Nueva York, donde había pedido un traslador en el departamento de transportes mágicos del MACUSA. Y este traslador me había dejado en Cardiff, donde mi abuelo vivía.

Desperté mi segundo día allí en la antigua habitación de mi padre. Me gustaba ocupar esa habitación cuando visitaba a mi abuelo, aunque no era la única que tenía libre. Me froté los ojos y me estiré levantándome. Era raro poder tener unos días tan tranquilos. Aun estaba intentando despertarme mientras metía mis pies en mis zapatillas cuando escuché un golpeteó en la ventana de la habitación.

Me giré sobresaltada, casi cogiendo mi espada en el proceso, pero solo era Hedwig. Suspiré aliviada. Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana abriéndola. Dejé que Hedwig se posará en mi brazo y acaricié con suavidad las plumas de su cabeza. Hedwig ululó complacida y cogí la carta que llevaba atada en las patas. Dejé que Hedwig se posara sobre la silla del escritorio para poder leer la carta. La carta de mi amigo era muy corta:

«Me han atacado unos dementores y es posible que me expulsen de Hogwarts. Quiero saber qué está pasando y cuándo voy a poder salir de aquí.»

—¿Qué? —murmuré sorprendida por aquello

¿Dementores? ¿En Privet Drive? Sacudí la cabeza. No entendía nada. Lo que significaba que tampoco tenía nada que decirle a Harry. No sabía nada de lo que había estado pasando. Siempre había pedido que en verano no me mandaran cartas mientras estuviera en el campamento, era un viaje demasiado largo para las lechuzas. Pero aquel verano ni siquiera había utilizado ni una vez los mensajes Iris para hablar con mis amigos o mi padre siquiera.

Cogí un trozo de pergamino que me sobraba y escribí una respuesta igual de corta expresando mi preocupación por mi amigo por ese ataque y disculpándome por no poder decirle nada más. Supuse que podría enterarme de más y mandarle otra carta cuando llegara a Londres, pero de momento no podía decirle nada. Até la carta a las patas de Hedwig que enseguida partió por la ventana.

Me volví a sentar en mi cama pensativa. Dementores. Dementores tan lejos de Azkaban. ¿Significaba que Dumbledore tenía razón cuando le sugirió al ministro que los dementores se pasarían al bando de Voldemort fácilmente? Suspiré. Este verano no hacía más que preocuparme.

HOPE: LA BATALLA DE MANHATTAN (IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora