Capitulo 32

2.4K 139 20
                                    

Luego de pasar una semana y media de diversión con Chandler, Grayson y las chicas, tuvimos que volver porque Chandler debía trabajar y su padre necesitaba de su ayuda mientras viajaba al otro lado del mundo.


Nos encontrábamos en el avión, Chandler estaba viendo una película mientras por momentos cerraba sus ojos y los abría de golpe. Yo, por mi parte, estaba a su lado, leyendo una revista sobre chismes de famosos, nada interesante.

Chandler estiró una pierna y me pateó haciendo que me sobresaltara y la revista cayera al suelo, maldije por lo bajo y me agaché a tomar la revista.


-¿No tienes sueño?-preguntó bostezando. Negué con la cabeza y tomé de mi jugo de manzana.- ¿Ni un poco?-preguntó apagando el pequeño televisor frente a nosotros.


-Anoche pude dormir como Dios manda.-dije sonriendo y volví a tomar del jugo.- ¿Tú no?


-Convengamos que dormir en ese sillón nunca fue lo más cómodo.-se quejó mientras se acomodaba sobre el asiento.- Convídame.-dijo estirando su mano.


-No, búscate el tuyo.-le dije sacando el vaso de su alcance.


-¡Que mala persona!-dijo de mala gana.- Quiero jugo.-se quejó. Le di el vaso y me sonrió antes de tomarlo.- Retiro lo dicho.-me dijo y tomó del vaso, dejándolo completamente vació. Me lo devolvió.


-Hey Riggs.-dije mirando que el contenido del vaso, ya no estaba.- Ahora me buscas uno.


-No queda nada para aterrizar.-dijo acomodándose mientras me daba la espalda.


-Quiero un jugo.-dije insistente.


-Pídele a Lucy.-me dijo.


-A bien, ahora le dices Lucy.-dije más que molesta. Volteó y me miró.


-¿Celosa?


-¿Qué crees?


-Pensé que no te gustaba ni un poquito.-me dijo sonriente.- ¿Ves? Te dije que nadie se resiste a mi, soy una bomba sexual.-sonrió.


-Que este celosa no significa que me gustes tú.-dije arqueando una ceja.- Aparte, cuido lo que es mío y tú serás mi esposo y no dejare que me engañes.-me crucé de brazos.


-¿Y también soy tuyo?


-Basta Chandler.-dije enojada.



Si bien nos llevábamos mejor, las peleas eran muy comunes día a día. Podíamos pasar momentos muy lindos juntos, mientras que cuando uno miraba a otra persona, el otro ya se fastidiaba y se iba todo por la borda. Chandler, quien siempre quería tener la razón, me hacía casi vendarme los ojos cuando íbamos a la playa, y yo, que según él, siempre quería tener la razón, no podía decirle que dejara de mirar a las chicas, porque comenzaba con sus juegos de preguntas sobre mis celos hacia sus actos.

La bella y la bestia | chandler riggs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora