Capitulo 37

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No tenía por qué, pero estaba nerviosa. A tan solo un día de mi boda, la cual, no sabía cómo iba a ser. Chandler no había estado en casa los últimos dos días, o por lo menos, no habíamos hablado casi nada.

Las empleadas iban y venían por toda la casa, gente que arreglaba el jardín, personas que colocaban adornos. Gina y William se la pasaban en casa, cuidando detalle por detalle, dando órdenes sin cesar, intentando que todo fuera lo más perfecto posible.

Chandler, llegaba a las once de la noche y pasaba directo a la ducha, luego, a la cama. Sin cenar en casa, sin almorzar en casa, sin hablarme más que para desearme un buen día o dulces sueños. 

Ya no compartíamos cama, pues luego de haber descubierto la habitación de huéspedes, no iba a permitir que Chandler me retuviera en su habitación.

Estaba todo listo, solo faltaba el sí de ambos y Chandler sería feliz para siempre. 



-¿Estas despierta?-preguntó una voz adormilada. Me senté en la cama y miré la puerta entreabierta de la habitación.


-Sí, pasa.-dije sabiendo que era Chandler quien estaba del otro lado de la madera.


-¿No duermes?


-¿Me ves dormir?-dije divertida. Rio y entró en la habitación.- No puedo, no sé por qué.


-Yo se.-dijo y se puso de pie junto a mi pequeña cama.- ¿Me haces un hueco contigo?-preguntó acomodando su pantalón a cuadros.



Sin responder a esa pregunta, me hice a un lado y él se sentó a un costado.


La escasa luz de la luna iluminaba la habitación. Chandler y yo, dominados por el nerviosismo, sin poder dormir, juntos, a las tres y media de la mañana.


-¿Por qué?-pregunté intentando no mirarlo a los ojos.


-Porque ambos estamos nerviosos.-respondió sin siquiera mirarme. Ambos, mirábamos a la pared celeste de la habitación, que en estos momentos, se veía blanca, gracias a la escasez de luz.


-No estoy nerviosa.-mentí. Chasqueó la lengua y pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros. Besó mi mejilla.- Es en serio Chandler.-tragué saliva sonoramente. Rio.


-Perdona.-susurró.


-¿Qué?-pregunté sin comprender.


-Que me perdones ______.-susurró de nuevo.


-He escuchado pero no sé a qué te refieres.


-Solo perdóname, no preguntes por qué. Perdóname.-su voz sonaba sincera y sus besos sobre mi mejilla no me dejaban pensar más que, eso salía de su corazón.- ¿Puedes perdonarme?


-No puedo perdonar algo que no sé qué estoy perdonando.-dije confusamente.


La bella y la bestia | chandler riggs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora