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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 19
-ᴅᴇꜱᴛɪɴᴀᴅᴏ ᴀ ꜱᴜᴄᴇᴅᴇʀ-

Las semanas seguían corriendo, y con ello el cuarto mes de gestación llegó.

El alfa había notado algo curioso. Últimamente su ropa, limpia o sucia, desaparecía misteriosamente de su habitación.
Esto lo había desconcertado de sobremanera, pues no encontraba una razón lógica que pudiera explicarlo, y se negaba rotundamente a creer que los duendes eran los responsables, como le había dicho Taehyung.

No fue hasta que en una ocasión, en la que a HoSeok se le olvido una libreta y le pidió de favor que se la llevará, que YoonGi pudo darse cuenta de lo que pasaba realmente.

Grande fue su sorpresa cuando observó sus prendas de vestir regadas sobre la cama de Hobi; muchas de sus camisetas, jeans, pijamas y hasta calcetines se encontraban acomodadas sistemáticamente en el colchón, formando así un tipo de edredón con unos bordes algo altos.

Un nido.

—El nido será todo un asunto— les había explicado la doctora en alguno de sus chequeos —, es de suma importancia que una vez iniciado el proceso de la anidación esté no sea modificado sin el permiso del omega, pues puede llegar a afectar grandemente en su estado anímico. Este lugar será conformado mayormente por prendas y pertenencias que mantengan el olor de la pareja enlazada, o en este caso del padre del cachorro. Es un instinto natural, una forma de los lobos de comunicarse con su parte humana, y así prepararse correctamente para la llegada de una nueva vida.

La verdad es que YoonGi no había tomado en mucha importancia aquello, pues ingenuamente creía que sucedería cuando el embarazo estuviera más avanzado.

No tan pronto.

Y menos se imaginó que el menor aplicaría un robo hormiga para adueñarse de todo lo contenido en su armario.

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—¿Se puede saber exactamente a quién esperas?— cuestionó Jimin, observando a HoSeok mantenerse atento a la puerta de la escuela.

—A YoonGi, quedo de traerme el cuaderno de estadística qué se me olvido en el escritorio— explicó brevemente, divagando a su vez en el menú qué ese día servirían en la cafetería.

La comida se había vuelto su debilidad con el embarazo.

Aún recuerda como se puso la semana pasada al subirse en una báscula.

La cantidad que ahí se marcaba no era, aún, algo exorbitante. Pero para una persona como HoSeok, la cual esta acostumbrada a una figura delgada, con un peso que no suele variar mucho, aquello había sido un golpe bajo.

Y si a esto le sumamos las descontroladas hormonas de la gestación, es muy evidente que no pudo controlar el llanto.

—Si así te pones por 4 kilos no quiero ni imaginarme cuando estés en el octavo mes, Dios nos ampare— le dijo Min, mirando con atención a HoSeok de pie sobre aquella balanza. El alfa se encontraba recargado en la puerta del baño, con una caja de cereal en las manos, de la que tomaba un puñado para llevárselo a la boca cada tanto.

El omega había levantado su mirada llorosa, posandola así sobre el contrario para comenzar a recriminarlo.

—¡Es tu culpa! Compras demasiadas golosinas y comida rápida, la alacena esta llena de galletas, frituras y chocolates— espetó, señalandolo con su dedo índice acusatoriamente.

Anotación errónea [ʏᴏᴏɴꜱᴇᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora