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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5
-ᴜᴘꜱ, ᴍɪʀᴀꜱᴛᴇ ᴍᴀʟ-

YoonGi caminaba hacia el parque enfrente de la escuela, realmente se encontraba muy confundido. ¿Por qué, de entre todas las personas que hay, HoSeok necesita hablar con él?.

Cuando menos lo pensó las sombras que daban los árboles lo cubrían, sintiendo un suave viento mecia las plantas que había en el sitio. Todavía camino un poco más, adentrándose a la zona para poder encontrar al omega.
Lo visualizo sentado en una banca, parecía nervioso por cómo jugaba con sus manos, cualquiera podía fácilmente deducir que se encontraba distraído por cómo ignoraba su alrededor.

—¿HoSeok?— le llamó cuando se encontró frente al menor.

El chico pego un respingo en su lugar ante la voz, estaba tan concentrado que no noto cuando el alfa llegó.

—Ah, sí llegaste— dijo como saludo. Rápidamente se puso de pie y se acercó al otro.

—Bueno, no es como si realmente me hubieras dado la opción de no venir.

Hobi abrió la boca indignado por ello, pero la cerró cuando cayó en cuenta en que era cierto, casi había amenazado a YoonGi para que viniera.

—¿Y qué es eso tan importante de lo que me quieres hablar?— cuestionó el mayor con la curiosidad tiñiendole el rostro.

El omega busco en su cerebro alguna buena excusa que darle, no le iba a soltar la bomba de que probablemente esté embarazado así nomas. Antes de poderselo decir necesitaba comprobar algo, y que mejor sitio que volver al lugar de los hechos para hacerlo.

Decidido se abalanzó sobre el pelinegro y enredo sus brazos en el cuello ajeno, para después estampar sus labios con los contrarios en un acalorado beso.

YoonGi quedó más tieso que pan de tres días por la acción tan repentina e inesperada.
El hombre tardo en reaccionar y corresponder el beso, pero cuando lo hizo fue con el mismo ímpetu del contrario.

—Yoon— jadeo bajito Hobi —vamos a tu casa, por favor— rogó en tono meloso, sentía sus mejillas arder en vergüenza, pero era la única forma de poder ir al hogar de Min.

El jugador de basketball no pudo más que asentir en acuerdo, extasiado con la idea de obtener tan buen desenlace.
Tomó la mano más pequeña y lo dirigió a pasos agigantados hacia su moto donde, después de prestarle un casco extra al omega, partieron apresuradamente con rumbo a su hogar.

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Entre tropezones entraron por la puerta de la habitación.

El agarre de YoonGi en la estrecha cintura de HoSeok era más firme que el acero mismo, Hobi no encontraba la forma de hacer que el alfa lo soltara para poder ir al baño.

—Yoon, ve a conseguir preservativos para que no ocurra lo de la vez pasada— persuadio el castaño, mientras pasaba lentamente sus manos por el cuello del más alto.

—Pero se me acabaron.

—Entonces ve a comprar más, anda, ¿o es que acaso no quieres que sigamos con esto?.

El chico negó rápidamente mientras dejaba un fugaz beso en los suaves labios con sabor a cereza de Hobi.

—Vuelvo rápido, dulzura. Procura no divertirte sin mi— le susurró cerca del rostro, para después retirarse apresuradamente del aposento.

—Idiota— murmuró el omega una vez se encontró solo.

Se acomodo un poco la ropa y con paso tranquilo salió del cuarto para dirigirse al baño, era su momento de buscar las dichosas pastillas con calma porque ¿qué tan rápido podía alguien conseguir condones?.

El baño era lindo, con baldosas relucientes y un espejo muy grande.
El omega cerró la puerta con seguro una vez estuvo dentro del mismo.

Comenzó a buscar gaveta por gaveta las dichosas píldoras, pero no las encontraba por ninguna parte,
hasta que vio el botiquín que había al lado izquierdo de la puerta.

En el interior de la aclamada caja blanca se encontraba un pastillero que estaba dividido en dos. En un lado se etiquetaba: "Pastillas anticonceptivas", y en el otro "Pastillas para el dolor muscular".

Grande fue la sorpresa de HoSeok al darse cuenta que la pastilla que le dio YoonGi lucia como las del dolor muscular y no las anticonceptivas.

Sintió que el estómago se le revolvía y las náuseas le recorrían la garganta, tuvo que arrodillarse frente al inodoro para poder deshacerse de ese malestar.

Pero es que todo tenía sentido ahora, con razón en aquella ocasión se le quito tan rápido el dolor de espalda y piernas.

—HoSeok— escuchó la voz de Min llamarle a lo lejos acompañada de pasos que se aproximaban.

El omega se enjuago la boca y después abrió la puerta.

El alfa no se esperó el pastillero que se estrelló contra su rostro.

—¡Más imbecil y no naces!— le gritó con enojo Hobi.

—¿Oye, pero qué te pa...?

—¡Me diste las pastillas equivocadas, idiota!

El pálido frunció el ceño, ¿de qué pastillas hablaba?. Extrañado recogió el objeto que le habían lanzado y leyó ambas etiquetas.

Y...

Oh, mierda.

Esas pastillas.

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Anotación errónea [ʏᴏᴏɴꜱᴇᴏᴋ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora