NOCHE.

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Law.

Al cabo de dos días llegó mi última noche en esa casa. Los hermanos de Luffy y el abuelo Garp estaban por llegar. Llegarían entrada la madrugada así que decidimos dormir despúes de ver unas películas en su habitación. Parecía ser la noche perfecta, él descansaba en mi pecho mientras yo veía al techo, mis dedos acariciaban sus mechones de cabello con suavidad. 

Me sentía bien con Luffy, sentía esa paz que hacía años había dado por perdida, que años atras creía que jamás volvería a sentir. Le besé la frente y tuve que alejarme de él cuando comenzo a tener un ataque de toz, pronto se mancharon las sabanas con la sangre que brotaba con cada contracción que tenía al toser.

—Luffy, ven, levántate —le pedí mientras lo ayudaba a sentarse.

Sabía qué debía hacer, no debía entrar en panico. No tenía porqué entrar en panico. Pero mierda, tenía miedo.

—No puedo —se quejó entre arcadas. —No puedo —repetía mientras hacía presión en su pecho con sus manos. 

Lo tomé de la cintura y lo bajé por las escaleras hasta la sala, tomé las llaves del carro y salí de la casa lo más rápido que pude, no tenía tiempo que perder, cada segundo era una oportunidad para salvar a Luffy.

El motor del carro no daba señales de querer prender y Luffy comenzaba a perder el conocimiento. Comencé a entrar en pánico y a pensar en los miles de finales que esto podría llegar a tener. Cuando por fin pude poner en marcha el motor manejé lo más rapido y precavido que pude hacia el hospital. Daba pequeños vistazos a Luffy, le pedía que no perdiera el conocimento y que siguiera conmigo, que me diera un poco más de tiempo.

¿Un paro cardiopulmonar? ¿Algun fallo grave en el corazón? ¿Algo se había reventado dentro de él? ¡¿Qué carajo le pasaba?!

Al llegar al hospital preparamos todo para meterlo directamente al quirofano, no había más tiempo que perder. Tenía que llamar a su abuelo, a sus hermanos, tal vez avisar a sus amigos, pero no había tiempo para nada de eso. Necesitaba saber qué era lo que le pasaba, necesitaba salvarlo inmediatamente.

—Necesito una radiografia de torax ahora mismo —ordené y una de las enfemeras se separó de la camilla para buscar al doctor encargado de eso. —Llamen a su parientes y diganles qué sucede —de nuevo otra mas se separó dejándonos solo a mí y dos enfermeros en el pasillo blanco. Tratabamos de ir lo más rápido que podíamos, pero el pasillo y sus puertas parecían eternas.

Un enfermero más se unió a nosotros. —El Doctor Doflamingo lo quiere ver —sus palabras me sacaron de mi transe. Dejé que los demás llevarán a Luffy al quirófano mientras yo seguía al enfermero regordete de cabellos negros.

Al entrar a su oficina me recibió con un gesto de molestia. —Llego y resulta que te tomaste un fin de semana de descanso. Jamas habías hecho eso. ¿Puedo saber qué pasó? 

—No tengo tiempo, debo hacer un transplante de corazón ahora mismo —escupí con molestía y decidido caminé a la puerta. 

—¿Cómo lo harás si no hay corazones compatibles disponibles? —preguntó. Su voz, lo que acababa de decir, no sabía qué me había hervido mas la sangre.

—¿Qué mierda dijiste? 

—Ayer operé con el corazón que teníamos. Era para ese chico, ¿no?

La sangre me hervía haciendo ebullición en mis venas, mis puños estaban listos para borrarle esa sonrisa sarcastica al rubio alto que se posaba con superioridad ante mí. Estaba listo para descargar todo ese enojo que tenía guardado desde años atras.

Primero mis padres al no querer ayudarles, después envenenando a Corazón para quedarse con el hospital familiar y ahora esto, ahora me arrebataba aquello que deseaba proteger con mi vida.

Aún había una opción.

—Tú harás la operación —sentencié y salí de ahí sintiendo todo mi ser siendo arrastrado por un profudo dolor. 

CORAZÓN. (LAWLU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora