Casa Blanca

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Al entrar a la casa, todo era un lujo, los acabados, muebles y cada detalle. Había varios empleados haciendo la limpieza, parecía una pequeña taza de plata por el brillo de los muebles, y el aroma del piso era algo como lavanda.

-¡Mikaela!- gritó Koko con fuerza en la entrada.

A su llamado, apareció una chica bastante atractiva, su melena era pelirroja y larga, tenía una mirada fuerte con ojos grandes y verdes, su piel era apiñonada, de estatura promedio, su cuerpo estaba perfectamente torneado, era difícil de creer que era una "empleada de la casa".

-Si señor...- respondió con una delicada reverencia.

-Ayuda a ambas Señoritas a colocarse en una habitación para huéspedes, estarán con nosotros, así que cualquier cosa, estarás a cargo- la chica sin contradecir, tronó los dedos y dos hombres más aparecieron.
-Ala Este-

Aquellos tomaron las maletas y se dirigieron al lugar señalado por la chica.

-Señoritas, siganme por favor- su voz era dulce, delicada, era como escuchar una doncella.

Ambas siguieron a la pelirroja, subieron por unas escaleras y dieron vuelta a la izquierda, siguieron caminando al fondo y esta vez fueron a la derecha. Justo en ese pasillo había dos habitaciones, una frente a otra.

-Señoritas por favor, entren a una habitación y vamos a proceder con su instalación-

Cada una tomó una dirección, cuando ingresaste a tu cuarto, viste al entrar una enorme cama al centro de la habitación, su base era café chocolate, las sábanas eran color rojo ladrillo, decorado con cojines gris y blancos. Habían un par de sillones en la esquina del lado derecho del mismo tono del juego de cama. El tocador tenía un espejo redondo, y en la mesita había un pequeño florero con unos lirios blancos como juego había un sillón. Era una habitación de ensueño, elegante y con estilo romántico.

-Es precioso- dijiste con una sonrisa, suspiraste alivio, sabias que su estancia estaría tranquila.

-Señorita, ¿Todo esta en orden?-

-Es hermoso, muchísimas gracias....-

-Por favor, llámeme Mikaela, si necesita algo, no dude en pedirlo, haré lo necesario para que se sienta cómoda-

-Mikaela, creo que tenemos la misma edad, es raro que me hables de usted, puedes tutearme-

-De acuerdo, si te sientes cómoda así y tengo permiso, solo quiero decir; la cena se sirve a partir de las 7 pm, los desayunos a las 6 am y la comida, bueno, no es común que los señores estén a esa hora, así que si tienen hambre, busquenme, le diré al cocinero que se ponga manos a la obra- dijo la hermosa chica con una sonrisa acentuando sus últimas palabras.

-Espero no dar molestias, Sam y yo estaremos solo un tiempo, creo-

-No es necesario que me des explicaciones, aunque me sorprende mucho que dos chicas se queden en la casa principal, normalmente se ven mujeres en las otras casas y ninguna de ellas pasa más de una noche con los señores- ya lo suponías, pero confirmarlo con una empleada directa, por la mirada que pusiste, Mikaela prosiguió;

-Me disculpo, ese comentario no fue apropiado, no debería de hablar de los señores, por favor no....-

-Calma Mika, no diré nada, era de suponerse- la chica suspiró aliviada y se retiro a la habitación de Sam.

Terminaste de guardar tu ropa, tus artículos personales y te acostaste sobre la cama, solamente ibas a descansar un poco y sin darte cuenta, te quedaste en un profundo sueño.

Al despertar pudiste ver una charola de plata con alimentos bastante apetitosos sobre ella, y una rosa roja.

Toc,toc
-Señorita, ¿Puedo pasar?- abriendo los ojos lentamente, viste a la hermosa pelirroja entrando con una libreta.

-Señorita, espero le guste lo que prepare de alimento, tengo entendido que estarán aquí un tiempo, por favor, ¿Me podrías indicar lo básico de su día? Quisiera adaptarme-

Sonreíste con amabilidad y dijiste lo más posible sobre ti, y fue cuando caíste en cuenta, en la enorme rutina de tu día, Mikaela te miraba sin una pizca de curiosidad, solo con atención, por el contrario, tu querías conocer o saber más bien, como una chica tan hermosa que podría tener el mundo a sus pies, esta siendo una sirvienta en la pandilla más peligrosa de Japón.

-Si eso es todo, me retiro, iré a platicar con el resto del personal...-

-Mikaela espera, por favor, no quisiera ser grosera pero es que...quisiera saber....ahmm-

La chica levantó una ceja y apretando sus labios para no reír, dijo:

-¿Quieres saber como termine aquí cierto?- al parecer la pregunta no le sorprendió, quizá no eras la primera persona en sentir curiosidad por su pasado.

-Si es una pregunta atrevida, solo ignorame-

-No se preocupe, verá, estoy aquí por el señor Kurokawa y Kakucho, los conocí a ambos hace tiempo, aunque el primero haya fallecido, estar aquí es una manera de agradecer la manera en la que me criaron. Quizá éramos niños, pero ambos fueron como padres para mi, aunque lo que yo sentía era diferente-

-¿Ellos están aquí?, no ubico muy bien a todos aun-

-Kaku si, es el hombre guapo con la cicatriz en el ojo blanco, y Kurokawa, por desgracia no está más con nosotros- sus ojos se tornaron cristalinos, pudiste notar como quería romper en llanto en ese momento, pero como la dama que era, guardó su compostura.

-Lo lamento mucho, pero, si conoces a alguien de un rango alto, ¿Podrías ser, ahm... algo más?- la chica sonrió dulcemente, secando las lágrimas de sus ojos.

-Esta fue decisión mía, Kakucho ni si quiera quería que me involucrara en esto, pero no quería alejarme, perdí al primer hombre que he amado, no puedo perder o estar lejos del último-

-Entonces te enamoraste, pero, ¿Quién de ellos...?-

-Jajajajaja, el amor es complejo, a ambos los amo como hombres, y yo solo soy de ellos, nuestra historia es algo que si pudiera elegir, viviría una y otra vez, ellos siempre lo supieron, por esa parte no me arrepiento, y poder servir, es mi manera de agradecer todo el apoyo que me han brindado, ¿Usted esta enamorada Señorita?-

-No lo diría de esa manera, me siento confundida-

-Si al final se da cuenta que es amor, no lo suelte- expreso Mikaela mientras se levantaba de la cama y se iba-

¿Es amor? Esa seria la pregunta que debes contestar con más calma para ti.

Pasó un día tranquilo, no viste el resto del fin de semana a ningún miembro de Bonten, no te pareció extraño.

Lunes, 5:40 am

*Sonó el despertador y escuchaste un Toc Toc en tu puerta*

-Buenos días solecito, es hora de ir a ganarnos el pan-

-Carajo Sam, siempre me haces reir-

Reina RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora