Capitulo 15: Bésame.

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Chicas (os) quiero pedir una disculpa ya que en el capítulo anterior dije que quedaban 3 capítulos y era solo uno más el epílogo lo siento si las ilusione
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Los días pasaron lentamente. Draco no estaba seguro de cuánto tiempo había estado visitando el hospital. Todo lo que sabía era que tenía que ir a clases y regresar a San Mungo al final del día; durmiendo toda la noche en las incómodas sillas de la sala de espera. Nadie en la escuela le preguntaba a dónde iba en las noches. McGonagall lo sabía, y eso era lo único que importaba. En el tiempo en que se había estado quedando en el hospital, había visto a mucha gente ir y venir. En todos los años que llevaba de conocerla, no sabía que Hermione era amada por tantas personas. Sin embargo, ahora que la amaba sabía porque lo hacían. Incluso en tan mal estado ella seguía teniendo un gran corazón.
Mientras los días continuaban pasando, Draco se quedó en la sala de espera. Nunca fue a ver a Hermione. Y por qué era eso, no lo sabía. Sobre todo, pensó, tenía miedo de verla de nuevo; tenía miedo de que lo lastimara más. En realidad, era porque en general estaba asustado. Él finalmente estaba enamorado y ella estaba muriendo. Eso lo aterrorizaba. Después de todo, si amar significaba que te iba a dejar, ¿Entonces cual era el punto?
Ginny venía tan seguido como podía. La única diferencia era que ella iba a la escuela a dormir. Cada vez que lo veía, ella trataba de convencerlo de que entrara a la habitación de Hermione. Y cada vez que lo hacía, él se negaba. Siempre inventaba una excusa. Ella no lo presionaba; no sentía la necesidad de hacerlo. Sabía que él lo haría cuando estuviera listo. Merlín, solo esperaba que fuera antes de que Hermione…
Era demasiado doloroso incluso pensar en la palabra.
Finalmente, un día Ginny tuvo suficiente.
-¡Draco, esto es una locura! ¡Necesitas verla!- Su voz era tan baja como podía mantenerla en la tranquila habitación.
Draco solo la miró con una expresión confundida antes de cruzar los brazos en su pecho. ¡Maldición, aún no estaba listo! ¿Qué tal si iba y actuaba como un completo idiota? No, aún no estaba listo.
Ginny casi golpeó el suelo en frustración. Normalmente no lo molestaría. Lo saludaría, le diría que la viera, y después seguiría con su camino. Hoy, sin embargo, era diferente. Hermione estaba diferente. No solo estaba más delgada, sino que ya no tenía fuerzas. Joder, la chica apenas se había podido sentar mientras Ginny estuvo ahí. Sus ojos se veían más decaídos. Incluso hablar parecía que era un gran reto para ella. Hermione estaba muy enferma hoy. Después de que se quedó dormida, Ginny se excusó y salir a buscar a Draco.
La mejor amiga de Ginny se estaba desintegrando justo frente a sus ojos y no había nada que pudiera hacer al respecto. Tenía que hablar con alguien, y Draco era la persona perfecta.
Con determinación y severidad, Ginny lo miró a los ojos y cruzó los brazos como él lo hacía. Los dos se miraron, en lo que aparentemente, era una competencia sobre quien aguantaba más. Draco estaba acostumbrado a mirar a la gente por largos periodos de tiempo. Sabía que haría esto tanto como fuera necesario. Si él no estaba listo, se negaba a apresurarse solo por la joven Weasley sentía que era inapropiado de su parte no hacerlo. Ginny, sin embargo, sabía que él ganaría. Tal vez ella no ganaría el concurso de miradas, pero ella lo convencería de ver a Hermione.
-¿Quieres saber qué es lo que no entiendo, Malfoy?- Su voz era baja, peligrosa.
Él alzó una ceja, pero no respondió.
-No entiendo cómo puedes venir aquí todos los días y sentarte a ver como la gente va y viene de la habitación de Hermione. No entiendo cómo sólo vienes a sentarte aquí y no vas a verla. Tú sabes que está muriendo, tú sabes que sólo le queda muy poco tiempo. Y sin embargo, te quedas aquí sentado. Y no te mueves hasta que tienes que ir a la escuela. Eres un patético idiota, ¿y sabes qué?- Ella dio un paso hacia adelante, recargando sus manos en los brazos de la silla de Draco –separando sus rostros por solo unos centímetros. -No sé como tienes las pelotas para decir que amas a Hermione cuando ni siquiera vez que eres la persona a la que más necesita.
La cara de Draco cayó mientras escuchaba las palabras. Al principio no podía hablar, no podía moverse. Finalmente, pudo volver en sí. Una inesperada ira comenzó a invadirlo mientras miraba la losa blanca del suelo. Ginny Weasley no sólo había invadido su vida, sino que también lo hacía en sus asuntos. ¡Este era su problema! ¿Qué derecho creía que tenía para hablarle así? Okay, ella es mejor amiga de Hermione, y todo eso, pero eso no quería decir nada. ¡Él aún seguía siendo el mismo y aún podía tomar sus propias decisiones!
Ginny, fastidiada, se levantó para irse.
-Regresaré a la escuela. Hermione ahora está sola. Sé un hombre y ve a verla. Sabes que no le queda mucho tiempo.
Viéndola alejarse, sus manos comenzaron a temblar. ¡Necesitaba aire! Sus pies tocaron el suelo en grandes zancadas. Si Ginny creía que podía decirle que hacer, pues estaba equivocada. Él iría cuando estuviera listo. ¡No a su tiempo ni al de nadie más! Así que, caminó a grandes zancadas a través de San Mungo ganándose miradas curiosas por parte del personal de San Mungo.
-¿Draco qué crees que estás haciendo?
Draco detuvo sus pasos justo frente a la red flu. Esa voz tan familiar lo tomó con la guardia baja, eliminando automáticamente su enojo. Volviéndose lentamente, su boca se abrió en sorpresa ante la mujer que estaba frente a él.
-¿Qué estás haciendo tú aquí?
Ella levantó una ceja y puso una mano en sus labios.
-¿Esa es la forma de hablarle a tu madre?
Sacudiendo su cabeza para eliminar cualquier rastro de sorpresa, caminó hacia ella confundido.
-Bien, lo siento madre. ¿Puedo preguntar por qué estás aquí?
Su ligera risa lo hizo vibrar.
-Vine a ver a mi hijo. La última vez, estabas en un mal lugar y en mi corazón lo sentí. Así que vine a ayudar.
-Pero ya me dijiste que no podías- su voz sonaba cansada. En realidad no tenían que continuar la misma vieja canción.
Suspirando, Narcisa tomó a Draco por el brazo y pacientemente comenzó a caminar hacia la sala de espera que él había abandonado hacía unos minutos. Draco caminó sin quejarse. Primero, tenía demasiada curiosidad como para alejarse. Y segundo, su corazón nunca había dejado la habitación. Sus emociones solo le habían jugado una pequeña trampa. No había ninguna duda de que él hubiera regresado unos minutos después. Narcisa se sentó en uno de las espantosas sillas verdes, indicándole a Draco que se sentara junto a ella. Cuando lo hizo, ella miró alrededor.
-Debo decir que las salas de este hospital nunca han tenido buen gusto. Apuesto a que las habitaciones están un poco mejor- dijo sarcásticamente mientras miraba la silla.
Draco solo se limitó a mirar el suelo.
-No lo sé. No he entrado a las habitaciones.
Narcisa asintió, mirando de igual manera el suelo. Nunca había sido buena confortando gente, incluido su hijo.
-¿Eso incluye a nuestra querida Señorita Granger?
Él no asintió, no respondió. Sólo continuó mirando el piso.
De nuevo, ella asintió.
-Lo sospechaba.
-¿Por qué estás aquí, madre?- su voz era cortante, directa.
Un poco sorprendida por su tono, lo miró confundida. Sin embargo, eso pronto se convirtió en tristeza.
-Estoy aquí para ayudar, como te había dicho.
-Como dije- dijo posando sus fríos y grises ojos en ella -Tú dijiste que no podías ayudar.
Narcisa suspiro, jugando con el dobladillo de su falda negra.
-Tal vez no pueda curar su cáncer, pero puedo ayudar a salvarte.
Draco soltó un bufido.
-¿Y cómo vas a hacer eso? Además, ¿qué te hace pensar que necesito ser salvado?
Ella le lanzó una mirada incrédula.
-Draco, cariño, la mujer que amas está ahí muriendo y tú ni siquiera has ido a verla.
Él abrió y cerró la boca en múltiples ocasiones, sin saber que decir.
-Eso no te concierne.
-Si cariño, lo hace.
-¿Por qué?
-Porque eres mi hijo. Te amo, Draco, y no me quedaré sentada a ver cómo te destruyes a ti mismo- Su voz era cada vez más alta.
Draco se levantó y empezó a caminar lentamente.
-¿Y qué demonios te hace pensar que me estoy destruyendo a mí mismo?
Dejando su bolso en la silla que Draco había abandonado, Narcisa se puso de pie y tomó el rostro de Draco entre sus manos. ¡Cómo quería sacudir su testaruda cabeza para hacerlo entrar en razón!
-Te estás destruyendo a ti mismo al no verla, Draco.
-¡No estoy listo para verla!-Gritó, tratando de alejarse de ella.
Narcisa lo sostuvo fuertemente.
-Sí lo estás. Sólo que te niegas a verlo.
Draco sacudió la cabeza, sintiendo como las emociones que había mantenido a raya comenzaban a quebrarse.
-Eso no es…
-¡Deja de mentirte a ti mismo, Draco!- Narcisa acarició su cabello. -Desde que me casé con tú padre yo nunca conocí el amor. El simple hecho de que tú lo estés sintiendo dentro de ti me da esperanzas. Pero, ¡Me lastima que no te arriesgas y tomas la oportunidad!-
-¡No es tan simple, madre!- Draco comenzó a negar con la cabeza.
-¡Sí, sí lo es!- lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas al ver el obvio dolor por el que su hijo estaba atravesando. -¿De qué estás tan asustado?- susurró, con sus manos aún en el rostro de Draco.
Draco sintió como la puerta en donde había encerrado a sus emociones se venía abajo. El primer sollozo salió, de los muchos que después le siguieron. Cálidas y tristes lágrimas comenzaron a caer por su rostro.
-Está muriendo, mamá- Miró a los ojos a su madre, quien los tenía llenos de lágrimas. -Hermione está muriendo, mamá. ¡Está muriendo!
Al tiempo que Draco colapsó en el suelo llorando, Narcisa se agachó a su altura y lo abrazó fuertemente como solía hacerlo cuando Draco era un niño. Por primera vez en muchos años, finalmente pudo abrazar a su hijo, finalmente pudo hacer que se abriera con ella. Sólo que le rompía el corazón que fuera de esta manera. Era casi imposible de encontrar a la persona a la que estabas destinado. Y Draco encontrándola fue la única cosa que ella deseó toda su vida. Narcisa nunca quiso que su hijo terminara sin un corazón, frío como su esposo. No, ella quería que tuviera una vida feliz sin oscuridad. Y ahora, él tendría una gran parte de oscuridad dentro de él siendo tan joven. Después de todo, nada dolía más que perder a la persona que te complementa.
Nada.
Hermione estaba escribiendo cuando Draco entró en la habitación. Con su cama haciendo de una silla, tenía la cabeza inclinada y su mano escribía furiosamente. Una parte de Draco se preguntó que estaba escribiendo, pero la mayor parte de él se quedó congelada con solo verla. Ginny no había estado exagerando sobre su decaído aspecto.
Mientras ella escribía, Draco la examinó detenidamente. Su piel estaba extremadamente delgada y pálida, pegándose a sus huesos como si fuera de plástico. Estaba tan delgada que sus huesos se veían fácilmente, o eso fue lo que pudo ver. Incluso su usual cabello lleno de vida parecía estaba decaído, pegado sin vida en su cabeza. Sus hundidos ojos destacaban más en sus prominentes pómulos. Nada en ella decía la palabra vida; incluso sus hermosos ojos marrones parecían estar carentes de su tan característica chispa. Su corazón se encogió mientras el miedo lo invadía. Su muerte estaba cerca… y él estuvo a punto de no venir a verla.
Después de que su madre lo abrazara y le dijera que todo iba a estar bien, finalmente tuvo el coraje suficiente para ir a verla. No era ella la que lo había mantenido alejado. Era él. Tenía miedo de que al verla todo se volviera real. De que él en realidad la amara y de que ella estuviera a punto de morir. Así que, con pequeños y asustadizos pasos, logró entrar a la habitación, parado junto a la puerta esperando a que ella notara su presencia.
Le tomó algo de tiempo, pero finalmente lo hizo. Cuando sus ojos vieron a los suyos, sonrió.
-Me estaba preguntando cuando ibas a venir-
Draco se forzó a sí mismo a devolverle la sonrisa. En todo lo que podía pensar era en como una simple sonrisa podía hacer que la piel de Hermione se estirara demasiado, y eso lucía doloroso.
-Lamento que me haya tomado tanto tiempo.
Aún sonriendo, ella se estremeció ligeramente mientras se giraba en su dirección; su mano izquierda sosteniendo su costado ligeramente.
-Sabía que vendrías cuando estuvieras listo.
El corazón de Draco se aceleró cuando dio un paso más cerca hacia la cama. No había pasado desapercibido para él que Hermione tenía que recargarse en el respaldo de la cama para poder permanecer sentada.
-¿Me estabas esperando?
-Si- Hermione suspiró, con los ojos llenos de lágrimas. -Lo estaba.
Draco pudo sentir el doble sentido de sus palabras, pero se negó a pensar en ello. Él estaba ahí para verla. No estaba ahí para llorar más. Eso lo haría… más tarde. En su lugar, atravesó la habitación y se sentó en el pequeño sillón reclinable que estaba junto a la cama.
-¿Dónde están tus padres? Pensé que nunca se iban…
Hermione dejó salir una pequeña risa, una que la hizo toser por un segundo.
-Les dije que fueran por un poco de aire fresco. Mamá y papá han estado durmiendo aquí desde que me transfirieron. Era tiempo de que se tomaran un pequeño descanso.
Él asintió, incapaz de mirarla a la cara. En su lugar, se quedó viendo la manta azul y blanca que la cubría. Debido a su estado débil y delgada, apostaba que era para mantenerla caliente. Draco sintió como las lágrimas se arremolinaban en sus ojos mientras ella ponía su temblorosa mano bajo su mejilla. Inclinado la cabeza hacia ella, Hermione le dio una pequeña sonrisa, pero no dijo nada. Ella iba a dejar que él fuera el primero que hablara.
Tragándose el llanto, su voz se quebró cuando finalmente pudo hablar.
-Hermione, yo…- No pudo terminar.
Entendiendo, Hermione asintió.
-Lo sé.
Se miraron a los ojos por mucho tiempo. Draco no parecía encontrar las palabras adecuadas mientras sentía como su corazón se rompía lentamente. Y, finalmente, después de minutos de silencio se las arregló para dejar salir las palabras.
-Te amo.
La sonrisa de Hermione se iba haciendo cada vez más pequeña, pero aún así se las arregló para que lograra alcanzar a sus vacíos y tristes ojos. En todos los años que había vivido, Hermione nunca creyó que el amor fuera a tocar a sus puertas. Sus estudios y su carrera era todo lo que ella veía en su futuro. Y ahora, mientras estaba recostada en su pequeña cama muriendo, estaba feliz de haber vivido lo suficiente para amar y ser amada por alguien. Hizo que su débil corazón se acelerara y que sus ojos se llenaran de lágrimas. Y pensar que fue con la persona más improbable del mundo.
-Yo también te amo- su voz era baja, cálida.
Dejando a las lágrimas caer, Draco se inclinó hacia ella y la besó. No fue un beso lleno de fuego. No, fue un beso lleno de amor; y eso lo convirtió en el mejor beso que alguna vez tuvo –y posiblemente el mejor beso que tendría por el resto de su vida. Separándose, recargó su frente contra al de ella con los ojos cerrados. Necesitaba sentirla junto a él. De repente Hermione Granger estaba tan real y maravillosamente a su lado que no podía alejarse. Había tanto dolor dentro de él que no sabía que decir o que hacer.
Los ojos de Hermione también estaban cerrados mientras aspiraba la esencia de Draco. Si había una cosa que deseaba poder llevarse con ella, era la esencia de Draco. Su corazón dolía, pero sentía que había hecho lo que debía hacer. Ya no sentía que se estaba perdiendo algo de la vida. Tal vez todo este tiempo ese había sido su razón: encontrar el amor. O tal vez no había sido ella en lo absoluto. Tal vez solo había estado destinada a ayudar a Draco Malfoy a amar de una vez por todas.
-¿Draco?- su voz se volvía cada vez más débil. -¿Puedo pedirte algo?
Levantando la cabeza, Draco asintió vigorosamente.
-Lo que quieras, amor.
Girándose, Hermione tomó el pedazo de pergamino en el que había estado trabajando por días. Entregándoselo, suspiró.
-¿Podrías llevarle esto a Percy Weasley en el ministerio? Él sabe lo que son.
Asintiendo, tomó los papales y los puso a un lado para llevarlos después.
Hermione sacudió la cabeza.
-No, ahora. Por favor.
-¿Qué? ¿Por qué ahora?- No quería apartarse de su lado de nuevo.
-Es importante. ¿Por favor?- Su voz era suave y difícil de escuchar.
Suspirando, Draco se puso de pie.
-Regresaré en seguida, amor. Lo prometo. Será un viaje rápido. Ni siquiera tendrás tiempo de extrañarme.
-¿Puedo pedirte algo más antes de que te vayas?
Él asintió.
-¿Podrías darme un beso?- Hermione le dio una pequeña sonrisa, llena de amor y humor.
Riendo, Draco se inclinó hacia ella y la besó de nuevo en sus delgados labios. Mientras se paraba de nuevo, sonrió.
-No te vayas a quedar dormida.
Hermione dejó salir una pequeña sonrisa mientras él prácticamente salía corriendo de la habitación. Su corazón dolía al escuchar sus rápidos pasos. Oh, como hubiera deseado poder contarle. ¿Pero cómo decirle a alguien a quién amas algo así? En lugar de reprenderse a sí misma, siguió repitiéndose una y otra vez lo mismo en su cabeza. Era por el bien de todos. Él la perdonaría algún día… Suspirando, finalmente se rindió ante lo que había estado reteniendo. Le había dicho la verdad cuando le había preguntado si lo había estado esperando; claro que era verdad. Y ahora, después de ver su hermoso rostro y escuchar su maravillosa voz, ya no tenía que esperar más. En el fondo, no se arrepentía, pero hubiera deseado que esto hubiera sucedido de diferente manera…
Ella deseó que él hubiera sabido que ese sería su último beso…

La Rosa Negra Mágica De MimiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora