Capitulo 3: Paseo de media noche

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La puerta de la enfermería no estaba cerrada, y la habitación estaba oscura y vacía. Al principio, Hermione ni siquiera estaba segura de que Madam Pomfrey estuviera ahí. Las camas estaban tendidas y las cortinas abiertas. Era casi como si la habitación estuviera esperando a alguien enfermo o herido en cualquier momento. La única cosa que faltaba en la habitación era Madam Pomfrey. Tal vez ya se había ido a la cama. Después de todo, ver a un estudiante en el hospital en el primer día era prácticamente imposible. Generalmente los estudiantes no se lastimaban hasta que la temporada de Quidditch comenzaba; o las clases en todo caso.

¿Bajando del tren o de los botes? No tanto.

Hermione caminó hacia el centro de la oscura habitación, usando su varita para iluminar el camino. Tropezando y casi a punto de caer con piedra del suelo que estaba floja, llamó.

—¿Madam Pomfrey? ¿Está aquí?

El silencio siguió sus palabras, ni siquiera un eco llenó la habitación. Era casi escalofriante estar en la enfermería de noche. Suspirando, decidió que la medibruja ya se había retirado para dormir. Ese pensamiento molestó a Hermione. Le había tomado un gran coraje de su parte incluso caminar hasta la habitación. La posibilidad de intentarlo mañana era muy pequeña. Ya era lo suficientemente difícil decirle a la gente que iba a morir; intentarlo era algo casi imposible de imaginar. Hermione era fuerte, sí, pero no creía que lo fuera lo suficiente como para intentarlo de nuevo mañana.

El movimiento de unos pies atrapó la atención de Hermione mientras se retiraba de la habitación. Girando la cabeza, vio la luz de la oficina de Madam Pomfrey prendida; seguida de la bruja caminando hacia la habitación con su ropa de dormir. Hermione se sintió mal. Al parecer la bruja sí estaba dormida después de todo.

—¿Señorita Granger?— la sorpresa cruzó los ojos de Pomfrey. —Hermione Granger, ¿Qué está haciendo aquí cuando debería estar en su sala común? ¿Está herida? ¿Necesita una poción de Dormir sin sueños?

Hermione sonrió mientras la voz de la bruja iba de regaño a preocupación.

—No, no estoy herida Madam Pomfrey.

—Entonces, ¿por qué está aquí?— cruzó los brazos en el pecho, tratando de lucir severa y fracasando miserablemente. La mujer estaba demasiado preocupada como para lucir molesta.

Tomando un gran respiro, Hermione se preparo a sí misma para lo que estaba a punto de decir.

—De hecho, hay algo que necesito decirle. Necesito su ayuda en caso de que algo pase.

La consternación inundó la cara de Madam Pomfrey.

—¿Qué pasa, querida? ¿Estás enferma?

Pasando el nudo que tenía en la garganta, Hermione asintió levemente.

—Si Madam, lo estoy. — Cerrando sus ojos en un intento de detener las lágrimas, tomó un profundo respiro. —Tengo leucemia.

Hermione abrió los ojos mientras el silencio continuaba. Madam Pomfrey parecía petrificada, y en sus ojos había una mirada perdida. Hermione podía sentir el terror corriendo por sus venas.

Sabía que esto pasaría. Sí fue difícil de creer para ella, entonces, ¿Qué podría esperar de los demás?

El silencio comenzó a volverse tenso, incluso las lágrimas de Hermione habían comenzado a secarse.

—¿Madam Pomfrey?— Su voz sonaba algo débil. —Por favor, diga algo.

Vio como Madam Pomfrey se golpeaba a sí misma y de inmediato le indicó a Hermione que tomara asiento.

La Rosa Negra Mágica De MimiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora