Capitulo 12: Rechazo

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Hermione sintió los labios de Draco sobre los suyos en un momento. Era un beso brusco; uno lleno de pasión y necesidad. Antes de que pudiera separarse de él y darle una bofetada, su cuerpo se rindió ante la tentación; enganchándose con él. ¿Qué podía decir?
¡Vaya que el chico sabía besar ! Cada parte de su cuerpo se regocijaba en alegría, incluso sus labios ardían ante el contacto. Hermionerespondió el beso y presionó su cuerpo contra el de él. Aún podía sentir las frías gotas de la
lluvia cayendo sobre su rostro y sus ojos
cerrados, pero su mente no registraba eso. De hecho, su mente no registraba nada más que cada contorno del cuerpo de Draco.
Hermione sintió a sus pies caminar hacia atrás, y también sintió una de las manos de Draco sobre su espalda mientras la otra estaba posada sobre su húmedo cabello. Su espalda se golpeó contra el tronco de un árbol mientras Draco
deslizaba su lengua en su boca. Mientras el calor del primer beso se intensificaba, no pudo evitar dejar salir los gemidos que vibraban en su garganta. Sus uñas se clavaron en su espalda al tiempo que él se movía de su boca a su cuello,
mordisqueando los puntos más sensibles. Gran parte de su cuerpo estaba reaccionando, irradiando calor, y no sintió ni el más mínimo frío. De hecho –en todo caso- estaba comenzando a sentirse algo abochornada.
Mientras Draco comenzaba a guiar su lengua hacia su clavícula, de pronto se alejó, mirando profundamente sus cálidos ojos. Por un momento, Draco no dijo nada, sólo la miró con los labios hinchados y el rostro algo abochornado. Era casi como si recién hubiera
despertado de un sueño. La mente de Hermione regresó lentamente a ella, pero no lo suficiente como para gritarle por su estupidez. Todo lo que podía hacer era deslizar sus manos sobre los brazos de Draco, con una sonrisa torcida sobre su rostro. Draco, aún mirándola con
sorpresa, nunca movió sus manos de su
posición actual.
—¿Granger? —preguntó con voz ronca.
—¿Hmm? —replicó Hermione mientras sus labios alcanzaban su mandíbula. Estaba
disfrutando demasiado besarlo como para detenerse.
—¿Qué estamos haciendo? —su voz vibró en su cuello, causando que Hermione lo pellizcara juguetonamente.
Ella le dio una risa provocativa.
—Nos estamos besando, Malfoy. Pensé que ya sabías eso, dado que lo haces muy bien.
Fue entonces cuando Hermione hizo algo que probablemente no debió. Instintivamente, deslizó su lengua a lo largo de su oreja. Un gemido se escapó del pecho de Draco antes de que perdiera el control. Antes de lo que
Hermione hubiera pensado, se acercó hacia ell y capturó sus labios de nuevo, levantándola po las caderas así que ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura. Este beso era bastante parecido al primero; lleno de fuego. Un fuego
tan ardiente, que Hermione sentía como ardía desde lo más profundo de su ser. Así que, ¿esto era como se sentían los comienzos del amor? No pudo evitar sentirse algo mareada debido al vértigo. Después de todo, no estaba del todo contenta con que su primer amor fuera
con un Slytherin.

Continuaron besándose, con Draco deslizando sus manos fuera y dentro de su blusa. Y fue cuando él comenzó a deslizar sus dedos por su espina dorsal que Hermione comenzó temblar.
Su cuerpo se sentía como si hubiera corrido un maratón -aunque en un sentido bastante placentero. Aferrando aún más sus piernas
sobre su cintura, envolvió sus brazos sobre su
cuello, como si su vida dependiera de ello.
Ninguno de los otros chicos que la habían
besado con anterioridad lo habían hecho de
esta manera. No lo hizo Ron, no lo hizo
Krum y no lo hizo Cormac; todos esos se
habían sentido algo húmedos. Y este beso con
Draco Malfoy no era para nada húmedo.
Era el cielo.
Al escuchar sus gemidos, Draco sintió a su
mente regresar a él lentamente. De pronto, todo
lo que ella le había dicho antes cobró perfecto
sentido. Estaba enamorado de ella. Por mucho
que lo odiara, no podía avergonzarse de ello.
Por el amor de Merlín, nunca creyó que el
amor en verdad existiera. Ahora que lo creía,
no estaba muy seguro de poder dejarlo ir.
Además, una cosa estaba segura. El no quería
solo unos cuantos rápidos besos bajo la lluvia.
Tomando toda la fuerza de voluntad que le
quedaba, dio un paso atrás y dejó que
Hermione bajara lentamente los pies hasta el
suelo aunque sus manos seguían en su cuello.
Romper el beso fue aún más difícil. ¡Sus labios
eran como una maldita droga!
—¡Granger, no…! Hermione tenemos que
detenernos!
Hermione oyó sus palabras, pero no escuchó.
Mientras él estaba hablando, ella continuó
dejando pequeños besos por todo su cuello. Era
adicta a la manera en que se estaba sintiendo.
La alegría que estaba sintiendo era algo que
simplemente no quería dejar ir. Había pasado
tanto tiempo desde que se había sentido así por
última vez… Hermione temía que si se detenían
ahora, esa alegría no regresaría. Ella la
necesitaba; la deseaba.
—¡Hermione, no!
Draco se liberó de ella, su cuerpo temblando
debido a la necesidad. Sosteniéndola a la
distancia de su brazo, trató de hablar con ella
sin mirarla a los ojos. Sus ojos estaban tan
llenos de deseo, que no creía que podría
controlarse si lo hacía.
Hermione frunció los labios ligeramente.
—¿Por qué nos detuvimos?
Draco alzó una ceja. ¿Ella no podría ser tan
testaruda, o sí?
—¡Maldición, Granger! ¿Acaso no te diste
cuenta de qué estaba pasando?
Hermione asintió.
—Por supuesto.
Ahora Draco estaba bastante confundido.
—¿Entonces porque dejaste que continuara?
—¿Por qué haría algo así? —dijo Hermione
con sus ojos fijos en los labios de Draco.
—Granger, nos vemos recargados en un árbol a
la vista de todos. ¿Eso no te molesta? Su voz
estaba llena de sorpresa.
Suspirando, Hermione cruzó los brazos. El
sentimiento se había ido, dejando un amargo
sentimiento de rechazo.
—No, no me molesta. Ahora que me estás
haciendo sentir como una completa idiota, sí lo
hace.
Draco dejó salir una risa burlona.
—Sí, claro. Te conozco, Granger. Sé que eres
virgen; el mismo hecho de que estuvieras a
punto de perderla en un lugar como este es
absurdo.
El rechazo se hizo más grande, consumiéndola
con una ciega ira.
—Bueno, ¡pues lamento que me veas de esa
manera, Malfoy!
Draco dio un paso hacia atrás, levantando sus
manos en rendición.
—No quise decir eso, Granger. ¡Maldición,
cálmate!
Hermione no se calmó. Parecía que toda la
sangre se le había subido a la cabeza, causando
que se viera roja.
—¿Por qué de repente estás tan ansioso de
rechazarme, Malfoy?
Draco abrió los ojos debido a la sorpresa. Él
nunca la había rechazado; de hecho, solo había
estado tratando de hacer algo caballeroso en su
vida.
—¡No te estoy rechazando!
Ella no lo escuchó. Estaba demasiado ocupada
escuchando las palpitaciones en sus orejas.
—¡Oh, lo sé! ¿Es porque tengo cáncer,
verdad?
—¿Qué? —Draco dio un paso hacia delante
—. No, Her…
Hermione quitó su mano de su brazo.
—No soy lo suficientemente buena porque
algo no está bien conmigo. No soy perfecta,
¡así que no me quieres! ¿Es eso, no es así?
Malfoy negaba enérgicamente con los ojos
abiertos por la sorpresa. No tenía ni una
maldita idea de dónde venía todo eso.
—No Granger, estás sobre reaccionando…
Hermione, cegada por la ira, lo abofeteó tan
fuerte en la cara que estuvo a punto de dejar su
mano marcada en la pálida piel de Draco.
Temblaba tan fuerte que incluso podía sentirlo
hasta en los huesos. El rostro de Draco se
había volteado, dejando ver un atisbo de
lágrimas en sus ojos. Él no se podía mover, su
corazón aún agitado debido a los besos.
—¿Sobre reaccionando, no? ¿Acaso no
estoy actuando lo bastante bien para ti?
¡Bueno, pues perdóname, Malfoy! ¡Yo no soy
ninguna puta a la que puedes usar y después
botar cuando quieras! ¡Y en serio lamento que
esté muriendo, por lo tanto, no soy lo
suficientemente buena para tu amor! —su voz
sonaba chillona, con las lágrimas rodando por
sus mejillas.
Draco la vio alejarse con un zumbido en la
oreja y una mejilla ardiendo. Curiosamente, no
estaba molesto por lo que ella hizo. En todo
caso, se sentía orgulloso. ¡Maldición! ¡De
hecho estaba completamente orgulloso de que
Hermione lo hubiera golpeado –de nuevo! No
fue el hecho de que ella lo golpeara, sino la
pasión en sus ojos. Él no había visto esa pasión
desde la guerra. Notando que la lluvia se había
detenido, Draco sacudió la cabeza y regresó a
las mazmorras con una mano en su mejilla.
Merlín, necesitaba una ducha fría.
' ¡Cómo se atreve ese patético hurón a hacerme
eso! ¡Tal vez esté muriendo, pero aun tengo
un maldito corazón! ¡Y aún se puede romper! '
Hermione comenzó a regresar a su sala común,
sus rodillas temblaban ligeramente, con sus
zapatos mojados chirriando mientras caminaba.
Levantó las cobijas, casi sin aliento, y se dejó
caer en el colchón sin secarse. Los suaves
sonidos de las demás chicas al dormir llenaban
la habitación, junto con los ligeros ronquidos de
Ginny. Sus ronquidos no eran como los de Ron
–gracias a Merlín-, incluso eran confortantes.
Cinco minutos después, a Hermione se le hizo
difícil respirar sobre su estómago, por lo que se
volteó. El sol estaba comenzando a salir en el
horizonte, iluminando el dormitorio. Después de
todo lo que había sucedido, Hermione no podía
sentir la misma alegría que cada mañana. De
hecho, solo se sentía fría e indeseada.
Con la visión borrosa y sensación de náusea,
Hermione comenzó a conciliar el sueño. Sin
embargo, antes de que se quedara dormida, vio
la luz en forma de corazón en el techo fijo en
ella.
Dos días después…
—No lo olviden, estos viajes a Hogsmeade
son un privilegio. La mayoría, si no es que
todos, ya son mayores de edad, aún siguen
representando a la escuela. Si hacen algo que
los haga ver como un montón de animales,
entonces pareceremos un zoológico en lugar de
una respetable escuela. ¡Eso no es aceptable,
por lo que espero que todos se comporten!
Hermione estaba con sus amigos, escuchando el
usual discurso de McGonagall sobre
Hogsmeade. Normalmente los magos y brujas
mayores de edad podían ir cuando quisieran.
Pero para que pudieran ir, tenían que hacer una
petición escrita a su jefe de casa. Un hecho que
Hermione y el resto de sus compañeros
consideraba ridículo.
—Por Merlín —Ginny se giró hacia Hermione,
Harry y Ron—. ¿No creen que después de
todos estos años el discurso sería diferente?
Harry rió, pasando un brazo alrededor de su
cuello.
—Estoy de acuerdo, Gin. Creo que ahora he
escuchado ese discurso cuatro veces.
Ron rió, mirando continuamente a Hermione
por la esquina del ojo. Había notado cuán mal
se veía Hermione hoy. Cualquier cosa que le
estuviera pasando, estaba progresando
peligrosamente y él realmente no quería que
Hermione fuera.
—¿Hey, Mione?
Saliéndose de sus pensamientos, Hermione lo
miró.
—¿Sí, Ronald?
Ron movió los pies desesperadamente, sin
querer pelear con ella realmente.
—¿No crees que deberías saltarte este viaje a
Hogsmeade?
Hermione lo miró confundida.
—¿Qué quieres decir?
Harry miraba de Ron a Hermione. Él también
había notado cuán enferma y débil se veía hoy,
pero estaba sorprendido de que Ron lo hubiera
notado también. Tal vez su amigo no era tan
tonto como pensaban. Además, no era
necesario ser muy inteligente para notar cuán
enferma estaba Hermione.
—Tiene razón, Mione. No te ves muy bien
hoy.
Hermione frunció el ceño.
—Me siento bien, gracias.
Ginny recargó su cabeza en el brazo de su
mejor amiga.
—Tal vez ellos tienen razón, cariño. Deberías
quedarte aquí y dormir un poco…
—¡Dije que estaba bien, Gin! —gritó
Hermione, de repente sintiéndose culpable ante
la expresión de su amiga—. Verán, sé que están
preocupados, pero confíen en mí. Me siento
bien. Nunca me había sentido mejor.
Todos podían ver que estaba mintiendo y ella
también. Pero la dejarían ir de todas maneras.
Era obvio que pelear le quitaba mucha energía y
ellos no querían que se pusiera peor de lo que
ya estaba. Hermione suspiró mientras
comenzaban a caminar hacia la aldea. Todo lo
que dijeron era verdad. Había despertado esa
mañana sintiéndose peor que ninguna otra
ocasión y eso la asustó. Los doctores y los
sanadores habían dicho que si al despertar
apenas se podía mover entonces había motivos
para preocuparse. Bueno, cuando despertó
aquella mañana, apenas podía moverse y, mucho
menos, ir al baño.
Hermione sabía que su cáncer estaba muy
avanzado. Sin embargo, no podía decirle eso a
nadie. En el momento en que lo hiciera sería
enviada automáticamente a San Mungo a la
primera oportunidad que les presentara. Y no
podía dejar que eso pasara; no cuando sentía
que su propósito aún no estaba completo. Así
que se obligó a salir de la cama y a cambiarse
para el viaje. Hermione simplemente no lo
entendía. Dos días antes se había sentido
perfectamente bien. Ayer tal vez se había
sentido algo extraña, pero no había sido nada
grave. Hoy, por otro lado, el dolor la estaba
matando.
No había palabras para describirlo.
Así que aquí estaba. Se estaba forzando a sí
misma a ir Hogsmeade con sus amigos. En todo
caso, quería ver la pequeña y pintoresca aldea
una vez más; además de que también quería
que ver a sus amigos pasándosela
verdaderamente bien. Además, en verdad quería
ver a Draco. Después de haberle gritado dos
días antes, él había estado constantemente en
su mente. Durante clases no la miraba; solo
escribía en ese maldito libro que siempre llevaba
con él. Ella no sabía lo que él estaba haciendo
y eso no le gustaba. Ella quería su atención,
tanto como una disculpa. ¡Maldición!
Para cuando llegaron a la aldea, Hermione
sentía náuseas y comenzaba a sentir la visión
borrosa; el costado comenzaba a dolerle de
nuevo.
—Hey —llamó a sus amigos—. ¿Por qué no
van a Zonko? Voy a la librería, ¿okay?
Ginny se giró, soltando la mano de Harry.
—¿Quieres que te acompañe?
Hermione negó con la cabeza. No quería que
Ginny la viera así.
—No, estaré bien. Sólo me sentaré a leer un
poco y después los veré en las Tres Escobas.
Ron asintió y tomó a Harry por el brazo y lo
jaló. Si Hermione decía que iba a estar bien,
entonces ella iba a estar bien. Harry, siendo
arrastrado por Ron, tomó la mano de Ginny y
despidió agitando la mano. Mientras tanto, no
pudo evitar pensar que algo no andaba bien.
Realmente no quería dejar sola a su enferma
amiga. Ginny solo los siguió, mirando hacia
atrás cada tres segundos para estar segura de
que Hermione estuviera bien.
Una vez que estuvieron fuera de vista,
Hermione presionó con fuerza el costado de su
cuerpo y se forzó a sí misma a caminar hacia
los tres escalones que estaban frente a la puerta
de la librería. Las manos le temblaban cuando
giró la perilla, arrastrando los pies hacia el
estante más cercano. El sudor brillaba en su
frente para cuando comenzó a revisar los títulos
de este; sin realmente verlos debido a su visión
borrosa. Sólo tenía que leer, así que lo hizo. El
dolor se estaba expandiendo, ahora tomando
todo el lado de su cuerpo, así como el tórax.
Sacando un libro al azar del estante, lo abrió a
la mitad e intentó leerlo, sólo para dejarlo caer
en el suelo al momento en que sintió otra
oleada de dolor. Jadeante, se inclinó e intentó
respirar.
Una voz –una que reconoció como la del
dueña de la tienda- se escuchó a su izquierda.
—Hermione, querida, ¿te sientes bien?
¿Necesitas ayuda?
—No, Madame —susurró Hermione, negando
con la cabeza, mientras trataba de mantener la
vista enfocada—. Sólo necesito un poco de aire,
disculpe.
Hermione azotó la puerta, casi cayendo por las
escaleras mientras bajaba. Mirando hacia su
alrededor, miró algunas caras y a los edificios
que había detrás. Estaban borrosos y se movían
en un ángulo extraño. Los sonidos de las voces
a su alrededor no tenían ningún sentido para
ella. El dolor la golpeó de nuevo, causando que
se tambaleara contra la fría madera de la tienda.
Su cuerpo estaba húmedo debido al sudor. El
líquido cayendo de su frente hasta sus ojos, con
el cabello pegado en su rostro y en el cuello.
Otra oleada de dolor la golpeó, se dirigió hacia
el camino mientras su estómago se agitaba
violentamente. Hermione supo que estaba
enferma incluso antes de que lo estuviera.
Cuando el dolor la golpeó de nuevo, su cuerpo
perdió la batalla y su estómago se contrajo,
vomitando lo poco que había desayunado. Las
lágrimas caían por sus mejillas y su sistema
nervioso se dio por vencido, dejándola sola y
débil. Cayendo de rodillas, Hermione continuaba
con las náuseas y vomitando hasta que su
estómago quedó vacío. Mientras su cuerpo
temblaba con cada arcada, su mente comenzó a
ponerse en negro. Poco a poco cayendo en la
inconsciencia, escuchó una voz.
Una voz que encontró, estaba encerrada en un
círculo de luz con el rostro más hermoso del
mundo.
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Mil duscuñpas por no s

La Rosa Negra Mágica De MimiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora