Lucio se encontraba organizando todas sus cosas para la academia de caballería. Contó las horas que pasaría en la academia y metió en un bolso de cuero los libros que pensó necesitar, de todas formas mañana sería su primer día y le darían el horario para organizarse mejor.
—¿Pudiste conseguir todo?— preguntó Arcadio, recostándose en el marco de la puerta.
—Si— dijo poniendo el último libro que pensó necesitar en el bolso. —Me sirvieron la mayoría de tus libros viejos, pero algunos ya no se usan, o tienen versiones más nuevas—
—Que bien que te hayan servido, hay algunos que ni siquiera llegue a tocar— dijo con una leve risa.
—Nunca entendí por que dejaste la academia— dijo recogiendo los libros que decidió no poner en el bolso. En toda verdad, si tenía una idea, su padre se mostraba sorpresivamente transparente ante el hecho de que no había pasado del primer año en la Academia de Caballería. Siempre respondía sus preguntas con paciencia y con una gran calidez, sin embargo la historia que le contaba su padre de pequeño parecía ser mucho más complicada de lo que parecía. Cada vez que le preguntaba a una edad diferente la historia cambiaba un poco, los huesos de ella seguían ahí, pero siempre incluía detalles que aumentaban su complejidad significativamente.
La primera vez que le preguntó tenía siete en una tarde de verano, después de jugar y correr por las altas praderas del campo que se encontraban iluminadas de oro por el sol, Lucio decidió sentarse a descansar al lado de su padre en la sombra de un árbol.
Para ese momento Arcadio debía estar en sus veintes tardíos. Su cabello en ese entonces era mucho más corto de lo que era ahora, estando precisamente estilizado y peinado a todas horas.
Estaba leyendo algunas cifras del negocio vinatero, marcándolas relajadamente con un lápiz, haciendo pequeñas anotaciones por aquí o por allá en el papel. Cuando Lucio se sentó junto a él, este sonrió y se arrimo un poco para darle espacio en la sombra.
—¿Te han servido bien los lentes?— pregunto sin que su vista se apartara de las hojas de papel que tenía enfrente.
—Si— respondió Lucio cortamente, a esta edad no hablaba mucho. Se mantenía completamente callado como si estuviese encerrado en su mente, su vocabulario estaba bien para un niño de ocho años, cuando tenía que recitar poemas o libros frente a los tutores hablaba de la manera más correcta que se pudiese permitir un niño de ocho años, pero para comunicarse con los demás su vocabulario parecía reducirse a "si" o "no" incluyendo cualquier otra palabra que fuera estrictamente necesaria para comunicarse.
Pasaron un momento en silencio donde lo único que se oía era el viento que movía las hojas y el sonido del lápiz de Arcadio contra el papel. Lucio veía alrededor inquietamente, como si quisiera seguir corriendo por ahí pero el cansancio de su cuerpo no lo dejara.
—¿Qué haces?— preguntó apoyándose en el hombro de su padre para ver.
—Solo algo del trabajo— dijo volteando a mirarlo. Lucio miró los dígitos en la hoja de papel, tratando de comprenderlos.
—Adel dijo que fuiste a una academia de...— dijo tratando de recordar la palabra correcta.
Arcadio espero un momento, no eran muchos los momentos en los que su hijo se atrevía a hablar más de lo necesario por lo que intentaba que durarán la mayor cantidad de tiempo posible.
—Caballeros— completo después de ver a Lucio esforzarse más de lo que era necesario. Lucio asintió para confirmar que a eso era lo que se refería.
—¿Y si fuiste?— pregunto, Arcadio no podía ver bien los ojos de Lucio a causa de los lentes, pero presentía que le estaban brillando.
—Si— dijo con una sonrisa.
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El Fuego Que Se Llevo El Camino
Mystery / ThrillerSer aceptado en la academia para caballeros era parte de su plan, empezar a descubrir los extraños secretos de su familia no lo era, dime cuantos secretos pueden guardar tres personas bajo un techo y una lapida en el jardin?