Vendaval le estaba mirando fijamente, Lucio nunca sabia que hacer cuando la brisa decidía hospedarse en su cuarto, lo único que sabía era que no le gustaba que cerrará la ventana y que tenía un gusto por observar todos sus movimientos.Gracias a los rayos lunares que se filtraban por la ventana pudo ver como la brisa le extendió una de sus extremidades, parecía que le estaba ofreciendo la mano, era extraño, era como si estuviese ahí sin estarlo, como un pedazo de vidrio se veía completamente transparente pero sabías bien que estaba ahí, la cama se hundió con el peso de su "brazo", indicando a Lucio que verdaderamente no estaba soñando.
Lucio se sentó en la cama sin quitarle el ojo a la extraña forma que habitaba en su cama, parecía haberle quitado los ojos de encima y ahora veía relajadamente el techo de madera. Lucio se quedó quieto mirando al ser invisible que se encontraba en su cama. ¿Qué se supone que hago ahora? pensó, no podía echarle, y no sabia que responderle.
—No fue para tanto, no tienes que ignorarme— dijo, no podía describir su voz concretamente, siempre era un sonido agradable, pero su mente nunca podia asimilarla a una sola cosa.
—¿Qué te trae por aquí?— Le pregunto, Vendaval solía aparecerse al menos cada dos meses, pero no fue hasta hace poco que había empezado a hablarle.
—Lo de siempre, absolutamente nada— le dijo extendiendo sus extremidades por la cama, Lucio dejó salir un suspiro, al parecer no volvería a la cama tan pronto como hubiese querido.
—¿Siempre mientes verdad?— dijo mirando a la ventana abierta, tendría que asegurarse de cerrar las cortinas antes de irse a dormir.
—Me creerías si te dijera que, vine solo por ti— dijo con un tono tan convencido y fuerte como el viento que sacude molinos.
—No— le respondió secamente, mirando nuevamente a la pared al lado de su puerta para intentar esconder la sonrisa que le nacía en los labios.
Vendaval dejó salir lo que Lucio interpretó como un bufido, —Bueno, la gente recibe el amor que piensan merecer—
—¿Hoy es noche de filosofía?— le respondió con un tono sarcástico.
—¡Hay! pero no te enojes—
—No estoy enojado— le dijo, volteando la cabeza al lugar en donde la brisa debería estar.
—Si tan solo no te conociera—
—Realmente quiero saber de dónde te sacas tus frasecitas tan célebres—
—¿Por qué me las quieres dedicar?—
—No- — no pudo terminar la frase debido a que accidentalmente movió su mano y volvió a sentir el desmembrante dolor de su muñeca.
—Que te paso en la mano— el tono de su voz cambió, era tan frío y concentrado como el de una montaña.
—Toque algo que no debía— le dijo, no tenía la energía de explicarle, y aunque se presentaba como todopoderoso y había
—Déjame ver— le dijo, algo frío tomó de su mano y la acerco a sí.—¿Qué haces?— le pregunto, pero no recibió respuesta sí no un beso en la mano que le helo la sangre. Sintió un escalofrío sacudirle los huesos, el beso era tan frío como el de la misma muerte, en medio de su sorpresa Vendaval habló.
—Disculpa, ya me voy te veré en unos minutos— fue lo último que escuchó antes de ahogarse en el mundo de los sueños.
No solía soñar mucho, pero cuando lo hacía eran episodios muy vividos, esta noche estaba parado frente a un espejo idéntico al de su cuarto, pero parecía estar puesto en un pasillo de su casa que no existía, los cuadros se amontonaban en las paredes y el piso de madera a veces interrumpia su patron por otro que el no lograba procesar. El espejo como cualquier otro reflejaba su imagen, estaba utilizando un largo y elegante abrigo vinotinto que le resaltaba los ojos, su cabellera dorada estaba suelta y despeinada, su amuleto se encontraba ausente.
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El Fuego Que Se Llevo El Camino
Gizem / GerilimSer aceptado en la academia para caballeros era parte de su plan, empezar a descubrir los extraños secretos de su familia no lo era, dime cuantos secretos pueden guardar tres personas bajo un techo y una lapida en el jardin?