Escapes

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Sabía bien que el destino no lo quería muerto porque lo dejó entrar a la academia de caballería. "Es un poco narcisista, ¿no?" dijo una voz en su cabeza.


Su padre había pagado para que lo dejaran entrar, era tan obvio que Lucio no podía sentirse más humillado, el sueño lo abandonó por completo y su mente le daba vueltas de manera voraz a la idea. Se despertó del torrente que eran sus pensamientos cuando el libro que había dejado en un lado de la cama se cayó al suelo, haciéndolo regresar a la realidad. El aire del cuarto era frío, pero se sentía acalorado por las sábanas y las cobijas.


Dejó salir una risa nerviosa entre la oscuridad. Definitivamente, era mentira, pero el pánico de este pensamiento no lo había dejado y daba por sentado que no volvería a dormir tan rápido como hubiese querido.

Se paró de la cama y caminó por los pasillos lo más silenciosamente que podía. La madera era fría bajo sus pies y ofrecía una especie de distracción de los nuevos pensamientos que sacudían su mente.

Sabía bien que no tenía una mente que funcionaba de manera concreta, era propenso a ser un esclavo de sus emociones, y una vez pensaba algo no había que lo parara, al menos que tuviera un pensamiento que lo igualara en gravedad. Esta noche sus pensamientos paranoicos en relación con su suficiencia solo fueron superados por la inseguridad que tenía de perder la cordura. "La gente loca no tiende a preguntarse si ya ha perdido la cabeza" suplemento su cabeza tratando de calmar el pánico que lo quemaba por dentro. Una vez más conversaba consigo mismo, la frialdad del piso perdiendo su propósito como ancla.

"Pero si ya hemos saltado al precipicio, no más hemos vuelto"

Lucio sintió un escalofrío ante este pensamiento y clavó sus uñas en su antebrazo. En una ventana pudo notar su reflejo, y de manera momentánea sintió que su mente se aclaraba. "Es la cosa más estúpida que he pensado en mi vida" dijo en su interior. Si, tal vez, todo esto estaba dentro de su mente y nadie lo estaba escuchando, pero no pudo controlar, sentirse avergonzado y asqueado por pensar algo así, era demasiado dramático e innecesario. Aparte ¿Cómo que "hemos"?

Siguió caminando por los pasillos, esta vez usando el dolor que causaban sus uñas en su brazo como ancla. Hemos, nosotros. Estas palabras eran comunes en su vocabulario cuando tenía este tipo de conversaciones, como si cuerpo, mente y corazón no estuviesen todos puestos en un mismo lugar por acto de naturaleza, sino como si los hubiesen colocado en un lugar al azar que ahora debían compartir a pesar de su obvio disgusto por uno a otro.

Lucio apretó su amuleto y tomó un hondo respiro, su superficie fría, regresando a la vida con su tacto.

Abrió la puerta del baño y con la luz de la luna miró su reflejo, sacudió la cabeza y se mojó la cara con la poca agua que quedaba en un tazón. Mirando su reflejo nuevamente, estaba determinado en no volver a hundirse en su mente completamente, donde estaba dividido en tres y se deterioraba rápidamente.

Muchos representan su mente como un laberinto, es difícil de navegar y uno es capaz de perderse en ella si pasa mucho tiempo ahí. La mente de Lucio sería más como un gran cuarto, algunas partes estaban alumbradas y se encontraban al frente, eran las partes que usaba más, pensamiento crítico, memoria, comunicación, algunas memorias bonitas, habilidad de combate, entre otras, las demás estaban en plena oscuridad, a veces Lucio podía imaginar que una pared dividía las dos partes de su cabeza, una gruesa pared con una pequeña puerta que podía ser abierta en cualquier momento. A veces no importaba lo mucho que lo intentara, no había una pared, las partes más oscuras de su mente parecían comerse a aquellas que estaban en la luz.

No es que Lucio no supiera qué había ahí, lo sabía perfectamente y le aterraba sacarlas a la luz, incluso si era solo para que sus propios ojos las vieran. No sabía cómo explicarlo, pero era como si fueran pegajosas, le daban un sentimiento de desesperación al no saber cómo manejarlas.

El Fuego Que Se Llevo El CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora