Después de un par de horas de sueño, se despertaron con los primeros rayos de sol que se colaban por las cortinas. Liam gimió con suavidad y se estiró junto al pelinegro. Zayn apretó los dientes para contener la reacción instantánea de su cuerpo. Pero, según comprendió un momento después, era una batalla perdida. Liam solo tenía que tomar aire para que estuviera ansioso por unirse a él otra vez, por sentir su calor en torno a él, dentro de su hermoso cuerpo, donde no estaba solo. Donde, por increíble que pareciera, después de tantos años de soledad, había hallado la paz.Pero era una satisfacción temporal y lo sabía. Como para no olvidar aquel hecho, plantó los pies en el suelo y se levantó.
—¿A dónde vas? —murmuró Liam, con voz todavía ronca, aunque Zayn no sabía si era por el sueño, o por la pasión reavivada.
—A darme una ducha —repuso con brusquedad—. Tengo que ir a trabajar.
Liam se incorporó y la sábana resbaló hasta su regazo. Al instante, Zayn bajó la vista deseando tener más de esa hermosa piel a la vista. Inspiró profundamente y se dio la orden de mantener el control. Liam se pasó una mano por el pelo revuelto, apartándoselo del rostro con pereza y gracia. Esbozó una sonrisa, bostezó y dijo:
—Será mejor que yo también me ponga en marcha. Iré a hablar con Marie Talbot sobre ese trabajo.
Zayn asintió, pero no pudo evitar preguntarse si Liam le diría a la señora Talbot que su estancia en la base solo era temporal. ¿O lo mantendría en secreto, prolongando, de aquella forma, la farsa que era su matrimonio?
Un matrimonio que, al menos durante la noche pasada, había parecido perfectamente real. Los recuerdos pasaron veloces por su mente, como una fuerte ráfaga de brisa marina. Imágenes de Liam, entregado y confiado, extendiéndole los brazos, pronunciando su nombre... Zayn se preguntó cómo podría seguir viviendo sin él.
Liam se frotó distraídamente el estómago, que protestaba de hambre.
—Creo que se me ha abierto el apetito —dijo, y se sentó con cuidado en el borde de la cama.
—¿Te duele? —preguntó Zayn, pese a conocer la respuesta. Liam le dirigió una mirada traviesa.
—Ha merecido la pena.
Como si le hubiera caído un rayo encima, Zayn se quedó paralizado cuando comprendió las consecuencias de la noche anterior. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido?, se preguntó con frenesí. El deseo no era una excusa, tampoco la pasión. Solo podía esperar que Liam hubiese sido más inteligente que él.
—¿Liam? —le preguntó con cautela.
—¿Sí? —repuso, el castaño con voz somnolienta. Se levantó de la cama y se quedó de pie ante él, desnudo y sereno.
—Me da vergüenza tener que reconocerlo, pero acabo de acordarme de una cosa.
—¿De qué? —preguntó Liam, y dio un paso hacia él, como si quisiera consolarlo.
—Anoche... —le dijo, y levantó una mano para detenerlo y así poder pensar con claridad—. Por favor, dime que estás protegido.
Liam profirió una carcajada y Zayn se sintió momentáneamente aliviado.
—Por supuesto que estoy protegido —le dijo—. Esa es una de las ventajas de ser virgen, Zayn. Estoy libre de enfermedades de transmisión sexual —entonces, palideció y lo miró—. Tú no...
—No es eso—lo tranquilizó enseguida—. Estoy sano. No estoy hablando de enfermedades, Liam. Lo que quiero saber es si estás tomando algún anticonceptivo,— añadió trás recordar al castaño diciéndole que era de los hombres que tenía la posibilidad de quedar embarazado.
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