11

554 60 42
                                    

El corto trayecto a pie hasta la puerta principal nunca había parecido tan largo. Prácticamente corrieron hasta la casa.

Una vez dentro, con la puerta cerrada y la llave echada, cayeron juntos al suelo, mientras se buscaban con los labios y con las manos. Entre una sinfonía de susurros y gemidos, atravesaron, dando tumbos, el salón para entrar en el dormitorio en el que habían dormido juntos, pero separados, desde el comienzo de su matrimonio.

Zayn cayó sobre el colchón, se incorporó un poco y lo miró a la cara, como si necesitara una confirmación de que, Liam realmente, lo deseaba. Deslizó una mano por debajo de la camisa del castaño que todavía llevaba abierta y volvió a tocar su piel, Liam jadeó y se arqueó como un gato que pidiera ser acariciado.

—Liam —preguntó en voz baja—. ¿Estás seguro de lo que quieres?

—Mírame —contestó el castaño con una sonrisa suave, pero tensa, en el rostro—. Tengo el corazón desbocado, las piernas no me sostienen y, cada vez que me tocas, me olvido de respirar.

Zayn sintió un nudo en la garganta y sintió una oleada de emoción... una emoción que lo aterraba y, al mismo tiempo, lo llenaba de placer.

—Sí, Zayn, estoy seguro.

—Gracias a Dios —murmuró, e inclinó la cabeza para reclamar un beso. Le rozó los labios con suavidad, luego, le mordisqueó el labio inferior y trazó el contorno de su boca con la lengua, que introdujo en su cálida cavidad para avivar las llamas que encerraba, hasta crear un infierno.

Zayn tiró totalmente de la camisa del castaño, cortó el beso, inspiró con fuerza y se regaló la vista con la piel cremosa que había soñado acariciar. Mientras deslizaba la mano suavemente por su pecho, notó los latidos incontrolados del corazón de Liam. Tragó saliva y sintió cómo su corazón palpitaba con el mismo desenfreno. Inclinó la cabeza y acarició, primero un pezón, luego el otro, atormentando los botones oscuros y sonrosados con la punta de la lengua hasta que Liam empezó a retorcerse.

Liam asió con los puños la camiseta de marine de Zayn pero, cuando intentó tirar de la tela para poder acariciarle la piel, Zayn se incorporó y el mismo arrojó su camiseta al suelo. En cuestión de segundos, Liam volvía a estar en sus brazos, y sentir su piel contra la suya lo arrastró al fondo del precipicio. Sin decir palabra, se quitaron el resto de sus prendas y se miraron a los ojos, envueltos en una niebla de deseo tan intenso, que ninguno de los dos podría haber hablado aunque lo intentara. Pero no había necesidad de decir nada. En aquellos momentos, solo existía la necesidad de tocar, de saborear... de descubrir.

Apartando con impaciencia la colcha multicolor, Zayn colocó a Liam sobre las sábanas frescas de algodón y se inclinó sobre él. Lo besó hasta que los pulmones clamaban por aire y, aun así, no quería parar. Quería hacer muchas más cosas con él. Cortó el beso y deslizó los labios por el contorno de su mandíbula hasta la columna de su frágil cuello.

Liam se apretó contra Zayn, arqueándose, retorciéndose, sujetando su cabeza por temor a que parara. Mientras lo atormentaba con los labios, con las manos, Zayn acariciaba su cuerpo y exploraba cada declive de su cuerpo. Las yemas callosas de sus dedos recorrían aquella piel de satén con la delicadeza de un escultor al trabajar el cristal. Sin embargo, el ansia seguía intensificándose en su interior, como si nunca pudiera tener bastante de Liam.

Finalmente, deslizó la mano derecha por la curva de su cadera. Ignorando su erección, le acarició la piel interna del muslo y, con los dedos, rozó el borde entre sus glúteos a modo de promesa.

Liam dio un respingo y echó la cabeza hacia atrás. Abrió las piernas para él y Zayn aceptó la invitación. Tomó su erección en la mano, y el castaño se estremeció y levantó las caderas para rozarse contra su palma, buscando, instintivamente, la liberación que los dos tanto ansiaban.

Tras De TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora