Domingo, 1 de agosto del 2021.
Estamos los cuatro tirados en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá, viendo una película de sobremesa de terror, cuando mi teléfono empieza a vibrar.
—¡Ah! —grita Abril.
—¡Joder, qué susto me has dado! —le espeta Adam.
—Estas pelis me ponen en tensión —dice ella.
—De eso se trata —comenta Mauro—. ¿No vas a atender a la llamada, Blanca?
—Es Iván —aclaro.
—Si no lo vas a coger, apaga el maldito teléfono que me va a dar un infarto —bromea Abril, aunque lo de que está en tensión siempre que vemos este tipo de películas es cierto, sus gritos nos asustan más que la peli cada vez que ocurre algo.
—¿Os parece si hacemos una pausa y lo cojo? —pregunto.
—Va, sí —dice Adam—, que me duele el culo de estar sentado en el suelo, no entiendo por qué tenemos que acurrucarnos siempre tanto —se levanta.
—¡Porque si no os apretáis a mí, no la vemos! —Abril va tras él— ¡Y no me dejes sola!
—Hola, Iván.
—¡Blanca! Me lo has cogido.
—Sí.
—¿Nos vemos en un rato? Te recojo en un par de horas y vamos a tomar una cerveza a alguna terracita.
—Hoy no tenía intención de salir...
—¡Va! No seas muermo, hace un día estupendo, ¡es verano!
Adam nos ha pedido que cenáramos fuera porque había invitado a una amiga a casa, así que...
—Vale, pero he quedado para cenar con mis amigos.
—Ya te estás preparando la excusa para largarte —dice, creo que en broma.
—No es excusa, ya habíamos quedado.
—Vale, entonces en una hora estoy ahí.
—¿Una hora? Venga, vale, voy a la ducha.
—¿Voy y te enjabono la espalda?
—¡Iván!
—Es broma, mujer, los amigos bromean...
—Ya, vale, hasta ahora, amigo.
—¿Has quedado con él? —pregunta Abril, sentándose de nuevo en el suelo y estirando a Adam para que se ponga a su lado.
—Sí, en una hora, así que pon la peli ya, que quedan veinte minutos y así me da tiempo a ducharme y demás.
—¿Crees que es buena idea? —pregunta Mauro.
—No lo sé, parece que tiene claro que solo vamos a ser amigos.
—La cuestión es que lo tengas claro tú.
—No voy a tener nada con Iván.
—A mí no tienes que convencerme, lo que decidas estará bien siempre y cuando sea lo que quieres —dice Mauro.
Acabamos de ver la película, con un final no demasiado apoteósico para lo que esperábamos que fuera, pero con muchos gritos intermedios por parte de Abril.
Me ducho, me visto con unos tejanos cortos, un top y unas sandalias de tacón medio y voy para la puerta, Iván me ha enviado un mensaje de que ya me estaba esperando.
—¡Nos vemos a las nueve en el italiano, chicos! —les grito, para que me oigan desde la cocina.
—¡Hasta luego! —vocean ellos.
Iván está apoyado en el coche mirando su teléfono. Es guapo, no puedo negarlo, y llamativo, pero no es Axel.
¿No es Axel? ¡Qué narices te pasa, Blanca! Claro que no es Axel, ni tiene que serlo, porque no tiene ningún interés de estar aquí ni volver a verte.
—Hola, preciosa —Se acerca a darme un beso en la mejilla.
No siento nada. Buena señal.
—¿A dónde vamos?
—He pensado llevarte a una terraza que hay en la calle de Segovia, es de un amigo, y a ver si te da un poquito el sol, que va a acabar el verano y sigues igual de blanquita.
—No me gusta tomar el sol, siempre me quemo, hace años que abandoné la idea de verme bronceada.
—Pues nos ponemos a la sombra —ríe—. No seré yo a quien recuerdes mientras maldices por haberte quemado.
La verdad es que me siento bien, la incomodidad que temía que podía haber no se da. Charlamos. Me pregunta sobre mi nuevo trabajo y me dice que siempre tendré las puertas abiertas en Dick&sons.
En varias ocasiones estoy tentada de preguntarle por Axel, pero me digo a mí misma que no es buena idea.
A las nueve me lleva al italiano, donde he quedado con mis amigos.
—Me ha gustado mucho poder estar contigo —dice.
—Yo también lo he pasado bien.
—Podremos repetir, ¿no?
—Claro.
Antes de bajar del coche se acerca a mí y se mantiene quieto, mirándome, demasiado cerca.
—Iván...
—Los amigos se despiden con un beso, ¿no?
Beso su mejilla.
No tiene intención de prolongar el gesto ni volverlo más íntimo y eso me agrada.
—¿Te llamo esta semana y quedamos para cenar?
—Hablamos, ¿sí?
—Vale. Pásalo bien con tus amigos.
—Gracias.
Me preguntan nada más sentarme y les cuento.
—Demasiado amigable todo —dice Mauro.
—Se ha comportado muy bien —lo defiendo.
—Demasiado bien, quizás, para hace nada estar colgado por ti, ¿no? —comenta Abril.
—Lo nuestro fue sexo, para los tres lo fue, lo cual no tiene que ser contrario a quedar en alguna ocasión como amigos, ¿no?
—¿Para los tres lo fue? —dice Mauro.
—Bueno, no vamos a volver a hablar de eso —intento esquivar el tema—, la cuestión es que he pasado un buen rato con mi amigo Iván y todo ha sido de lo más normal. Ahora voy a pasar un rato con mis amigos de siempre y vamos a pedir ya, que estoy muerta de hambre.
No sé si les convenzo del todo, especialmente a Mauro, que me mira con una ceja levantada, pero no volvemos a sacar el tema en toda la cena.
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Mi lista: PROHIBIDO
RomanceUna novela que pretende provocarte múltiples sensaciones. Blanca es una mujer de 33 años que convive con sus tres mejores amigos. Después de poner fin a una relación de lo más tormentosa tomó las riendas de su vida con una idea muy clara en su cabez...