Sábado,7 de agosto del 2021
Hemos pasado la noche juntos. Cuando llegó a mi habitación no buscamos nada, no había tal cosa allí. Tuvimos sexo, varias veces, la última bajo el agua de la ducha, antes de quedarnos dormidos abrazados, y así estamos ahora, tumbados en la cama.
Lo observo, con los ojos cerrados, los labios algo separados, la respiración tan pausada, desnudo, cubierto en parte por las sábanas... Nada tiene que ver con el ejecutivo agresivo que suele aparentar ser. Recorro con mis dedos sus labios, muy suavemente, no quiero despertarlo, su barba, bajo por su cuello y dibujo con mis yemas el contorno de su tatuaje, trazo la línea de esos cuadraditos infernales que reinan en su estómago y llego hasta esa V de voyadejartehacermeloquequierasporqueesimposiblenegarlenadaaestecuerpo que desemboca en su gran e infernal...
—Buenos días —dice, haciéndome apartar la mano de golpe.
—Buenos días —respondo, sonrojándome porque me haya pillado manoseándolo.
—No pares, sigue con lo que estabas haciendo.
Lo hago. Continúo dibujando en su piel con mis dedos, hasta llegar a la cúspide de su miembro, preparado para dejarse hacer todo lo que se me pase por la mente, y merodean tantas cosas, aunque la que encabeza la lista es...
—Oh, Blanca... —dice, cuando la introduzco en mi boca.
Su voz ronca de excitación, de deseo, sus manos viajando inevitablemente a enredarse en mi pelo y ceñir mi cabeza a él, su rostro mostrando la satisfacción que le produce la situación... Está completamente rendido ante mí y eso me encanta. Pocas veces lo he visto cediendo el control y esta es una de ellas. No dejo de mirarlo mientras le doy placer. Se deja llevar, no me mueve a su antojo como suele hacer, no domina, no opone resistencia en someterse a mí, a mi boca, a mis manos...
—Voy a... —No acaba la frase, no dice nada más que un sonido gutural y ronco que llena el ambiente.
Paso la lengua por mis labios mirándolo fijamente a los ojos.
—Qué suerte haberme dejado anoche algo en tu habitación, me hubiera arrepentido toda la vida de no haber sido así y perderme este despertar, el mejor despertar que he tenido. Ven aquí.
Me tumbo a su lado y me abraza, me besa, me acaricia.
—Me he saltado varias de las prohibiciones de mi lista.
—Ya me han hablado de tu lista...
¿Le han hablado de mi lista? Claro, Iván. ¡Bocazas!
—Entonces también te habrán contado que es infrangible.
—No hay nada en este mundo que no se pueda quebrantar.
—¡Claro que lo hay! Y mi lista es una de esas cosas.
—Pero si tú misma acabas de decir que te has saltado tus propias prohibiciones —ríe.
Touché.
—Blanca..., ¿has pensado en mi propuesta de quedarte esta semana aquí conmigo?
—No.
—¿Por qué? No me dirás que en tu lista hay una maldita prohibición que dice con exactitud que no te puedes quedar a pasar la semana en Portugal con un hombre...
—No, exactamente eso no.
—Pues ya está, decidido.
—¡No!
—¿Cómo que no? No hay motivos para negarte.
—¡Hay muchos!
—¿Cuáles?
—No he traído ropa para una semana, tengo la habitación solo hasta mañana, no puedo pasar tanto tiempo contigo...
—Iremos de compras, dormiremos en mi habitación y acabas de decirme que en tu lista no pone nada de pasar una semana con alguien en Portugal.
Me hace reír. Lo plantea de ese modo y parece tan simple, tan tentador... Pero no.
—Me quedo contigo hasta mañana, pero cogeré mi avión y pasaré la semana en mi casa.
—¿Siempre eres tan tozuda o es solo que te gusta ponerme las cosas difíciles a mí?
—¿Y tú eres siempre tan caprichoso?
—No se responde con una pregunta.
—Tú tampoco me estás respondiendo.
—Me gusta tener lo que deseo.
—Ya, y cuando lo tienes te cansas pronto.
—No tienes ni idea —Se levanta de la cama, coge su ropa interior y entra en el baño.
¿Se ha enfadado? Pues dos problemas tiene, no pienso ir tras él, no voy a...
—¿Te has enfadado? —digo, habiendo entrado en el baño, aunque me lo había prohibido a mí misma.
—No.
—Axel, no podemos...
—Es que tú colocas un jodido muro inalterable y ya no tengo nada que hacer. ¿No podemos?
—No.
—¿Por qué?
—Porque yo no estoy preparada para tener nada serio con alguien, porque no puedo colgarme de ti y que me des la patada, porque no quiero pasarlo mal, porque estoy bien haciendo lo que me apetece cuando me apetece...
—Vale. Es tu decisión, no me queda otra que acatarla, aunque me parezca una completa insensatez poner trabas a las cosas y no dejar que sucedan. ¿No te apetece estar conmigo? Porque tal vez soy yo que estoy viendo cosas donde no las hay. ¿No estás bien cuando estamos juntos?
—Sí lo estoy, no es eso.
—Ven —Me da la mano y nos acercamos a la mesa, donde están mis carpetas y mi ordenador—. Saca papel y boli.
Lo miro.
—No te estoy pidiendo nada raro, Blanca, solo un papel y un bolígrafo.
Lo hago.
Escribe en la parte posterior del folio la palabra prohibido.
—¿Qué pretendes? —pregunto.
—Vamos a hacer una nueva lista, una juntos.
—Ya tengo mi lista.
—Ya, pero esa fue antes de conocernos.
—He escrito cosas en ella desde que te conocí.
—No, Blanca, me has conocido esta noche, empezamos a conocernos en el momento en que ayer entraste en mi habitación, los de antes éramos solo dos desconocidos que jugaban a provocarse, nada más. Llámame loco, pero hay algo entre nosotros, algo especial, ¿no lo ha sido para ti? Porque si está únicamente en mi cabeza, dímelo y me rendiré sin oponer resistencia.
—Ha sido especial, Axel, pero...
—No digas nada más, me basta con eso. Ahora escribe, por favor —Me da el bolígrafo.
—Mejor empieza tú —digo.
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Mi lista: PROHIBIDO
Roman d'amourUna novela que pretende provocarte múltiples sensaciones. Blanca es una mujer de 33 años que convive con sus tres mejores amigos. Después de poner fin a una relación de lo más tormentosa tomó las riendas de su vida con una idea muy clara en su cabez...