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CAPÍTULO ONCE
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—Lo hiciste a propósito —Murmuré—. ¿Te pensas que no me doy cuenta, Camila? Desde que llegué Leandro y vos hacen de todo para dejarme a solas con Neymar.
—No sé de qué me estás hablando.
—No te hagas la otra, sabés muy bien de lo que te hablo.
La castaña evitó mirarme a toda costa, dándome a entender que lo que le estaba diciendo era verdad. Camila nunca había sido buena ocultando cosas y menos a mí que la conocía desde que éramos chicas.
Negué, totalmente indignada. Leandro y Neymar nos miraban desde la recepción, esperando a que mi amiga y yo terminásemos de hablar. La había arrastrado lejos para poder decirle que se había pasado tres pueblos reservándonos una habitación matrimonial, sin ningún tipo de aviso previo como para que pudiese prepararme mentalmente.
No lograba entender en qué momento Camila había pensado que eso era una buena idea. Junior y yo, solos en una habitación, solo podía traer problemas.
—Vos y yo dormimos en una habitación y Leandro y Junior en otra. —Dije, cruzándome de brazos.
—No —Apretó los labios mientras negaba fervientemente—. Ya va siendo hora de que ustedes dos hablen y arreglen sus problemas.
—Yo no quiero arreglar los problemas, yo quiero disfrutar de mis vacaciones.
—Amiga, por favor —Camila juntó sus manos—. No me vas a convencer de cambiar el hotel y mucho menos de cambiar de habitación, así que solo te queda una opción.
Abrí la boca, sorprendida ante sus palabras. Lo había planeado todo meticulosamente para que sí o sí decidiera quedarme, pero si ella era terca yo lo era aún más. Así que, bajo su atenta mirada, me aferré a las correas de la mochila de Salem, agarré mi valija y comencé a caminar hacia la salida.
Recién habíamos puesto un pie en la isla y ya estaba de malhumor. Camila conocía la historia, me había visto llorar, Junior había sido mi primer amor y mi primer corazón roto. Hasta me animaría a decir que el único, porque como lo quise a él no había vuelto a querer a ningún otro.
