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CAPÍTULO DOS
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—Ah, no, esta mina de nuevo no... —Dije mirando mi celular.
— ¿Quién? —Camila apoyó la cabeza en mi hombro para poder ver la pantalla, y ni bien leyó el nombre del contacto en mi WhatsApp hizo una mueca—. ¿Qué quiere?
—Saber dónde estoy, cuánto tiempo voy a estar fuera de Argentina, si tengo un affaire con algún futbolista.
—Que pesada, boluda —Mi amiga le dio un sorbo al mate y después me cebó uno a mí—. Igual te digo, mejor tenerla de amiga que de enemiga, mirá todo el quilombo que armó con la China Suarez.
—No solo con ella —Fruncí el ceño—. A Homs le dio con un caño también.
Le devolví el mate a Cami y le hice una seña con el dedo para que se mantuviera en silencio. Todos estos años en el ojo público me habían enseñado con quién tenía que llevarme bien y a quién se la podía picantear. Claramente a Yanina Latorre la quería tener de mi lado siempre, al igual que a su jefe, ellos te defendían hasta lo indefendible, así que era mejor de vez en cuando contestarles algún mensaje o darles una nota con buena onda.
Apreté el botón de grabar audio y comencé a hablar, dejando de mirar a mi amiga que estaba aguantándose la risa y en cualquier momento me iba a contagiar a mí también.
—Hola Yani ¿cómo estás? Yo bien, acá, tranqui, en Francia, me vine a quedar un tiempo con Cami... aprovechar las vacaciones y relajarme, un saludo para todos ahí en el piso y para Angelito, besos.
—Ay boluda —Camila soltó la carcajada que estaba aguantando—. No podes ser tan falsa, me das miedo.
—Soy falsa con la gente falsa ¿o vos te pensas que si yo fuera como otras que no le dan nota o no le responden los mensajes Yanina me defendería tanto?
—Yo no le doy nota ni le respondo los mensajes.
—Pero vos no te metes en polémicas —Le apreté las mejillas—. Vos sos la buena influencia, todos sabemos quién es la que la vive cagando de las dos.
