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CAPÍTULO VEINTITRÉS

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CAPÍTULO VEINTITRÉS

El vuelo de Río de Janeiro a Sao Paulo duró una hora exacta, estaba impresionada con el buen timing que habíamos tenido para ir de un estado a otro sin que nos hicieran complicaciones en el aeropuerto

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El vuelo de Río de Janeiro a Sao Paulo duró una hora exacta, estaba impresionada con el buen timing que habíamos tenido para ir de un estado a otro sin que nos hicieran complicaciones en el aeropuerto. Sobre todo, al conseguir viajar tranquilos, ya que nadie se había enterado de nuestro paso por ahí, así que no fuimos demorados por fanáticos intentando sacarse fotos con Junior.

Una camioneta negra nos estaba esperando a la salida para trasladarnos a la casa donde vivían Carolina junto a los dos niños y su marido. No podía negar que estaba nerviosa, a pesar de la videollamada del día anterior. Ney había pasado toda la mañana intentando que me relajara, buscando cosas para que hagamos juntos y así distraer la mente, pero era más fuerte que yo. En lo único que podía pensar era en si le iba a caer bien a Davi o no.

Lo sentí darme un apretón en la mano cuando el vehículo estacionó en nuestro destino. Una casa blanca con un jardín enorme se hacía presente ante nosotros, dándonos la bienvenida. Lo miré atenta, esperando a que él bajase primero, pero se tomó un momento para hacerme respirar profundo.

—Está todo bien, Florcita —Dijo, dándome una sonrisa—. Le vas a caer bien a todos.

—Estoy tranquila, lo juro, pero no me dejes sola con nadie porque me da vergüenza. —Pedí.

Junior soltó una risita entredientes y se desabrochó el cinturón de seguridad para poder bajarse. Inhalé y exhalé un par de veces y lo seguí, aferrándome a su mano como si fuese una nena chiquita a punto ser dejada en la escuela por primera vez.

Atravesamos el jardín, pero no fuimos capaces de llegar a la entrada porque tan pronto como notaron la camioneta estacionada afuera, la puerta se abrió y dos niños corrieron hacia nosotros como si sus vidas dependiesen de ello. El rubio, al cual identifiqué rápidamente como Davi, fue el primero en llegar a Junior. Le dio un abrazo apretado y se quedaron allí un momento largo, disfrutando de la compañía del otro.

El más pequeño, quien suponía que era Valentín, se quedó esperando su turno, mirándome atentamente a un par de pasos de distancia. Llevaba puesta la camiseta del PSG y los botines que Neymar había sacado con puma recientemente, luciendo extremadamente adorable. El jugador extendió uno de sus brazos, sin soltar a su hijo, y le indicó al otro niño que se acercara a él para que también pudiese abrazarlo.

𝗔𝗻𝗼𝘁𝗵𝗲𝗿 𝗻𝗼𝘄 | 𝗡𝗲𝘆𝗺𝗮𝗿 𝗝𝗿 |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora