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CAPÍTULO CINCO
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— ¿Qué quieren comer? —Preguntó Leandro, mirándonos a Camila y a mí.
—No sé, amor, elegí vos.
— ¿Un guisito de mondongo?
Hice una mueca, escondiendo mi cara detrás del menú. No me quería quejar de la comida porque al fin y al cabo estaban invitando ellos, pero no había nada que detestara más que el mondongo.
—A Florcita no le gusta eso. —Murmuró Júnior, sin apartar la vista de la carta.
La mesa se quedó en silencio, Camila y Leandro intercalaron miradas entre el brasileño y yo, esperando a que alguno diga alguna cosa. Neymar levantó la vista al ver que nadie hablaba y puso cara de confusión.
— ¿Qué? —Preguntó, sin entender por qué de repente nadie acotaba nada.
—A mí sí me gusta el guiso de mondongo —Dije para llevarle la contra.
— ¿Desde cuándo?
—Desde siempre.
Junior se rio entre dientes, negando levemente y volviendo a dirigir su mirada al menú. Detestaba que se acordara de ese detalle tan minúsculo después de tantos años. Creía que, un tiempo después, ya no se acordaría ni de cuántos años nos llevábamos, pero al parecer no era así.
Leandro propuso ordenar pasta y yo asentí rápidamente, cualquier cosa me parecía mejor que la otra opción. Cami me dio una patada leve con el pie por debajo de la mesa para que le prestara atención, me miró con una ceja levantada e intercaló una mirada fugaz hacia Neymar que ahora se encontraba hablando con el ojiazul.
Fruncí el ceño y me encogí de hombros disimuladamente. Ya me imaginaba por dónde iba la mano y quería cortar eso de raíz, no importaba cuánto se esforzasen ella y su marido en intentar acercarme al brasileño, por algo habíamos terminado años atrás y no tenía ganas de volver a cometer los mismos errores.
Una moza se acercó a nuestra mesa a tomarnos el pedido, era una pelirroja de ojos verdes, hermosa, que no tardó en detenerse a un lado de Junior, sonriéndole de forma descarada.
