Sociedad

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Mis ojos se abrieron ante los golpes en la puerta, me incorpore tallando mis ojos, aún me encontraba en el suelo, me levante estirando mis músculos, la espalda me duele a montones.

Corrí al baño lavando mi rostro, los golpes no pararon en ningún momento ¿por qué tanta insistencia? Cuando estuve a punto de abrir una voz se hizo presente que me paralizó de inmediato.

—¡Se que estás ahí, pequeña! ¿Creías que no iba a enterarme? —me debatí entre ir a abrir o no—

—Dan, no puedes verme, no debes conocer mi rostro, es peligroso.

—¿Para quién?

—Para mí... —susurre apoyando mi cabeza en la puerta— Dan, una vez que me tengas frente a ti no puedes decirle a nadie.

—¿Por qué?

—Por qué estoy metida en cosas muy chungas, no soy de confiar.

—Me da igual, no sabes lo que me costó subir con esta maldita silla de ruedas así que abre.

—Eres todo un caso —con una sonrisa abrí la puerta encontrando a Dan en la silla de ruedas mirándome asombrado— sí, soy joven.

—Pareces adolescente.

—¡Oye! Que tengo veintiséis.

—No lo parece.

Rodé los ojos ayudándolo a entrar. Cuando lo tuve dentro cerré la puerta con pestillo.

—¿Qué quieres, Dan?

—Involucrarme. Estas cargando con el peso de la búsqueda tu sola, no es justo, las cosas con Richy me hicieron reflexionar, quiero ayudarte.

—Yo puedo. No es la primera vez que me veo envuelta en este tipo de cosas —comente caminando a la cocina— siento que están encubriendo la desaparición de Hannah, la policía de Duskwood en estos momentos no es nada contra ellos.

—¿Contra el FBI? —asentí entregándole un vaso de agua—

—Llevo años intentando ir en contra de ellos. Antes de que esto ocurriera estuve tan cerca, pero al involucrarme en el caso descuide mis barreras, leyeron parte de mis archivos.

—Mierda...yo creía que eras solo una jovencita que se vio afectada por personas que no conocía.

—Te conozco mejor que nadie. Daniel Elías Anderson, cambiaste el apellido paterno ya que te llevas mal con él, ex militar que fue expulsado por mal comportamiento.

—Okey, okey, entendí —aseguró bebiendo de un sorbo el agua— no eres lo que pensaba.

—Lo sé, Dan....jamás soy lo que piensan —me deje caer al sofá con un suspiro— si estás conmigo, ayudándome, no puedes decirle al resto, ni siquiera a Jessy.

—Estoy dispuesto, Enith, te lo aseguro.

—Espero que sea así, venga, debo contarte algunas cosas.

Pase las siguientes horas contándole a Dan algunas de las cosas que me impulsaron en ir contra el FBI, escuchaba atentamente y a medida que avanzaba con mi relato sus puños se apretaban cada vez más.

En cuanto finalice limpie algunas lágrimas traicioneras que habían salido tomando una fuerte respiración, ese tema seguía afectándome.

—Eres impresionante, simplemente eres de las personas más fuerte que he conocido.

—No me definiría como fuerte, pero gracias —lo mire pensando en cómo podía ayudarme, hasta que la idea llego a mi como un foquito encendiéndose— tú vas a ser mis ojos en Duskwood, nadie sospechara de un hombre en sillas de ruedas con sus amigos desaparecidos.

Código a tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora