Valentía

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Había un olor nauseabundo en el ambiente.

Las paredes estaban manchadas de un tono rojizo que dibujaban símbolos que yo conocía muy bien, solté un suspiro y me adentre al lugar cerrando la puerta tras de mí, tome mi linterna alumbrando el lugar, todo era tan anticuado. Recorrí toda la casa en busca de algo que pudiera ayudarme a entender.

No encontré nada hasta que llegue a una puerta cerrada con cerrojo, mire a mi alrededor sintiéndome una criminal, volví a utilizar el método de las ganzúas abriendo la puerta, una escalera me recibió.

Había trozos de carne en las tablas, carne humana.

Fotografíe todo el lugar.

Bajé con cuidado procurando no manchar mi calzado, en cuanto estuve abajo tuve que cerrar mis ojos por un momento, parece una matanza.

Un hombre colgaba del techo, su rostro estaba compungido en una mueca de dolor absoluta, las cuencas donde debían ir sus ojos estaban vacías.

Pronto lo reconocí, es Michael Hanson, lo que queda de él.

—¿Qué carajos paso aquí?

—Jennifer, eso paso —di un paso hacia atrás ante la voz, en el suelo se encontraba un joven sangrando sin control— oh, lo siento, no quise asustarte.

—¿Cómo te llamas? —pregunte acercándome a él, su estado es inhumano—

—Jaziel Hanson.

—No sabía que Michael había tenido otro hijo —comente sacando de mi mochila un frasco de morfina y una jeringuilla, ahora agradecía ser una persona preparada—

—No sé qué paso —comenzó a llorar de pronto desorientándome— yo estaba en mi casa y...de pronto irrumpieron, lo único que sé es que desperté aquí con papá muerto frente a mis ojos, me duele todo el cuerpo.

—Necesito que intentes recordar ¿Cuántos hombres eran?

—Muchos, iban vestidos con equipamiento militar.

—La FBI —me lamente inyectando el contenido de la jeringuilla en su brazo, no opuso resistencia alguna— es morfina, te ayudara con el dolor.

—Gracias...

—Debemos ir a un hospital —intente moverlo, pero soltó un gemido de dolor que me detuvo al instante—

—No vale la pena, no lo soportare —se estiro soltando otro alarido, me extendió un arma suplicante— yo lo intente, pero no soy así de valiente.

—¿Estás seguro? —tome el arma viendo su cargador, solo queda una bala—

—Como nunca en mi vida.

—Pero puedes vengarte en sus nombres.

—No, yo no soy como ella.

—¿Tienes otros hermanos?

—Una hermanita, se suponía que iría a buscarla.

—La cuidare.

—Tendrás un nuevo ángel guardián, chica.

—Hare justicia, Jaziel, lo prometo —con eso dispare el arma directamente a su cabeza, cayo de lado, inerte—

Limpie mis huellas llevándome el arma conmigo, cuando estuve fuera saque mis zapatos encendiéndolos, me fui del lugar hacia la casa de Dan. No podía dejar ni rastros de que estuve allí.

Mis pies ardieron con las ramas y rocas, pero seguí avanzando.

Nada debía de ocurrir así, nada debió de salirse de control de tal manera, esto ya no es un secuestro, esto es mucho, mucho más, estoy metida hasta el cuello en esto, ya no puedo desistir.

Código a tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora