Dolor

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ENITH

¿Dónde carajos estoy?

¿Por qué me siento tan agobiada?

Solté un quejido moviendo mi cuerpo, un pánico me invadió cuando unas fuertes amarras me retuvieron en el mismo lugar.

Estoy atada, estoy atada...

Maldita sea, no puede hacerme esto, no puede imaginar que simplemente no luchare, respire profundamente tratando de calmar lo agitado de mi pecho, moví mi mano para comprobar la dureza de la cuerda, comencé a tirar con fuerza, mi muñeca ardiendo por la fricción.

Cuando pude sacar un brazo quité rápidamente la venda de mis ojos, el cuarto estaba estúpidamente iluminado, pude observar todo con detalle.

Regados por diversas zonas del piso se encontraban cadáveres de mujeres, jóvenes, de pelo negro. No, esto no puede ser mi culpa, yo no pude provocar algo así...

¿Cómo alguien puede hacer tanto daño?

Te extrañe mucho este último tiempo, princesa —su voz provoco que un escalofrío recorriera mi columna, me gire hacia su voz en postura defensiva— ¿vas a hacerlo así?

—Jamás vas a poder tenerme como lo deseas, Louis.

—¿No me digas...? —mire hacia otro lado cuando su ceño se frunció, lo dedujo velozmente mandando mi fortaleza al caño— ¡contéstame, Enith! ¿dejaste que te tocara?

Su voz sonaba rasposa, un asqueroso olor a alcohol barato llego a mis fosas nasales, el conocido aroma abrió recuerdos olvidados tal y como una caja de pandora, me aleje de el cuándo aquel flashback inundo mi mente, coloque una mano en mi pecho asustada.

—¿Tu...? —mi voz se entrecorto cuando un fuerte dolor de cabeza me asalto— ¿tu abusaste de mí?

—¡Nunca abuse de ti! Siempre fuiste y serás mía.

—¡Tenia dieciséis años maldito enfermo! —su boca se abrió para replicar, pero lo calle— ¿sabes que es lo más jodido?

—Enith —su tono de advertencia casi me detuvo, casi—

—Jake consiguió lo único que tu jamás vas a poder conseguir —se acercó a mí con pasos rápidos, su mano dispuesta a tapar mi boca— mi corazón.

—¡Cállate! —aguante la respiración cuando me sostuvo del cuello— ¡tú no puedes amarlo!

—Lo amo. Pase lo que pase, hagas lo que hagas, mi corazón siempre le va a pertenecer.

Su furia era indescriptible, me lanzo al suelo en un sonido sordo que me hizo soltar un gemido de dolor, retuvo mis brazos sobre mi cabeza acercando su rostro a mi oído.

—No me importa que lo ames, puedo conseguir que me ames, ya lo conseguí una vez.

—Lo único que vas a conseguir de mi es repudio.

—Vamos a tener que limpiar esa boquita...

Aquellas frases se clavaron en mi mente, no pude estar consciente del todo hasta que escuche como se bajaba su bragueta, sacudí mi cabeza volviendo a mí, mire mi cuerpo encontrando mi pecho expuesto, me removí con fuerza soltando gritos.

—¡No lo hagas!

Mis suplicas no le afectaron, fije mi vista al techo con las lágrimas cayendo por mis mejillas ¿Por qué ahora no puedo ser fuerte? ¿Por qué...?

Cerré mis ojos con fuerza cuando comencé a escuchar sus gemidos, sus manos tocaron mis muslos yendo directamente a mis pantalones, mis ojos se abrieron, no, no, no...

Código a tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora