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Romina
Miré mi ropa en el espejo recordando, estaba recreando outfits que usaba cuando solía salir a jodas.
Si bien, para mantener mi cuerpo luego del embarazo tuve y tengo que hacer mucho ejercicio y esforzarme más, por esa misma razón ahora tengo más cuerpo por así decirlo entre muchas comillas.
Actualmente se me hacer raro verme usando ropa tan corta como usaba antes, bueno, obviemos que de adolescentes yo no tenía tantos atributos que presumir claramente.
Dios dijo, lo que te pude poner de tetas, te lo puse de piernas y bueno, dios me cagó, aunque por el embarazo y la lactancia obviamente tengo más pero sin exagerar.
Si mi madre me viera ahora diría que parezco prostituta...
Recuerdo que está falda la había hecho yo misma con lo poco que sabía y tenía y se la mostré a Enzo.
—¿Enzo, que opinas?— pregunté haciendo poses exageradas y es solo se me quedó viendo —Enzo...
—¿Eh? Estás hermosa, que digo, dios Romina me podés tanto encerio — el acunó mi rostro con sus manos y empezó a dar pequeños y rápidos besos por toda mi cara y mis labios— sos bellísima, la mujer más perfecta que puede existir, una diosa, Afrodita se pondría totalmente celosa al verte.
Por cada cumplido dejaba un casto beso haciéndome sonreír el se agachó acariciando mis piernas —sos hermosa, desde acá...— sus labios tocaron la piel cercana a mis gemelos— está es mi favorita...
El toque de sus labios en mi muslo me causaron un escalofrío — también hermoso...— besó por encima de mi falda mi cadera subiendo a mi abdomen— esta parte también...— beso el centro de mi pecho.
Al llegar a mi cuello sonreí por la pequeña cosquilla que me causo sus labios y después sentí sus almendradas orbes en las que me perdería toda la vida —y bueno, todo en general.
