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Enzo
Escuché el timbre sonar para luego encontrarme a la hermosa pelinegra que tanto me volvía loco.
Oli quería ir a ver a sus primos y cuando los ve sus padres no existen para ella así que aproveche la noche.
La saludé con un sonoro beso en el cachete - te veo nervioso ¿Que hiciste?
Reí y negué, guiandola hacia el comedor donde había preparado una cena como todo un caballero- Enzo, esto es... Dios es hermosa- ella sonrió al ver los adornos que decoraban la mesa y la comida ya servida.
-es lo mínimo que haría por vos linda.
La cena transcurrió con bastante naturalidad aunque estuve pensando y con la mente en otra cosa toda la noche.
-¿Cocinaste todo vos?-asenti- está delicioso.
Al finalizar agarré su mano y la llevé hacia una pequeña terraza que tenía en mi departamento.
La noche había decidido cooperar dando una vista estrellada y la luna llena iluminando la escena.
Las orbes negras de Romina brillaron cuan estrellas mientras que sus manos se agarraban del barandal.
Detrás de ella mis manos se posaron arriba de sus manos descansando mi barbilla en su hombro-¿Te gusta?
Ella asintió y una estrella fugaz paso rápidamente.
-Enzo, pedí un deseo, pedido un deseo- cerré los ojos ante su pedido para después volverlos a abrir -¿Que pediste?
Ahora que ella se había dado la vuelta para mirarme, yo no despegue mis manos del barandal haciendo que su cuerpo quedara entre mis brazos.
Su sonrisa de emoción se hizo presente al igual que los pequeños saltitos, le encantaban estás cosas- no te puedo decir, si te digo no se cumplen.
