Capítulo II

502 47 9
                                    

Lo creeré siempre.

Dormir es mi actividad favorita, aunque tengo que admitir que no es con exactitud algo considerado 'Actividad'. Ojalá un día Pada pueda autorizar unas horas más de descanso. Creo adorar esa acción porque es la única cura que tengo para aquellos golpes durante los combates con mi padre.

Rin.

Sí tan sólo se diera cuenta de que soy una niña.. ¡Y aún peor! ¡Su hija! No veo el problema en quererme un poco más, dejarme participar en cualquier otra cosa, un deporte, estudios, ajedrez, artesanía, música. Sé que por ahora no soy muy virtuosa, pero jamás lo sabré si no lo intento.

Rin..

¡No todo es pelear! Es más, si quiera sé porque lo hace. Creo que lo único que podríamos hacer con semejante entrenamiento sería algún ataque extraterrestre, alguna invasión, o que simplemente alguien amenace con destruir el planeta.

Creo que por ahora sólo podría detener a los maleantes.

Rin...

¡¡Quiero una vida normal!!

¡¡RIN!!

Cuando sentí el desgarrador frío proveniente del agua fresca, salté de mi lugar lanzando así, un chillido. ¡Lo volvió a hacer!

— ¡Ya desperté! –Le dije de una vez cuando terminé de despertar— ¡No tenías por qué hacerlo!

— ¿¡Cómo que no!? ¡Te he llamado más de tres veces! ¡Es tarde para tu entrenamiento! – Hizo una pausa y me observo de pies a cabeza— Luego arreglarás eso.

<< ¿Qué? >>

Con la mirada gacha, pude ver como mi puño atravesaba el suelo madero. Una que otra astilla se encontraban incrustadas en mi mano. No sentí el dolor en ese momento, es más, lo único que percibí fue la mirada sorpresiva de Pada. Normalmente no lo hacía, ni siquiera cuando lograba destapar el frasco de jalea. Sí que era difícil.

Los segundos restantes, el daño hizo efecto.

— ¡DEMONIOS! –Me tomé la mano con fuerza, en un instante se inflamo un poco—.

El silencio reinó. Pada seguía de pie allí, en el umbral de la puerta, mientras veía como me vendaba la repentina herida.

— Te esperaré en el lugar de siempre, veo que hoy será un buen día para entrenar— Yo suspiré— Y no quiero ningún reclamo como el de ayer, además... Veo que te recuperaste bien de tu hombro.

Y se fue.

¡No lo había notado! Era verdad, pero no era la primera vez que sucedía. Cuando me lastimaba gravemente, en dos días o hasta el día siguiente ya me encontraba recuperada. Quizá sea la condición física.

Me coloqué el Gi de color celeste, en este momento es el único limpió que tengo, y puedo decir que es muy cómodo, mucho más que los restantes. Me apoderaba de él los días sábado y domingo, para poder tener más rendimiento en los combates de última hora. Y sin dejarlo pasar... Es el que poseía mamá cuando era niña.

Cuando salí de nuestro pequeño hogar hacia la zona deserta, el lugar diario de nuestras sesiones, me detuve para poder ver bien el paisaje. Nunca hacia esto, creía que vivir en casi medio de la nada no llamaba mi atención, pero la verdad era que tenía un panorama increíble. Claro está que una parte, la otra mitad está cubierta de escombros.

¿Siempre vivimos aquí? ¿Fuera de la sociedad?, y sí fue así, ¿Por qué?

— Al fin llegas insolente –Pada se encontraba de brazos cruzados— ¡No tengo todo el tiempo del mundo!

La Inocencia del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora