Capítulo XXVI

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El ventilador soplaba contra nosotros mientras tomaba un poco del refresco de naranja que aquel cerdito-humano me había ofrecido. El lugar estaba muy fresco y eso era muy acogedor, a mi punto de vista. Por las ventanas entraba el olor a brisa de mar que pocas veces había disfrutado así, por lo que estaba más calmada de lo que estaría, estando consciente de que el señor Goku estaba en el piso de arriba y yo aquí sin poder verlo. Veo como el anciano que nos recibió en su casa leía una de sus revistas y Yamcha solo se quedaba pensando en medio de algunos cojines. 

— Si deseas algo más me avisas -Me habló el sujeto presentado como Oolong, dejando más comida en el centro de la mesa, prendiendo la televisión después de eso-.

Me alegraba bastante que al ser nuevamente una desconocida para aquellas personas, no hubiera preguntas de por medio. Parecía que lo aceptaron tranquilamente después de una breve introducción por parte del de la cicatriz. 

Asiento con una expresión calmada, terminando todo el jugo y dirigiendo mis cansados ojos hasta la ventana con vista a toda la playa que podía abarcar la isla.

Gohan y Trunks habían ido al encuentro con Bulma ante la repentina aparición de una máquina del tiempo, que obviamente no se trataba de aquella en la que el muchacho del futuro llegó. Y creo que eso le inquietó muchísimo, puesto salió casi al instante de recibir la foto por parte de la mujer peliceleste. No sabía cuanto tiempo ya había transcurrido desde eso y desde que llegamos a Kame House, pero ya era considerablemente mucho.

— Así que Rin... ¿No es así? -El anciano con cuadrados negros sobre los ojos me miró-.

— Exactamente señor... Maestro...-Pasé saliva al haberme olvidado como era su nombre.- Daishi Rin.

— Es bueno saber que tenemos un aliado más en este enfrentamiento -Dice dejando su revista de lado- Si quieres puedes subir a ver a Goku, no tienes porque quedarte esperando a los demás mientras te aburres -Anima con serenidad y amabilidad al mismo tiempo. Le miro un tanto impresionada por su actitud madura, después de todo era un anciano, y nada más y nada menos que el maestro de los muchachos, como me había contado Krilin y Yamcha. 

— G-Gracias...-Digo tímidamente mientras me levanto y tomo camino hacia las escaleras por el lado del anciano, pasando disimuladamente mi vista a su librillo con imágenes de mujeres con ropas muy pequeñas, en mi humilde opinión. 

Dejé atrás al ambiente de playa con cierta emoción y ya estando arriba, abrí la habitación que resguardaba al azabache. Doy pasos lentos por si provoco algún ruido con el suelo de madera, y llego hasta su lado, sentándome sobre mis rodillas.

No digo nada puesto creo que no es necesario, y realmente no tendría mucho sentido si es que el señor Goku dormía profundamente. Porque realmente lucía así, dormido. Para haber estado a punto de ser afectado por una enfermedad del corazón, ahora se le veía muy al estilo del señor Goku. Y eso me hizo sonreír por lo bajo. Y comenzaba a sentirme extraña con solo imaginar como sería si al fin pudiese despertar; vería nuevamente sus ojos y su semblante distraído y divertido, algo que siempre me tranquilizaba cuando iba a entrenar con ellos, después de haber tenido que vivir un episodio desagradable con Pada.

Suspiro como por milésima vez en el día, pero por una razón distinta. 

— ¿Quién soy? -Pregunto al aire, recordando las palabras de Trunks- No puedo pensar en otra cosa, no puedo concentrarme en nada más que en eso, señor Goku... ayúdeme a saber -Pido con ganas de soltar un par de lágrimas-.

<< Al final si terminé hablándole a alguien dormido. >>

— Y ya no puedo encarar a mi padre sobre esto -Digo cayendo un poco hacia atrás.- Todo se está volviendo más pesado, ahora más con esto de la nueva máquina del tiempo -Poso mi mentón sobre mis manos, repasando el cuarto, encontrándolo bastante espacioso-.

La Inocencia del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora