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Willow entra en la panadería con una sonrisa de lado a lado, más grande que la del gato de Alicia. Lleva brincando y canturreando desde primera hora de la mañana, justo después de otra sesión de besos. 

Algo en ella se siente distinto. Con más luz, con más vida. Puede sentir la felicidad de Orión por medio del vínculo, y seguro que él la de ella. Están conectados a otro nivel, para siempre.

Su lobo estuvo bastante reacio a dejarla ir aquella mañana. Los primeros días después de la marca los Alphas suelen sentir celos y sobreprotección hacia sus parejas. Al igual que ella sentía la necesidad de estar pegada como una lapa a Orión.

Pero debía ir a trabajar. La manada no se mantiene sola y se siente bien aportando su granito de arena. Además de que está deseando contarle a Kara lo de su unión.

Kara se está colocando el delantal cuando escucha a Willow llegar. Aunque junto con ella, un aroma a Alpha que grita "Aléjate". Uno que casi te puede poner de rodillas.

- Joder Willow. Tu lobito se ha pasado con lo de impregnarte con su olor esta mañana.- Gruñe la chica girando a mirarla.

La linda conejita siempre huele a Orión, avisando de que tiene pareja. Pero hoy es demasiado para Kara.

Aunque se queda atónica cuando, con una sonrisa de felicidad pura, la castaña le muestra la marca en su cuello. Una enorme mordida que aún no cicatriza del todo. La marca de un Alpha.

- ¡Dime que no! He perdido a mi amiga. Se dejó llevar por el camino del matrimonio.

Willow ríe por el dramatismo de su amiga mientras se pone manos a la obra con el pan.

Durante el resto de la mañana las dos cotillean sobre como ocurrió y la coneja porta contenta la mordedura de su pareja.

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El enorme Alpha porta con orgullo la pequeña marca de su pareja. Con una felicidad que hace años que no sentía. Con la sensación de pertenecer por fin a un sitio.

Pasea por los pasillos de los despachos de la manada con el cuello descubierto y la gente no puede evitar fijarse en ese tenue pero dulce olor de la coneja, mezclada con la fuerte esencia del lobo.

Orión entra al despacho solo para encontrarse a su amigo sentado en su silla con los pies encima de todo su papeleo. Que hoy parece de mucho mejor humor que ayer, o por lo menos menos asustado. Sobre todo cuando le bromea sobre la linda mordedura.

- Ahora te gobierna una mujer. Se acabó el Alpha rudo.- Se ríe por octava vez el lince.- Ahora llevarás esa sonrisa de idiota allá por donde vayas.

Orión solo lo empuja fuera de su mesa, no dejando que nada estropee su maravilloso día.

- Cuando tu pasaste por la unión no recuerdo haberte dado tanto el coñazo.

Como única respuesta Archer se encoje de hombros y sonríe victorioso. Pero entonces recuerda la razón por la que le estaba esperando y piensa en las palabras adecuadas para darle las malas noticias.

- Orión. Melody ha revisado ya cada cámara de la ciudad.

- ¿Y?- Pregunta con prisas el pelinegro necesitando buenas noticias.

Sin embargo la mueca de su amigo le advierte de que no lo son.

- Ninguna te captó.

Orión gruñe enfadado y se deja caer sobre la butaca del despacho cerrando los ojos con cansancio y rabia. 

- ¿Cómo es eso posible?

Con paciencia Archer se sienta frente a él, al otro lado del escritorio, y comienza la explicación que llevaba toda la mañana preparando.

- En la primera muerte estuvimos toda la mañana en los límites de la ciudad, en el bosque. Buscando puntos débiles a la protección de la capital por orden de Lion. En el bosque no hay cámaras por lo que no hay pruebas. 

- En el segundo asesinato.- Continúa él.- Debería haber un vídeo de ti con Willow entrando en su hotel pero, por alguna razón, la cámara estaba estropeada y todo lo que se grabó en la semana está borrado. 

Orión frunce el ceño, señal de que está pensando. Le parece mucha coincidencia que no tenga ninguna prueba con la que respaldarse.

- Está claro que querían tenderme una trampa. Es un sabotaje de Lion o definitivamente tengo la peor suerte del mundo.

- También lo creo.- Suspira Archer dándole vueltas al tema.- Melody está repasándolo todo y viendo si la cámara fue hackeada, a lo mejor así conseguimos pruebas de que alguien quiere inculparte.

- Pero no es suficiente.- Ruge el lobo.

Sus ojos brillan en disgusto, el estrés ya no le deja ni pensar con claridad. Pero se relaja un poco al sentir la felicidad de su conejita por medio del vínculo. No querría inquietarla, y su preocupación podría hacerlo.

Cansado se frota los ojos y respira profundo antes de hablar.

- Dile a Melody que iré a verla en unas horas y avisa al consejo de que tendremos reunión en un rato. Creo que tengo una idea que...

De repente un estuendoroso sonido hace sobresaltar a los dos hombres. Un constante ruído agudo que reconocen de inmediato y los mantiene alerta. La alarma de la manada.

La que avisa del ataque a sus tierras y que llama a todos a esconderse o luchar por proteger lo suyo. 

El corazón de Orión se acelera mientras, ágil, saca sus armas y se dirige hacia el exterior dispuesto a defender a su manda. Su respiración se agita y la angustia le invade al pensar en su tierna conejita, que está sola y desprotegida en algún lugar del pueblo. Aunque bien podría ser el agobio de ella el que siente.

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- ¡Agachate Willow!- Grita Kara en cuanto escucha la alarma. 

La coneja, cerca del mostrador, obedece al instante mientras comienza a sentir el terror de la situación. Algo en su pecho se estruja y el pitido constante hace doler sus oídos por su aguda audición.

- ¿Que está pasando? ¿Que es esa alarma?

Kara se arrastra hasta su amiga y retrodece con ella, por si acaso algún enemigo mira dentro del local, que no se den cuenta de que están allí. Aún no sabe que es lo que está ocurriendo exactamente pero, de alguna forma, quiere proteger a su amiga y a algo así como una ¿Luna?

- Estamos bajo amenaza, alguien está atacandonos.

Willow abre los ojos como platos asustada. ¿Bajo ataque? Eso quiere decir que alguien ha entrado para masacrarlos. Que deven combatir.

- ¡Orión!

Su primer instinto le hace levantarse y salir corriendo hacia la puerta. El pelinegro está ahí fuera, seguramente peleando, y siente la necesidad de ir a ayudarlo, con lo poco que pueda hacer.

- ¡Willow vuelve!

Viendo el riesgo que corre la coneja imprudente, Kara practicamente salta hasta ella y consigue derribarla antes de que abra la puerta. Fuera se escuchan ruidos posiblemente de armas y gritos de lucha, pero mantenerse ahí dentro es lo más seguro para las dos. 

- Tengo que ir Kara, debo ayudarle. 

Y ella la entiende. Ella también quiso hacerlo en vez de quedarse ayudando a los más pequeños en aquella batalla en la que perdió a su alma gemela. Pero no era lo correcto, al igual que no lo es ahora.

- Hay una trampilla en el sótano que nos llevará a unos túneles subterraneos seguros. Lo mejor sera que nos quedemos allí. La manada nos necesita Willow, pero para cuando este horror haya acabado y tengamos que levantar las cenizas de lo que quede de la manada.

Las palabras no son muy alentadoras pero son sinceras. La castaña aún duda, sintiendo la presión y esfuerzo de su pareja como el suyo propio. La necesidad de hacer algo para ayudar a los suyos. Porque así siente a la manada ahora.

Mira la puerta una vez más , y está a punto de tomar una decisión cuando, con un estrepitoso sonido de miles de critales rotos, alguien tira la puerta abajo. Lanzando a ambas una lluvia de pequeños cristales sobre su piel.

Un lobo para la conejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora