El peli negro da vueltas sobre si mismo en aquella estrecha habitación, como un animal enjaulado. Ha perdido completamente el juicio.
Desesperado vuelve a marcar. Una y otra vez. Ya debe de haber saturado el buzón de voz, pero Willow sigue sin contestarle.
En cuanto el primer rayo de sol marcó el final de la noche, Orión comenzó a tratar de localizarla. Se comportó como un idiota, si. Pero desaparecer de esa manera no es propio de la coneja y el pánico empieza a ahogarle ante la idea de que algo malo le haya pasado.
Con rabia aprieta el aparato cuando vuelve a oír el desesperante tono.
Escucha a alguien llamar a la puerta y, con violencia la abre encontrándose con la cara incrédula de Archer.
El lince jamás había visto a su amigo así. Dos oscuras ojeras adornan su cara, haciéndole saber que no ha pegado ojo en toda la noche. Sus ojos brillan en desesperación entre rojos y húmedos.
En cuanto Orión lo reconoce siente a su lobo querer saltar sobre él, en un intento por descargar toda la energía que se le acumula.
- ¡Todo esto es tu culpa!
A Archer no le da tiempo a reaccionar cuando Orión lo tiene sujeto de la camiseta con fuerza intimidándole con su gesto salvaje.
- Tu me dijiste que le diese espacio. Y aún no ha regresado.
- Cálmate.- Trata de soltarse el lince.- Que yo recuerde no fui yo el que la grité.
Orión se retira como si sus palabras fuesen bofetadas. Bofetadas de verdad. No puede pagar con su amigo lo que es solo su culpa.
- Ahora relájate y cuéntame que ha pasado con Willow.
- ¡No está!- Orión gruñe sintiendo la impotencia de nuevo.- No ha vuelto a casa, Archer. Y no me contesta al teléfono.
Se remueve el pelo nervioso, con pequeños tirones que quieren terminar con su poca paciencia. Vuelve a caminar en círculos sintiéndose totalmente perdido sin su conejita.
- Está bien está bien. Con calma.- Archer intenta ser la voz de la razón.- Se ha llevado el móvil, ¿no? Lo rastrearemos y daremos con ella.
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Miles de pasos resuenan, poco discretos, por el bosque. A Orión no le importa llamar la atención de otros animales o cambia formas y el resto de sus hombres siguen sus pasos apresurados.
Melody dio rápidamente con la dirección. Unas coordenadas en medio de la nada, algo alejado de la frontera de la manada. Su olor dulce es muy tenue y remueve la conciencia de Orión mientras se detiene cerca de un viejo árbol.
Pero no es el único olor que es capaz de identificar. El fuerte aroma de un león se mezcla con el de Willow. Tratando de mantener la calma, a pesar de la presión de su pecho y el brillo peligroso de sus ojos, Orión observa el terreno.
El brillo de un teléfono llama su atención entre las hojas. Su pantalla está rota y miles de notificaciones, de sus llamadas, saltan en la pantalla principal.
Los acompañantes del Alpha se quedan en completo silencio, esperando alguna orden de su líder. Orión, con el ceño fruncido observa la dirección por la que debieron desaparecer los secuestradores, calcula por el rastro, que hace por lo menos quince horas.
Quince horas de ventaja que no van a ser suficientes para escapar de la furia del lobo. Porque piensa encontrarla, cueste lo que cueste.
- Es hora de sacar el as bajo la manga.
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- ¿Y como has acabado aquí?
El desconocido vuelve a intentar hablar con la castaña que, con los ojos cerrados, trata de mantener la calma. Ha pasado demasiado tiempo. Su tripa gruñe por la falta de alimento y aún no ha podido descansar, pensando en todos los posibles escenarios que le depara el futuro.
¿La atacarían y se la comerían? ¿La matarían? ¿Lion le obligaría a darle apoyo en su campaña? ¿La marcaría?
La marca. Por instinto trata de tocarse el cuello donde está su vínculo, pero la soga en sus manos no lo permite.
- No lo se.- Es todo lo que responde en susurros.
- Hombre, has debido cabrear a alguien.
Willow suspira derrotada. Tanto tiempo allí en silencio le ha dado tiempo para reflexionar las cosas. Un silencio que la atormenta.
- No, yo solo...- Pero se detiene.
No tiene sentido. Explicarle a un hombre sin nombre como se volvió la obsesión de un león poderoso que quiere gobernar todo el país.
Como está tan rota que solo siente dolor físico y psicológico. Además de todos los sentimientos negativos que le transmite el vínculo. Está segura de que ahora mismo Orión puede sentirla, al igual que ella a él.
- Si que has debido de hacer algo malo, si.
- ¡Ya te he dicho que yo no hice nada!- Pierde la paciencia Willow.
- ¿Entonces por que ha bajado el jefe?
Los pelos se le ponen de punta al instante. Se para a escuchar unos pasos lentos y seguros. Puede escuchar como se frena unos segundos, silencio, y luego el rechinar de la puerta de la celda.
Por puro orgullo se niega a girar la cabeza, a intentar ver al hombre que ha hecho de su vida un infierno. Y no solo de la suya si no de toda una manada. Además no tiene fuerzas para hacerlo. Se siente adolorida y cansada. Cansada de la vida.
Puede ver los impecables zapatos de vestir junto a sus pies. Puede olfatear la fuerte colonia varonil y el olor de la cera de pelo.
Con una lentitud tortuosa se agacha, arrugando mínimamente su impecable pantalón, hasta quedar cara con cara con ella.
Lion sonríe encantador a la coneja que solo cierra los ojos intentando aplicar la de "si no lo veo no está". Pero ese juego infantil no funciona y, los dedos de Lion presionan su barbilla obligándola a mirar.
- Te lo dije. ¿No es cierto Willow?
Su tono grabe, aunque finge ser amable, la asusta. Trata de no mirarle directamente a los ojos. Esos ojos claros que la atemoricen.
- Pero tu decidiste hacerte la rebelde y no aceptar tu condición de omega.
Su voz baja dos tonos y, con fuerza, gira la cabeza de Willow dejando al descubierto su cuello. Una posición tan sumisa y humillante que casi hace a la chica sollozar.
- Peor. Te dejante marcar por ese chucho.
Cuando suelta su rostro Willow deja caer su cabeza, con el pelo cubriéndole el campo de visión. Lion solo se queda así, serio, como analizando a la coneja. Esa que le rechazó tantas veces. Pero ahora se ve distinta. Más triste, más apagada.
- Tenías razón.- El susurro que sale por los secos labios de Willow es tan bajo que Lion cree haberlo imaginado.
- ¿Qué has dicho?
- Con lo de las especies. Tenías razón.- Los ojos de la castaña brillan con dolor.- No todos los cambia formas somos iguales. Hay algunos hechos para el poder y otros... inferiores.
La última palabra la suelta con tal repulsión que le hace daño. Pero se ha resignado a seguir con esta farsa. A creerse a todo ese cuento de fantasía que, claramente, no es posible.
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Un lobo para la coneja
Hombres Lobo¿Acaso hay algo más fuerte que los instintos? ¿Qué es aquello que puede hacer esconder los colmillos a un violento lobo? ¿Qué es aquello que evita hacer huir a una pequeña conejita? En el mundo de los cambia formas se han visto muchos tipos de parej...