SIN ESCAPATORIA

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- ¿¡Que haces!?- Susurra el hombre preocupado cuando ve a la coneja caminar en el sentido contrario. Hacia el interior de la Cueva y sus infinitos pasillos.

Willow frena durante unos segundos viendo a su nuevo amigo al otro lado del pasillo invitándola a correr hacia la salida con él.

Si, sería la opción más inteligente. Salir de ahí y no mirar atrás. Pero siente que es su momento de demostrar que puede hacerlo. Que todo lo que han opinado durante años son solo mentiras de hombres con aires de grandeza.

- Corre. Debo hacer algo.- Su voz suena baja pero segura.

Sin nada más que decir Willow echa a correr por el largo corredor mientras el hombre se queda ahí, dudando. Antes de dar media vuelta y marchar hacia su deseada libertad.

Lleva tantos años ahí encerrado que es como si se supiese el sitio de memoria. Muchas veces ha oído hablar a los guardias de sus turnos y sus lugares de vigilancia. Pensando que jamás sería capaz de salir, imaginando como lo haría. 

Pero ahí está. Gracias a cierta coneja deprimida de bonita sonrisa que le liberó.

La libertad se siente extraña. Le falta el aire, en parte por la carrera en parte por la presión en su pecho, la adrenalina y la incertidumbre.

En el último momento, la puerta principal le parece una mala idea. Por lo menos cinco leones la custodian y, en su descuidada forma física por el poco alimento y maltrato, le cazarían enseguida. Sin embargo una vieja puerta de emergencia casi olvidada parece ser su vía de escape más sensata.

Con manos temblorosa la abre, despacio para no hacer ruido. ¿Y al otro lado? Al otro lado el viento roza su cara, el olor del bosque le da la bienvenida y la luz de una luna, más llena que de costumbre, le permite seguir sin mirar atrás dispuesto a perderse en la arboleda.

Eso es claro hasta que una fuerza sobre humana lo placa de lado haciéndole rodar por el suelo. Las hojas y ramas se clavan en sus manos y su costado se lleva la peor parte.

No tiene tiempo para recuperarse del golpe. Una oscura figura lo sujeta manteniéndolo pegado al suelo. Sometiéndolo. 

¿Así de fácil? ¿No ha podido tener ni dos segundos de libertad y lo han cogido?

Pero no. No huele a león, ni a felino. Con temor y adolorido observa esos ojos amarillos.

Orión y sus hombres llevan más de tres horas ahí fuera. Observando a los guardias que custodian el camuflado edificio. La seguridad es demasiada y no encuentran un plan para entrar sin montar una masacre.

Aunque al lobo poco le importa. Si en media hora no tienen un plan piensa entrar a la fuerza y matar a todo el que se interponga en su camino.

La luna llena brilla en todo su esplendor en lo alto del cielo. Su lobo está más nervioso de lo normal. Luchando por salir a cobrar su venganza y, aunque por el momento Orión lo retiene, piensa dejar salir su instinto animal esta noche.

De repente un olor lo saca de sus sádicos planes. Huele a carnívoro, y puede ver su sombra salir sigiloso del edificio, caminando hacia el bosque apresuradamente. Pero no es eso lo que llama su atención, si no el dulce olor que lleva encima.

Solo un pequeño rastro que habría pasado desapercibido para todo el mundo. Pero no para el lobo cuyos ojos brillan alertas cuando identifica el olor de su conejita.

Sin pensarlo demasiado se lanza sobre él. Sobre ese hombre que osa tener el olor de su pareja encima. Se sorprende de lo ligero y huesudo que es pero eso no lo detiene cuando lo estampa contra el suelo tratando de contener a su lobo.

- ¿¡Quien eres!?- Es su animal el que habla por él.

El hombre bajo su cuerpo tiembla aún sin reaccionar lo que lo desespera aún más.

- ¿¡Como te llamas!?

- ¡No lo se!- Por fin habla él casi en sollozos.

- ¿Cómo que no?- Por la impresión suelta un poco su agarre dejando por fin al hombre sin nombre respirar.

- ¡Devuélveme a la celda, devuélveme a la celda! No recordaba tantos psicópatas aquí fuera.

Los farfullos confunden aún más a Orión que por fin suelta al hombre y lo ayuda a levantarse. Es imposible que este asustado personaje tenga algo que ver con el secuestro. Además, ¿Celda? ¿Es un prisionero? ¿Por que tiene el olor de Willow?

- ¿Por que hueles a ella?- Los colmillos de Orión luchan por salir. Aunque no sea del séquito de Lion, algo sabe.

- ¿¡A quien!? Lobo psicópata.- El hombre se sacude la ropa hecha girones tratando de recobrar la compostura.

- A Willow.

- La coneja.- Se sorprende cuando comprende de quien se trata. Cuando ve la pequeña marca en el cuello del lobo.- Ella nos sacó de ahí. Pero no quiso venir conmigo. Yo no se...

Orión gruñe entre orgulloso y enfadado. Han escapado, pero no ha salido del edificio. ¿En que está pensando?

- Nos ayudarás a entrar al edificio. O te mandaré de vuelta con los leones.

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El estilo de decoración de este lugar no tiene nada que ver con la pomposa mansión de la ciudad. Es oscura y moderna. Con paredes lisas azules y pasillos largos y minimalistas.

Willow frena de golpe cuando, al girar la esquina casi se delata frente a dos hombres que vigilan una sala. Su pecho sube y baja nerviosa por la adrenalina del momento. ¿Y ahora que hará?

No tiene mucho tiempo para decidir porque una ruidosa alarma comienza a sonar por todo el edificio. Una alarma ruidosa que avisa de su huida y es entonces cuando entiende que le queda poco tiempo. Que ha comenzado la cacería.

Casi por instinto se transforma cuando los dos hombres que vigilan recelosos la habitación corren por el pasillo. Se camufla rezando para que no la vean. Pero corren tan rápido siguiendo ordenes que no reparan en el pequeño animalito escondido tras la pared.

Aprovechando la oportunidad, sin perder ni un segundo y con saltos cortos pero veloces la conejita se dirige a esa sala que tanto protegían.

Aún en su forma animal consigue adentrarse ahí. Sus ojos examinan la sala, una gran biblioteca llena de carpetas y libros. En el centro una mesa de madera refinada y un sillón rojo muy presuntuoso. Todo el espacio apesta a Lion, incluso para un olfato tan poco desarrollado como el de una coneja.

Tal vez es por eso que no se da cuenta cuando el hombre entra tras ella hasta que cierra el seguro a su espalda dejando a la coneja atrapada ahí. De nuevo.

Pero esta vez es peor. Willow trata de correr, esconderse, pero Lion la agarra del suave pelo arrastrándola por toda la sala. La coneja suelta pequeños chillidos de dolor pero no tiene escapatoria. No esta vez.

No cuando la encierra en una pequeña jaula y comprende, que no es posible que vuelva a su forma humana en este pequeño espacio sin hacerse más daño.

- Te crees más lista que nadie, ¿No es así?- Furioso Lion se dirige a la coneja que tiembla comprendiendo el problema en el que se ha metido.- Si estás bien en tu condición de coneja en coneja te quedarás. Y en coneja morirás.

La voz es tan siniestra que Willow solloza. Y todo empeora cuando, con una malvada sonrisa, enciende una cerilla y la acerca sin miedo a los miles de papeles de las estanterías que prenderían enseguida.

La coneja arremete contra la pequeña puerta de metal una y otra vez, pero no es posible. Está ahí y morirá ahí.

- Siento mucho todo esto. De verdad que sí.- Dramatiza el león.- Pero Orión está ahí fuera, esperando a atacar. Y no voy a darle la satisfacción de conseguir lo que tanto quiere. Así que voy a hacer desaparecer todo. Y tu con ello.

La pequeña llama cae sobre unos viejos tomos que comienzan a arder, siguiendo un efecto dominó que aterroriza a Willow.

La sala se llena de humo oscuro y el calor es tanto que comienza a sudar desesperada. Orión. Esta vez, si no llega, será demasiado tarde.

Un lobo para la conejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora