CAPÍTULO ESPECIAL!!

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Creo que muchos de vosotros no sois conscientes de lo mucho que significa esta historia para mí.

Es mi segunda historia, sin duda, la que más os ha gustado y, para mí, la primera vez que vi el impacto que podía tener con algo que yo pensé que no servía para mucho. Mi imaginación.

Cada uno de vosotros que la habéis leído tenéis un espacio especial en mí, al lado de esta novela.

Hoy, que han pasado 1 año, 4 meses, y 9 días desde el 23 de enero de 2023, quiero daros las gracias con este capítulo especial. Porque sois vosotros los que habéis hecho posible que esta comunidad en mi perfil llegue a los 2000 integrantes y alguno de ellos seguramente seas tú.

Muchas gracias a todos de todo corazón. No se me ocurre mejor forma de agradeceros que con otro pedacito de mi en este capítulo.

Y, quien sabe, quizás nos volvamos a ver en la celebración de un millón de lecturas de Un lobo para la coneja.

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Sus dedos contornean aquella dulce curva que se forma en su pecho, deteniéndose en cada lunar como si los contara. Una buena costumbre que ha cogido el hombre, disfrutando todos los días del simple milagro de despertar junto a ella.

Así, mientras aún está adormilada, aprovecha para admirar la hermosa imagen. Con el pelo castaño extendido como un abanico por toda la almohada y los labios aún hinchados del descanso.

Willow no se queja, porque es su forma favorita de amanecer.

- Buenos días, mi conejita.- Murmura el lobo contra su cuello sin poder retener un casto beso en esos labios que le incitan.

La mujer contesta con una sonrisa profundizando un poco más aquel delicioso beso. El lobo le sujeta con fuerza de la cintura apretándose con la intención de sentir su piel. Mientras, a coqueta coneja tira de su negro pelo haciéndole gruñir contra su boca.

Sin embargo, y por mucho que quiera, debe alejarse de ella cuando las cosas van más allá y la coneja baja sus caricias hasta la tira elástica de su pantalón.

- Oye.- Le regaña con una ceja alzada y una lobuna sonrisa.- ¿Es que nunca tienes suficiente, mujer?

Su voz, en cambio, suena más bien a que es él el que no tiene suficiente. Podría vivir una vida entera dentro de ella y no serían suficientes. Los días deberían tener al menos cuarenta y ocho horas para que se sintiese satisfecho.

- No me castigues.- Dice Willow con un tierno puchero.- He pensado en tener otro cachorro.

- Menudas excusas más baratas utilizas para chantajearme. Sin embargo terminaré cediendo, como siempre.- Gruñe acercándose peligrosamente a aquel punto donde un hermoso día dejó su marca hace ya tres años.- Aunque luego no podemos ni con nuestro primer diablillo.

Y casi como si lo hubiese invocado. Una pequeña bola de pelo oscuro abre la puerta del dormitorio haciendo a los dos adultos separarse de inmediato.

Camina tambaleante hasta dar con un apoyo ante la atenta y cariñosa mirada de sus padres que no pueden creerse cuanto ha crecido su pequeño.

- ¡Ama!- Llama el pequeño a su madre subiéndose a la cama como si del mismísimo Everest se tratase.- ¡Desazuno!

A pesar de que llevan un par de meses tratando de que se acostumbre a los purés. El bebé de año y medio aún no parece querer dejar de lactar. Haciendo gestos con las manos para que Willow se acerque.

- Ni lo pienses, diablillo.- Gruñe su padre placándolo con cariño y tumbándolo en la cama a pesar de sus reproches.- Ese desayuno es solo mío.

Willow ríe ante la forma infantil en la que se molestan los dos hombres de su vida. A veces no sabe cuál de ellos es el adulto.

- No molestes a Aiden, Orión.- Le regaña con picardía sellando la pelea con un pequeño beso en la mejilla de ambos.- Mejor vayamos todos a la cocina.

La joven se levanta vigorosa y coge en brazos al niño que reprocha por no conseguir de nuevo lo que quiere y tener que enfrentarse otro día más a ese asqueroso pure de frutas.

Aún es muy joven, pero si Willow tuviese que apostar, está segura de que su hijo será un carnívoro, por la forma en la que rechaza sus recetas vegetarianas.

El gran lobo se queda unos segundos más ahí. Mirando como la estampa de su familia se aleja con alegría.

Cuando fue rechazado por su manada, cuando creó la suya propia, era esto lo que más deseaba. Aún no se puede creer la suerte que tuvo al encontrarla. Porque, aunque físicamente sea más parecida a una muñequita de cristal. Willow es la mujer más fuerte que ha conocido.

Su mujer.

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La pequeña manada en aquel rincón del bosque había crecido y prosperado en estos años.

Ya no hay problemas de abastecimiento y no han tenido más batallas ni guerras.

Mucho de eso es gracias a que Brent está en el poder ahora. Es cierto. No existe algo como el político perfecto, y la corrupción volvería a surgir de una forma u otra en algún momento.

Pero de momento deben disfrutar de aquella pequeña década de oro que la vida les había dado.

- Mamá, deja de malcriar al niño.- Le reprocha la castaña.

Sin embargo, la coneja más mayor no se da por aludida mientras, como buena abuela, le pasa unas golosinas de forma disimulada. O al menos eso es lo que ella cree.

Orión se ha ido junto a Archer a resolver asuntos de la manada en los que ella, cuando tiene tiempo, también participa. A pesar de que el trabajo en la panadería junto a Kara le ocupa mucho espacio.

Es ahí donde puede conectar verdaderamente con el pueblo y, por qué no admitirlo, competir con su mejor amiga sobre quien le ce mejor a la amargada de la señora Teresa.

Por suerte, sus padres, el señor y la señora Haley, poco a poco han parecido cambiar de opinión sobre su amenazante y terrorífica pareja. Han visto al hombre sobreprotector que ama a su hija sobre todas las cosas.

Aunque ninguno de ellos se hace a la idea de cuánto. Desde el primer día que la vio. Desde que ese temible lobo agitó la cola como un cachorro por la linda conejita y nada volvió a ser lo mismo para él.

Si. Ese fue el momento exacto en el que Willow se convirtió en la única prioridad para él. Y, sin saberlo, él en el de ella.

- Verdaderamente, lo has conseguido, ¿no es cierto?- El hombre de gafas la mira con ternura infinita. Completamente orgulloso.

- Si, papá. Lo he conseguido.- Sonríe mirando la coneja hacia aquella enternecedora escena.

¿Qué sueños podía tener una coneja como ella?

Muchos pensarían que ninguno. Que algunos herbívoros son incapaces de soñar. Alguien creyó que Willow jamás saldría de Sherfield.

Lo ha conseguido. Valerse por sí misma y ser capaz de poner los cimientos de una familia tan hermosa como esta.

Un lobo para la conejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora