CAPÍTULO 9

1 1 0
                                        


*Jake Adams*

Las sensaciones de terror que he sentido en mis sueños, no se compara ni un poco a lo que estoy sintiendo en este momento.

Y no podía evitar pensar, en cómo se veía en mis sueños. Si, se veía grande y terrorífica. Pero tenerla justo en frente no se comprará con nada que haya visto, o sentido en toda mi corta vida. Era inmensa, y era todo lo que podía ver. Era todo lo que podía observar. La habitación se sentía pesada. Como si estuviera caminando entre fango y el oxígeno se rehusara a llegar a mis pulmones. Era espantoso verla directamente, porque no se sentía real. Era como estar dentro de una película. Y luego de tanto tiempo, verla aquí, frente a mí, se sentía incluso más irreal.

Pero, una parte pequeña de mi, sentía alivio.

Y solo podía pensar:

No estoy loco.

*Teresa Donovan*

Oh, pero que mierda. ¿Estoy drogada? Recuerdo haber visto mierda muy loca cuando estoy a tope, pero no creo recordar haberme drogado durante las últimas 12 horas...

*Isaac Turner*

No se que ha impedido que me de un ataque de nervios; Dios, o la preocupación de haberme hecho pipí en los pantalones.

*Charlotte Walker*

No puedo respirar.

Siento que voy a desmayarme ahora mismo.

*Jake Adams*

Todo. Absolutamente todo, comenzó a suceder en cámara lenta.

Sentí que mis oídos pitan, y que cada respiración que tomaba se alentaba. Esa maldita cosa me estaba mirando, directamente. Estaba apoyado en sus cuatro patas, y su espalda ancha y encorvada se asomaba detrás de su cabeza. Resoplaba como un maldito caballo, con la pequeña diferencia de que habían unos colmillos superiores e inferiores sobresaliendo de su mandíbula alargada y pastosa.

Teresa gritó algo a mi lado, que no pude entender del todo. Pero sonaba como una advertencia. Mi vista estaba pegada a la cosa que estaba frente a mi. La cosa que atormentaba mi mente, la cosa que me perseguía en mis pesadillas. Alguien a mi lado jalo mi brazo, y tiró de mí hasta que perdí de vista a la bestia. Mire hacia adelante y a penas era consciente de mis movimientos. Estábamos corriendo, y Teresa tiraba de mi brazo, Isaac y Charlotte estaban delante de nosotros. Todos corrían salvajemente hacia algún lado. Yo seguía viéndola, sus ojos sus ojos sus ojos amarillos e interminables espantosos y depredadores.

Ahora solo podía ver pasillos, libreros repletos de libros y el cabello ondulado de Teresa ondeando mientras me jalaba salvajemente hacia adelante. Cruzamos pasillos y mi mente se perdió entre ellos. De nuevo, fui jalado, esta vez fue hacia abajo. Me encontraba en el piso, y mi vista y audición y todos mis sentidos seguían fríos e indispuestos. Mi mente seguía nublada con la imagen de la bestia, la bestialabestialabestialabestia es real y está aquí, y está aquí aquí aquí aquí y estamos solos y muertos.

Estamos solos y muertos.

Esa cosa nos va a comer.

Oh, maldita sea. Nos va a comer. Nos va a tragar enteros ¡Si mide 3 metros por el amor a Dios! Nos va a tragar, estoy seguro que todo mi cuerpo flacucho cabe en su estómago. Y el de Teresa, y el de Charlotte, y...

Quizás a Isaac le cueste más, ya que es muy largo...

Oh cielos, no debí haberlos metido en esto.

Moonlight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora