CAPITULO 4

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*Isaac Turner*

Charlotte y yo nos reencontramos en el cementerio. Junto a su padre y a los míos. Mientras ellos hablaban, le había preguntado si todo estaba bien, a lo cual ella respondió—obviamente— que si. Sabía cómo se sentía con respecto a su cuerpo, por eso estaba preocupado. Todo en cuánto a ella en este momento me tenía preocupado, de hecho. Pero intenté seguirle la corriente, darle tiempo y espacio. Eso hacía una diferencia.

El cementerio se encontraba en paz. Había una lluvia pequeña cayendo que venía desde el fondo de las nubes. Las palabras del padre bendecían cada rincón del lugar, dejando un aura tranquila y serena. Me sorprendí al notar que la familia Díaz había traído un padre diferente para dirigir el velorio. El padre Phill dirigía la iglesia en el pueblo. Esto sin duda sería un escándalo para la comunidad creyente. Ya puedo escuchar a mamá durante el viaje, hablando de como tienen tan poca fe en el padre Phill, tan poca fe en su iglesia.

A mi me dio lo mismo. Incluso puedo ver la empatía y el dolor en sus ojos, me gusta eso. Se siente real. Me agrada este padre. Lo que sea que haga sentir a la familia Díaz cómodos, ellos tendrán sus razones para confiar en este padre, y eso está bien.

El Rocío caía tan finamente que apenas podía sentirlo sobre mi frente. Mamá había agarrado el paraguas para poder refugiarse a ella y a Sebastian de la llovizna, papá y yo en cambio, estamos expuestos a las gotas finas que se deslizan por el viento.

Y cuando todos voltearon un momento hacia el ruido de un auto que se aproximaba, supe de quienes se trataban—ni siquiera se como, pero lo supe—. Voltee hacia la derecha, para ver como los Dankworth caminaban hacia nosotros. Mi vista viajo vagamente sobre ellos, pero ya mi pecho se sentía demasiado perturbado por su presencia. Caden  estaba allí, por cierto.

Y todos se veían... bien. Supongo.

Se veían de revista, específicamente. Parecían la portada perfecta para una revista clasista y altiva. De élite. Incluso sus andares eran escandalosos. Raven  y su madre contoneaban las caderas, mientras que los chicos caminaban rígidos y firmes. Como si a pesar de que un tornado pudiese pasar a su lado, no importaría, porque ellos se mantendrían Justo en su lugar. La cabeza de la familia, Aaron Dankworth, guiaba a su familia hacia la multitud.

—Qué vergüenza... —Murmuró mamá a mi lado.

Aaron tenía una gran modestia con la genética, sus hijos parecían ser retratos vivientes de su persona. Sobre todo Edan, parecían ser vividas imágenes de su padre, un poco más jóvenes. Aunque, no me refiero a Caden . Raven  y Edan tienen todo un parecido catastrófico con su padre. Mandíbulas fuertes y estructuradas, pómulos marcados y profundos. Incluso ambos tienen la nariz gruesa con esa deformación envidiable en el centro.

En cambio Caden , es muy idéntico a su madre.

Sus facciones eran delicadas, no tan marcadas. A pesar de tener rasgos varoniles, Caden  tenía la misma nariz respingada de su madre. Y los pómulos cómo suaves facciones pintadas, de la manera más delicada. Era impresionante, y algo un poco complicado, simplemente no... quedártele viendo. No se si eso solo supone un problema para mi, ya que cuando sus ojos enfocaron los míos, esos ojos azules que parecían los manantiales más puros del universo, sentí la vergüenza apoderarse de mis mejillas. Volví mi atención hacia las palabras puras y consolables del padre, sintiéndome algo culpable de repente.

Y así pasaron los minutos, y a medida que pasaban, mi atención se fue dispersando más de los Dankworth. Incluso del velorio en sí. La lluvia se sentía tan fresca en mi cuello hacia mi clavícula, que tuve que levantar la vista, hacia arriba. Hacia la lluvia. Buscando más, más, más... más lluvia.

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