CAPÍTULO 11

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*Isaac Turner*

—¿Estás loca verdad? ¿Se te perdió la cabeza en algún lugar? En una celda por casualidad?—Hable.

Luego de que los Dankworth se fueran de Blue 's, Teresa había estado succionando los restos de la malteada de Jake. Como si nada. Como si no hubiera insinuado cosas a los Dankworth, y como si ellos no nos hubieran dejado con la piel helada. Como si ella no hubiera vuelto de la comisaría, como si no nos hubiera atacado una bestia hace una noche.

Como si nada.

—¿Qué te pasa abuelita? —Dijo ella.

—¡¿Que qué me pasa?! Dios, ¿de verdad no te das cuenta?

Ella suspiró con hastío. A veces su desinterés podía sacar lo peor de mis nervios y me hacía querer estampar mi propia cabeza contra una pared, solo para ver si le importaba aunque sea un poco.

—Dame un respiro, ¿si?

—¡¿Un respiro?! ¡¿Cómo puedes ser tan-?!!

—¿Qué tienen de especial, que no puedo hablarles como a cualquier otra persona en este pueblo, eh? —Interrumpió, estampando una palma en la mesa. —¿Qué es lo que te molesta tanto? ¿Tu sentido de la mediocridad te dice que debes tenerles respeto solo porque son ricos? ¿O populares? ¿Y por eso debo tratarlos como unos dioses? Que te den.

—¿Mi sentido de la mediocridad? —Pregunte, con indignación quemando mi orgullo. —No me considero tan pobre de mente como para hacerle caso a algo tan superficial como el dinero.

—Ah, pero lo haces. ¿Qué es lo que te enseñan en esa iglesia entonces?

—Chicos-

—¿De qué carajos hablas, Teresa? No sabes nada. Tal como dijo Edan. Eres ignorante y grosera y todo lo que nadie nunca querría ser.

—Ugh, solo déjalo Isaac. —Se quejó, mientras se frotaba la sien.

—Ahh, no. Te encanta hablar de más, ¿Por qué no hacerlo ahora? ¿Eh?

Con un gruñido de frustración, Teresa se estiró con violencia sobre la mesa, y me agarró por el cuello de mi camisa. Me acercó hacia ella con un jalón furioso, mi estómago se retorció con miedo por lo que está loca pudiera hacerme. Abrí mucho los ojos cuando su rostro se convirtió en una rabia amarga, que teñía sus ojos oscuros con las llamas de un fuego del cual prefería evitar a toda costa.

—Me sacaron de una maldita celda esta mañana. Dame. Un. Jodido. Respiro.

Me mantuvo agarrado del cuello lo suficiente como para hacer que mi orgullo se quebrara. Sentí las manos de Charlotte alcanzar las manos de Teresa diciéndole que parara, Jake también trato de despegarla de mi, pero la flacucha tenía fuerzas. Aún me sostenía incluso cuando un sonido agobiante salió de mi garganta.

Me soltó repentinamente, se levantó de la mesa, y se fue por la puerta, con Jake murmurando algo debajo de su aliento y corriendo detrás de ella.

Mi respiración estaba agitada, y cuando mire hacia mi izquierda, Charlotte me observaba con un gesto horrorizado.

Yo también me sentía horrorizado de mí mismo. Porque no podía creer todo lo que le había dicho a Teresa.

Nunca consideré ni un momento en mi vida faltarle el respeto a una persona de la manera en la que lo hice con ella.

*Teresa Donovan*

Dando zancadas rápidas, camine hasta llegar a la acera de la calle. Doble la esquina, y seguí caminando hasta que sentí como mis piernas dolían. No necesitaba esta mierda. Quería olvidar todo por un momento, pero como siempre el destino tenía formas raras de joderme la vida.

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