Capítulo Final Hyukjae

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—Jesús, estoy nervioso como la mierda.

Donghae ladeó una ceja. —¿La mierda es nerviosa?

—¿Alguien te ha dicho alguna vez que puede que seas el mayor idiota del mundo?

Acarició mi mejilla, se inclinó hacia mí y me dio un rápido beso en los labios. —Sí, pero te he hecho sonreír... y te he recordado por qué me amas.

—Nunca tienes que recordármelo. Nunca lo olvidaría.

Habíamos llegado a casa en Portland de nuestra luna de miel a principios de la semana. Ninguno de los dos tenía más tiempo libre por el momento, así que tuvimos que esperar hasta el fin de semana para conducir hasta Dayton, el pequeño pueblo del sur de Oregón donde crecimos, para decirles a nuestros padres que estábamos enamorados... y casados... pero que también planeábamos casarnos de nuevo.

Era básicamente un desastre, sin embargo, nunca había adorado tanto algo tan desordenado en mi vida.

Los habíamos llamado y les habíamos dicho que teníamos que hablar con los cuatro. Todavía vivían al lado del otro. Mamá y papá habían quedado con nosotros en la casa de los padres de Donghae, que estaba justo al final de la calle donde habíamos aparcado. Donghae sabía que necesitaría un minuto.

—En serio, aunque... si no estás preparado, no tenemos que decírselo todavía. No te estoy apurando. No cambia lo que somos el uno para el otro.

Sacudí la cabeza. —No. — Sabía que no cambiaba nada, pero quería que lo supieran. Quería que todos lo supieran. Ahora que tenía a Donghae, no pensaba ocultarlo —. Pase lo que pase, lo superaremos juntos.

—Donghae y Hyukjae —, respondió.

—Malditamente correcto.

Donghae me besó de nuevo, y luego salimos y caminamos hacia la casa. Llamó a la puerta y después la abrió. Mamá y papá ya estaban allí, los cuatro riéndose de algo.

—Hola, estamos en casa —, dijo Donghae.

—No puedo creer que tengamos tanta suerte y que pueda ver a mis hijos dos veces en una semana, dijo mamá B, abrazando a Donghae y luego a mí. Nuestros padres siempre habían tratado al otro solo como a su hijo.

Aunque mi padre tenía sus problemas, eso nunca afectó a su forma de tratar a Donghae. Esperaba que fuera igual cuando se tratara de mí.

Mi madre nos abrazó y besó a los dos, seguida por el padre de Donghae. Mi padre nos dio la mano. No era muy dado a los abrazos.

—¿Quieren sentarse? —dijo Donghae, tomando la iniciativa, lo cual agradecí —. Tenemos que hablar con ustedes de algo.

Mamá dijo: —Sí, por supuesto, pero me están asustando. ¿Está todo bien?

—Sí, mamá. Todo está mejor que bien. Es perfecto, de hecho. — Miré a Donghae, que me observaba fijamente.

La habitación se quedó en silencio. Sin volverme hacia el resto, supe que ya entendían por dónde iba esto. Tal vez no todo -no podrían haber adivinado la parte de ser esposos-, pero entendieron el punto.

Todos se sentaron.

Donghae me miró como preguntando si debía hablar él o yo, pero yo tenía que hacerlo. Tenía que ser yo quien se lo dijera a mi padre, así que le hice un pequeño gesto con la cabeza a Donghae.

Los dos nos pusimos uno al lado del otro frente a ellos y me acerqué, enredando mis dedos con los suyos.

La mano de Mamá B se levantó, temblando y cubriendo su sonrisa. —Donghae y yo... nosotros... —Me pasó el pulgar por el dorso de la mano, tranquilizándome. La tensión salió disparada de mí, como si hubiera abierto una válvula.

Casado con mi mejor amigo- EunHaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora