La vida de Tenma, un chico urgido en plena adolescencia, llega a su fin tras un asesinato a medianoche. Sin embargo, es reencarnado en un perro Shiba Inu quien al poco tiempo es adoptado por la lider de un gremio. Presentandole así una nueva oportun...
El oso dormitaba dejando caer todo su cuerpo sobre el césped, disfrutando de la luz del sol, esperando que así se le fuese el hambre.
La ardilla que lo estaba observando pensaba que podría ser una buena oportunidad escapar una vez confirmase que estuviese dormido. Pero debía asegurarse de alguna forma primero. Si tan solo algo pasara cerca al oso y no lo despertara, entonces saldría lo más rápido posible.
Fue entonces, cuando escucho como se arrastraba alguien, así que asomó la cabeza por el hueco del tronco. Llegando a toparse cara a cara con un perro, más específico, un shiba inu.
Por su parte, Tenma, dio un salto del susto, haciendo que se cayese al suelo tras haberse agarrado del hueco para intentar pararse. La ardilla se metió de vuelta en el hueco, intentando recuperar la respiración. Tenía otro animal cazador aún más cerca. Pensaba que este era su fin.
Tenma, por otro lado, intentó volver a pararse; si no antes escuchar un gruñido detrás de él.
Rápidamente, volteó su cabeza, encontrando al oso dormido, dándole un enorme susto que lo haría intentar entrar lo más antes posible al árbol hueco.
La ardilla intentó escapar al mismo tiempo que el perro se adentraba al árbol, quedando horrorizado al ver sus órganos al descubierto y el rostro del canino pálido. Claramente, no tardó en vomitar.
El canino intentó acomodarse lo mejor posible, mientras suspiraba algo más calmado. Ahora, la cuestión era poder esconderse lo suficiente para que su regeneración se completará.
Por otro lado, para la ardilla, no había duda alguna. Era salir de ese sitio ahora o nunca. No iba a soportar tanto estrés y menos junto a un perro partido a la mitad. Saltó fuera del tronco, corriendo por la maleza verde, desapareciendo al poco rato.
Ahora Tenma estaba solo. Tenía el escondite todo para él solo. Si debía permanecer allí un buen tiempo, lo haría. Incluso si volvía su hambre.
En eso, Tenma cae en cuenta.
Ya no sentía hambre. Pero, antes de ser asesinado, ni había desayunado. ¿Entonces por qué... su apetito se fue?
"¿Puede que... al regenerarse mi cuerpo, también restablezca el estómago lleno?"
Tenma intentó pensar de alguna manera una explicación a lo que pasaba, pero simplemente daba con ideas tontas.
Así, pasó el rato. Pensaba en cuánto tardaría su cuerpo en completar la regeneración, como se encontrarían sus hermanos si aun nadie los había adoptado, y si la señora Rotenmeyer lo volvería a recibir de brazos abiertos.
Solo que, escuchando el bostezo del oso, alzó solo un poco su cabeza por el hueco del árbol, viendo como la bestia se retiraba a otro lugar.
El cuerpo del canino se había regenerado un poco más. Pero estaba seguro de algo.
Por alguna razón, el proceso de regeneración estaba siendo aún mucho más lento que en las primeras ocasiones.
Simplemente se sacudió la cabeza, y tomo aire. Si lograba escapar vivo de ese bosque y volver a aquella ciudad del principio, y volvería a vivir junto a aquella ancianita tan amable, entonces no tendría por qué volver a preocuparse sobre aquello. No más muertes, no más regeneraciones ni ser explotado o devorado.
No era un animal salvaje, debía vivir en un cómodo hogar con una vida sencilla. Así él lo quería, y así él había vivido siempre.
Tenma cerraría los ojos a medianoche, ya pasadas varias horas desde aquel incidente. Tenma se encontraba ya regenerado por completo, pero prefirió quedarse en el tronco y encontrar la salida del bosque mañana por la mañana para poder escapar más seguro.
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