𝗟𝗫𝗫𝗜𝗩

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Riki salió del cuarto de la enfermera con un vendaje sobre su ceja y hielo sobre un lado de su cabeza.

Mina se levantó de un salto y lo abrazó fuertemente, haciéndolo reír, aunque dejó de hacerlo cuando se dió cuenta que la chica lloraba.

─ Ey, tranquila. ─ Riki frotó su espalda para intentar calmarla. ─ Ya pasó, estoy bien, ¿Ves?

Mina negó.

─ Vine para cuidarte y no puedo hacerlo. ─ murmuró con voz ronca.

─ Me cuidaste bien, me trajiste hasta la enfermeria casi cargando, ¿Qué más quieres?

La chica volvió a negar, se sentía culpable, inútil, no había podido hacer nada.

─ Estoy bien, y lo harás la próxima vez, supéralo. ─ Riki rió un poco, par romper un poco esa aura del ambiente.

Una señora se asomó por a puerta de dónde Riki había salido, la enfermera les dedicó una mirada a los dos abrazados antes de ver hacia atrás.

─ ¿Siguen ustedes? ─ preguntó.

Sunghoon le tendió una mano a Jake, quien la tomó y ambos fueron juntos hacia la pequeña habitación, el rubio no pudo evitar mirar de nuevo a su hermana, abrazada a ese que habia presentado como un amigo, aunque dudaba.

─ ¿Qué está pasando? ─ preguntó la mujer, anotando algo en una libreta.

─ Tiene fiebre y dolor de cabeza. ─ contó Sunghoon, un paso atrás de Jake.

─ Ajam, ¿No siente nada más?

Jake negó.

─ Bien, siéntate un momento, te revisaré un poco. ─ la mujer lo invitó a subir a la camilla.

Tomó su presión, temperatura y pulso, esas últimas dos cosas estaban más altas de lo normal, aunque era a causa del dolor

Mientras hacia eso, Sunghoon no pudo evitar preguntar por Riki.

─ Oh, nada grave. Sufrió una convulsión repentina, cayó al suelo, quizás sea por la posición, o quizás por la suerte, pero sólo tuvo una contusión y un corte en la ceja.

La mujer habló otro rato de las convulsiones y de lo terrible que puede ser ver una.

─ Esa chica estaba muy alterada, no la culpo, al ver la sangre y al chico tan confundido... Podria haber pensado de una fractura de cráneo o algo así, por suerte no pasó, es común en los que sufren epilepsia.

Guardó el termómetro, anotando la temperatura en su libreta, y se volteó de nuevo hacia Jake.

─ Del uno al diez, ¿Qué tanto te duele? ─ le preguntó.

Jimin tardó un momento en decir entre ocho o nueve, finalmente, alzó nueve deditos.

Le parecía peor que antes, quizás porque hacia mucho que no le pasaba, o porque no tenía nada para sentirse mejor, ni medicamentos ni trapos fríos.

─ Bien. ─ la mujer asintió, necesito que me pases el teléfono de tus padres, necesito su consentimiento para darte algún remedio.

Jake miró a Sunghoon, quien saco su teléfono, desbloqueandolo para buscar el contacto de la señora Shim, para pasarle el aparato a la enfermera.

La señora Shim tardó unos pitidos en contestar, pero, tan atenta y protectora como siempre, tenia el celular junto a ella en la cama, y atendió en la primera llamada.

No hablaron por más de un minuto, donde la mujer le explicó la situación y la madre no se opuso al remedio que tenía para ofrecerle, ya que era el que Jake solia tomar para sus eventos de fiebre.

Ya con las pastillas en mano, se despidieron de la mujer, Sunghoon sostuvo a Jake todo el camino hacia la cabaña, su novio tardaría un poco en sentirse mejor, pero para demostrar su apoyo, se quedó con él en la cama, y sin darse cuenta, ambos quedaron dormidos juntos.


𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗠𝗘, 𝗠𝗨𝗧𝗘 » 𝘀𝘂𝗻𝗴𝗷𝗮𝗸𝗲 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora